Millones de trabajadoras del hogar indias continúan trabajando en la sombra

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“Prohibida la entrada a perros y a indios”, decía un famoso cartel de los años 1930 colgado en el Pahartali European Club, en la región de Chittagong de la India (actualmente Bangladesh), cuando el país se encontraba bajo la ocupación británica.

Hoy día, en pleno siglo XXI, en los espacios recreativos y residenciales de las ciudades indias hay un cartel invisible que dice: “Prohibida la entrada a las trabajadoras del hogar”.

Saroja, que trabaja en cinco casas distintas en Bangalore, conoce perfectamente esta regla tácita.

“Los residentes bajan a sus perros en el ascensor, y los perros se pasean por el jardín, pero a nosotros [trabajadores del hogar] nos echan los guardias de seguridad”.

Nagamma, de 63 años, que padece asma y que solía trabajar como asistenta del hogar, cuenta a Equal Times:

“Tenía que subir por las escaleras a un apartamento situado en el séptimo piso porque no me dejaban utilizar el ascensor. ¡Ochenta y ocho peldaños de golpe! Tuve que dejar el trabajo”.

Saroja y Nagamma no son excepciones: son sólo dos de los entre 4,1 y 10 millones de personas [nota del editor: esta gran diferencia se deriva de la elevada incidencia de trabajo doméstico no declarado y de las diferentes definiciones de trabajo doméstico] – la gran mayoría mujeres – que trabajan en casas privadas en la India como sirvientes, limpiadores, cocineros y cuidadores.

Cientos de miles de ellas tienen que soportar un sufrimiento indecible como consecuencia de su posición de subordinación asumida impuesta por la casta a la que pertenecen, la clase social o simplemente por lo que hacen para ganarse la vida.

Los abusos incluyen salarios no pagados o mal pagados, trabajo forzoso, violencia física, inanición e incluso la muerte.

Con ocasión del Día Internacional de los Trabajadores y Trabajadoras del Hogar, este 16 de junio de 2015, la Federación Internacional de Trabajadores del Hogar (FITH), la Confederación Sindical Internacional (CSI) y la Friedrich-Ebert-Stiftung (FES) están coordinando con diversas centrales sindicales nacionales de la India para celebrar una reunión estratégica de dos días, centrada en cómo organizar mejor a los trabajadores del hogar y cómo garantizar que la India ratifique el Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre los derechos de las trabajadoras y los trabajadores del hogar.

 

Salarios de miseria

Los trabajadores del hogar desempeñan un papel vital en la denominada “economía del tigre” de la India.

Mediante la subcontratación de las tareas domésticas, la minoría de amas de casa que han recibido una educación, pertenecientes a las clases media y media baja, pueden acceder al mercado laboral y desarrollarse profesionalmente.

Pero los trabajadores del hogar de la India rara vez tienen esa oportunidad. Las estadísticas revelan que el 73% de las mujeres trabajadoras de la India son analfabetas o sólo han terminado la enseñanza primaria.

En este contexto, el trabajo doméstico es una de los pocos ámbitos laborales a los que puede acceder la mayoría de las mujeres trabajadoras no cualificadas.

Normalmente tienen que trabajar siete días a la semana recibiendo un salario de miseria [aunque trabajen en varias casas], sin días de descanso pagados, ningún tipo de protección social, ni baja por maternidad, teniendo que soportar comportamientos violentos por parte de los empleadores y unas condiciones de trabajo y de vida insalubres.

“No nos dan días de descanso, y cuando enfermamos o nos tomamos algún día libre nos lo deducen de salario. Sin embargo, cuando regresamos tenemos que hacer el doble de trabajo, pero eso los empleadores no lo tienen en cuenta”, declara Rajkumari, trabajadora del hogar en la ciudad de Kanpur (con una población de 2,5 millones de habitantes), en el estado de Uttar Pradesh.

Los trabajadores del hogar también tienen más probabilidades de padecer enfermedades crónicas, malnutrición y otros trastornos relacionados con la pobreza.

Es decir, que apenas ganan suficiente dinero para sobrevivir.

“Los trabajadores del hogar de Uttar Pradesh no tienen salario mínimo [nota del editor: el salario mínimo para los trabajadores del hogar sólo existe en siete estados de la India]. El salario medio que ganan en la ciudad industrial de Kanpur no les alcanza ni siquiera para cubrir los gastos de comida de su familia”, afirma Meenu Sur, Secretaria General de Gharelu Mahila Kamgar Union (GMKU, el sindicato de trabajadoras del hogar) en Kanpur, que ha organizado a aproximadamente 15.000 miembros, en su mayoría mujeres pobres procedentes de la casta de los dalit (intocables) y otras comunidades marginadas.

“Lo que más le sorprende con respecto a la situación y los problemas de las trabajadoras del hogar es por qué no están reconocidas, respetadas y protegidas, cuando efectivamente constituyen una parte importante de un sector económico productivo”, dice Geeta Menon del sindicato Karnataka Domestic Workers Union.

Chetan Chandra, del National Domestic Workers Movement, coincide con ella: “El mayor problema es la falta de reconocimiento del trabajo y la ausencia de un salario mínimo o salario decente para las trabajadoras y trabajadores del hogar”.

Pero Veena Singh, Presidenta del Comité de Mujeres de la central sindical India National Trade Union Congress (INTUC) dice que, a la hora de proteger los derechos de los trabajadores del hogar, las políticas no son el principal problema, sino su puesta en práctica.

“No es que haya escasez de políticas que beneficien a los trabajadores del hogar”, declara Singh a Equal Times. “La cuestión es cómo conseguir que se apliquen”.

 

Discriminación

La casta juega un papel ineludible en la vida de los trabajadores del hogar de la India, donde las familias que casta inferior siguen trabajando en régimen de servidumbre para familias de casta superior.

A los trabajadores de casta inferior se les considera sucios por naturaleza y por eso se piensa que son los más “adecuados” para realizar las tareas domésticas.

“Aunque vaya a trabajar después de haberme bañado, mi empleadora no se fía [de que esté limpia] hasta que no me ve con el pelo chorreando”, dice Saraswathy, una trabajadora doméstica del estado de Karnataka.

“Mi empleadora va echando agua por encima de todo lo que he limpiado y salpica también con agua los lugares por donde he caminado para ‘purificar’ la zona, dado que yo pertenezco a una casta inferior”, explica.

Pankajam, trabajadora del hogar de Bangalore se siente identificada.

“Yo soy quien baña al bebé de mi empleadora, pero después tengo prohibido tocar al bebé”, dice, declarando que a menudo es agredida verbalmente y que se burlan de ella. “Hasta el niño pequeño me insulta. A mi eso me duele.”

En Nueva Delhi hay un gran número de inmigrantes bangladesíes que trabajan en casas privadas, pero para poder conseguir trabajo muchos de ellos tienen que renunciar a su tradicional vestimenta musulmana e incluso a sus nombres, si éstos tienen sonoridad musulmana.

La discriminación contra los trabajadores del hogar también abarca la cuestión del saneamiento.

Los trabajadores del hogar suelen tener prohibido utilizar los baños dentro de las casas que limpian.

En los bloques de apartamentos sólo pueden utilizar el baño común, que está siempre en la planta baja.

Lakshmi, de 60 años, que padece artritis, trabaja en un apartamento situado en un noveno piso. Explica a Equal Times: “Empiezo a trabajar a las ocho de la mañana y acabó a las seis de la tarde, pero cada vez que tengo que ir al baño, que está en la planta baja, me toca bajar y subir las escaleras, y eso me hace la vida imposible”.

Radha, trabajadora del hogar de Tamil Nadu, dice: “Nosotras somos las que limpiamos los baños y los mantenemos impecables, pero no podemos utilizarlos porque somos sirvientas”.

Eso acaba teniendo graves consecuencias para su salud.

“La mayoría de los trabajadores del hogar padecen infecciones de la vejiga y de las vías urinarias, además de la tensión mental que sufren por el hecho de tener que controlar la necesidad de orinar”, dice Vahidha Nizam, Secretaria General del sindicato de trabajadores del hogar de Tamil Nadu afiliado a la central sindical All India Trade Union Congress (AITUC).

Afirma que “las iniciativas para mejorar la vida de los trabajadores del hogar no pondrán dar fruto a menos que se elimine el sistema de castas y el estigma de las clases sociales”.

Pero Champa Verma, dirigente del Comité de Mujeres de Hind Mazdoor Sabha (HMS), considera que para mejorar la situación de los trabajadores del hogar se va a necesitar bastante más que la concientización con palabras.

“Cambiar la palabra ‘sirvienta’ por una palabra más sofisticada como ‘asistenta doméstica’ no va a cambiar la situación. La sociedad tiene que aprender a reconocerlas como trabajadoras”.
Sin embargo todo el mundo está de acuerdo en que la sindicalización de los trabajadores y trabajadoras del hogar no es tarea fácil.
“Aunque se ha observado un aumento en el número de trabajadores del hogar, la industria sigue estando desregulada”, afirma Manali Shah, Secretaria Nacional de la asociación de trabajadoras autónomas Self-Employed Women’s Association (SEWA).
“Los trabajadores del hogar trabajan aislados de otros trabajadores porque el lugar de trabajo es un domicilio privado. Debido a esta situación tan compleja, no tienen la posibilidad de negociar a nivel individual ni a nivel colectivo”, añade.
Pero a pesar de estos desafíos, los sindicatos indios están trabajando actualmente con las trabajadoras y trabajadores del hogar de 13 estados distintos.
Y el Gobierno de la India tiene previsto aplicar una serie de medidas para promover el trabajo decente para los trabajadores y trabajadoras del hogar.

Gracias a las iniciativas del Ministerio de Trabajo y Empleo, se ha podido establecer en siete estados un salario mínimo fijo para los trabajadores del hogar, y en 10 estados se han establecido Consejos de Bienestar que registran las agencias de colocación que contratan a los trabajadores/as del hogar.

No obstante la India tiene que esforzarse más a escala global. De momento 19 países han ratificado el Convenio 189 sobre el trabajo doméstico, pero la India todavía no ha dado ese paso.

Establecer una legislación nacional que reconozca el trabajo doméstico como un trabajo real, y no simplemente como una extensión del trabajo no remunerado de prestación de cuidados y atención del hogar, es una tarea que urge en la India, una de las principales economías del mundo.

Pero para millones de mujeres que se encuentran en lo más bajo de la cadena de la economía de cuidados, sigue siendo un sueño lejano.