Consecuencias de la austeridad: las y los pensionistas portugueses apenas pueden sobrevivir

Este último mes, Maria do Castelo Faria, de 73 años, se ha estado acostando más temprano. No porque quiera descansar más, sino porque no puede pagar la factura de la electricidad del mes pasado.

Faria percibe una pensión de 520 EUR (568 USD) al mes y vive con su hijo de 48 años, que sufre de esquizofrenia. “Es difícil. Nos falta todo en general y tenemos que recortar gastos por todas partes. He reducido las “bicas” (cafés) y he empezado a comprar menos pan”.

Acude a un centro social parroquial en Lisboa, donde puede disfrutar de una comida caliente a mediodía. “Si no viniera aquí, probablemente no podría comer todos los días”, asegura.

En el centro social, varios grupos de aproximadamente 30 personas de la tercera edad están dibujando, una de las actividades diarias que les mantiene ocupados y les distrae de su precaria realidad, aunque sea por un rato.

Sin embargo, debido a las políticas de austeridad, las instituciones sociales portuguesas están limitadas en términos de infraestructura y fondos, que provienen principalmente de los fondos de la seguridad social y de los bolsillos de los participantes, dependiendo de lo que perciban.

"Las personas de la tercera edad tienen mayores necesidades de apoyo, higiene y comida. Los fondos que recibimos han disminuido a lo largo de los años, así que hemos tenido que recortar cada vez más las necesidades básicas, como la comida", afirma Isabel Almeida, directora del centro social parroquial que recibe donativos del banco de alimentos Banco Alimentar.

“La situación es alarmante”, asegura Isabel Jonet, directora del Banco Alimentar.

“Hoy en día, las personas de la tercera edad en Portugal están muy aisladas. Ahora las familias no pueden cuidar a estas personas en sus hogares debido a las circunstancias económicas, por lo que se ha perdido esta tradición”, nos explica.

Los jubilados portugueses se encuentran entre los más desfavorecidos de Europa. Según los datos publicados en 2013 por la base de datos portuguesa Pordata, la mayoría de los jubilados en Portugal perciben entre 250 y unos 500 EUR (273-546 USD) al mes.

Según un estudio publicado en 2013 por la OCDE, con sede en París, aunque en los últimos años de la década pasada la pobreza entre las personas de la tercera edad empezó a disminuir, la organización teme que los recortes aplicados desde entonces al sistema de pensiones provoquen unas tasas de pobreza mayores.

 

Ahorrar en todo

La crisis de la deuda portuguesa en 2011 obligó al país a aplicar una serie de estrictas medidas de austeridad, entre las que se incluyeron los recortes de las pensiones, bajo las condiciones impuestas por el rescate internacional de 78 mil millones de EUR (85 mil millones de USD).

Cecilia Pinto, de 79 años, vive con su hija y nieta desempleadas y percibe una pensión mensual de 300 EUR (327 USD). Come en el centro parroquial, pero para cenar su familia normalmente solo se puede permitir una sopa.

“Me gustaría que pudiéramos comer de vez en cuando lo que nos apetece”, afirma titubeante cuando le preguntamos cómo le gustaría que fuera su vida. “Nuestra situación es precaria, pero seguimos adelante como si no pasara nada”.

La señora Pinto tiene que ser inflexible con su presupuesto en todos los ámbitos de la vida. Ha dejado de ducharse con agua caliente en casa, principalmente para ahorrar en las facturas de agua y gas.

El año pasado, después de que el Tribunal Constitucional portugués rechazara los recortes de las pensiones por ser “inconstitucionales”, el gobierno aprobó un impuesto de "contribución sostenible" de entre el 2,5 y el 3,5% para las pensiones superiores a los 1.000 EUR (1.092 USD) al mes.

Aunque los que perciben pensiones inferiores a 500 € no se han visto afectados directamente por los recortes, los analistas confirman que sí se han visto afectados indirectamente.

“Es normal que la mayoría de los jubilados con pensiones por debajo del salario mínimo nacional no se hayan visto afectados directamente, ya que resulta imposible recortarles aún más las pensiones”, explica Elisio Estanque, de la Universidad de Coimbra.

“Sin embargo, las personas de la tercera edad se han visto afectadas como consumidores, por ejemplo teniendo que pagar unas tasas más altas para las consultas médicas. Como resultado de la situación económica, muchas tienen que abandonar las residencias de la tercera edad para volver a las casas de sus familiares”.

Los que no pueden acceder a centros sociales se encuentran en una situación aún peor. Palmira tiene 80 años y se niega a facilitarnos su nombre completo para no preocupar a su familia. Ha tenido que cortar el suministro de gas y electricidad en su casa.

Percibe 400 EUR al mes, paga un alquiler de 260 EUR y vive con su hija y su nieta.

“Mi vecino me da botellas de agua para poderme duchar. No cocino en casa porque sale demasiado caro”, asegura, mientras se tapa la cara con las manos.

"Toda la vida he tenido de todo y ahora me veo obligada a vivir en estas condiciones".