40º aniversario de la caída de Saigón: ¿Abril negro o Día Nacional de la Liberación?

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Allá en mi patria, Vietnam, el 30 de abril, el día que cayó Saigón ante el ejército comunista en 1975, y que puso fin a la guerra de Vietnam, sigue denominándose todavía Día Nacional de la Liberación.

La versión de la historia escrita por Hanoi afirma que liberó el sur, salvando a su pueblo del imperialismo y la miseria.

Este discurso también se ha utilizado para legitimar su permanencia en el poder.

Huí de Saigón con mi familia dos días antes de que todo terminara a la par de decenas de miles de personas, dando así génesis a la diáspora vietnamita.

Dispersos en el extranjero, principalmente en América del Norte y Europa, el nombre con el que denominamos esta época de la historia es: Abril negro.

Para nosotros, sigue siendo una herida abierta pese a todos los años transcurridos.

Me trae recuerdos de sufrimientos indecibles en campos de reeducación, zonas económicas nuevas, viviendas confiscadas, familias separadas y un éxodo masivo y sin precedentes hacia el mar, donde muchos encontraron la muerte.

Sin embargo, han pasado 40 años desde que terminó la guerra y son muchos los cambios experimentados.

Veamos algunos datos para reflexionar.

La población de Vietnam alcanzó los 93 millones este año, cifra que casi se ha triplicado desde que terminó la guerra, donde dos de cada tres ciudadanos vietnamitas nacieron después de la guerra.

Dado que la mayor parte de la población tiene edades comprendidas entre los 20 y 25 años, la mayoría de los vietnamitas carece de recuerdos directos de la guerra.

El régimen comunista abandonó su revolución ideológica a finales de la década de los años 1980, renunciando a su práctica draconiana de la colectivización y llegó incluso tan lejos como reescribir la Constitución para permitir que la práctica del capitalismo por la iniciativa privada.

Las reformas de mercado en la década de los años 1990, aunadas a las fuerzas de la globalización, tales como fronteras porosas, la intensificación de la movilidad de las personas y de las nuevas tecnologías de la comunicación, así como una economía global integrada, han dado paso al reciente descubrimiento de la riqueza y al surgimiento de una clase media.

La economía de Vietnam, después de algunos tropiezos y pasos en falso, y pese a la corrupción crónica, se encuentra en alza desde que en 1994 el entonces presidente de Estados Unidos Bill Clinton levantara el embargo comercial de Estados Unidos.

La entrada de Vietnam en la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 2007 tuvo también una enorme repercusión.

Por su parte, la población de Vietnam experimenta ahora una mayor libertad personal que hace 20 años.

A muchos vietnamitas se les permite viajar al extranjero, al tiempo que la libre circulación en el país está garantizada.

A estos elementos se añade el panorama digital de Vietnam. Casi el 43% del país está conectado en línea, y esta es una cifra en aumento.

Facebook, por ejemplo, aunque solamente se le autorizó a operar en Vietnam hace cinco años, es un medio social que ya ha captado a tres de cada cuatro usuarios de Internet.

 

Enormes cambios

Actualmente, como periodista y escritor estadounidense, he vuelto a Vietnam muchas veces, y he visto grandes cambios en las últimas dos décadas.

Sin embargo, lo que también veo es el creciente descontento contra la injusticia y la corrupción, y la nueva arquitectura de la comunicación ha acabado por soltar la lengua de las personas.

Los ciudadanos se expresan cada vez más y he visto audaces protestas contra el robo de tierras a campesinos por parte del gobierno, o en contra de la agresión de China en el Mar del Sur de China, que nunca hubieran podido darse hace 20 años.

Utilizan sus teléfonos móviles para denunciar irregularidades o malas prácticas. Filman protestas callejeras y cuelgan el vídeo en Youtube y otros medios virtuales.

Y cada vez es mayor el número de personas que empiezan a cuestionarse la versión oficial de la historia escrita por Hanoi.

Hubo una época en que poseer un equipo de fax podía ser motivo de detención. Y en lo relativo a la manipulación de la información, el régimen comunista contaba con una maquinaria muy bien rodada durante la Guerra Fría. Pero ya no.

A pesar de la amenaza de detención, los ciudadanos expresan su ira y frustración, tanto en las calles como en línea.

Hao Nhien Vu, paladín desde siempre de los derechos humanos y bloguero que vive en los EE.UU., afirmó que: “Una de las características de esta generación de líderes comunistas es que se han dado cuenta de que la opinión pública cuenta mucho.”

La crítica ha alcanzado su masa crítica, y se ha traducido en cambios, agregó.

“Un ejemplo relativo a una de mis propias denuncias tuvo lugar cuando el gobierno trató de gravar el dinero enviado por los estadounidenses de origen vietnamita a sus familiares en Vietnam. Después de que publiqué la historia con el Servicio vietnamita de la BBC, explotó en los blogs, y el gobierno tardó solamente un día en dar marcha atrás.”

El reconocido periodista vietnamita Huy Duc, que luchó en el ejército de Vietnam del Norte, escribió recientemente un libro, The Winning (Los vencedores), en el que argumenta que en realidad fue el Sur el que liberó al Norte, y no al revés.

La obra se convirtió en el libro vietnamita más descargado de la historia. Duc perdió su empleo, pero su opinión es ampliamente compartida.

El famoso músico To Hai, antes miembro del Partido Comunista, también escribió recientemente un libro con el título Memoir of a Coward (Memorias de un cobarde) para hablar de su equivocada fe en el comunismo.

En Facebook se han publicado imágenes de hombres demacrados en campos de reeducación para desmentir a los portavoces del gobierno que hace poco afirmaron que el Norte no maltrataba al Sur. “¿A quién quieren engañar?”, preguntó. “Ladran como perros salvajes”.

En cuanto a la diáspora, me doy cuenta de que ya no es una comunidad en el exilio pese a su discurso sobre la pérdida nacional y las heridas psíquicas.

Cada año, más de 100.000 vietnamitas de la diáspora visitan su patria. Las remesas rondan en promedio los 12 mil millones de dólares al año, casi el doble de los 7 mil millones concedidos como ayuda por parte de la comunidad internacional.

Además de estas remesas, según The Voice of Vietnam, el programa de radio en inglés de Vietnam, los vietnamitas en el extranjero han invertido fondos en cerca de 2.000 proyectos, que generan alrededor de 6 mil millones de dólares anuales.

Las remesas y la inversión combinadas de los vietnamitas en el extranjero ascendió aproximadamente al 18 por ciento del PIB de Vietnam en 2014, una cifra asombrosa.

Concretamente, esto significa que una población considerable de Viet Kieu (expatriados vietnamitas), los antiguos refugiados del mar y sus hijos, ahora ejercen considerable influencia en su patria.

Desde la apertura de galerías de arte hasta la creación de empresas emergentes o trabajando como ejecutivos de multinacionales extranjeras en Vietnam, los emigrantes se han convertido en agentes activos en el cambio de destino de Vietnam.

Un joven amigo mío vietnamita-estadounidense de Los Ángeles, cuya hermana fue asesinada por piratas tailandeses cuando escapaba del país después de la guerra, regresó recientemente a Saigón, donde ahora es un próspero empresario.

Mi primo, cuya familia fue despojada de todo, huyó a Francia y ahora ha regresado, se casó con una joven de la localidad, formó una familia y vende vinos franceses. Está prosperando en el lugar donde su padre tanto padeció en un campo de reeducación del país infestado de malaria.

En cierto sentido, esta es su mejor venganza.

Cabe preguntarse, ¿es el 30 de abril un Abril negro o el Día de la Liberación? Soplan vientos de cambio.

Independientemente de la forma en que se recuerde esta fecha, independientemente de quién ganó y quién perdió la guerra, la población de Vietnam y su diáspora han entablado un diálogo sobre el futuro de su país y, a medida que un mayor número de ciudadanos exijan transparencia y reforma política, quizás la respuesta a esta pregunta se convierta en algo irrelevante.