Después de Grecia y España, el despertar de Irlanda a la lucha contra la austeridad

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Desde la crisis financiera e inmobiliaria de 2008, el Gobierno irlandés ha aplicado todos los remedios recomendados por sus nuevos acreedores.

Aun cuando la cura funciona oficialmente, la realidad es menos alentadora. La tasa de desempleo se redujo a poco menos del 10%, pero este porcentaje no tiene en cuenta la emigración masiva de los jóvenes a países como Australia.

El crecimiento se recuperó hasta alcanzar el 4,5% en 2014, pero esta riqueza ha sido generada principalmente por las grandes empresas que, como Microsoft o Amazon, son acogidas en Irlanda con condiciones fiscales muy generosas.

La población, por su parte, se llevó la peor parte: el desmantelamiento de los servicios públicos y el desalojo de viviendas. Los precios de la vivienda en Dublín nunca habían alcanzado cimas tan altas, y ahora planea de nuevo el fantasma del colapso de una burbuja inmobiliaria.

Un estudio realizado por la oficina central de estadística muestra que casi uno de cada seis irlandeses se encontraba en riesgo de pobreza en 2013, y un tercio de los irlandeses experimentan muchas dificultades para llegar a fin de mes.

Hasta hace poco, el Gobierno, integrado por los liberales del Fine Gael y del Partido Laborista, había encontrado poca resistencia. Sin embargo, a la vista de los acontecimientos de los últimos meses pareciera que ser el mejor alumno de la Troika tiene un precio.

 

Todo comenzó con una historia de agua

A finales de 2013, el Gobierno anunció la creación de Irish Water, una empresa presentada como filial de Bord Gais, el organismo público que se ocupa de la gestión de la red de agua potable.

Irish Water empieza por la instalación de nuevos medidores en todo el país, al tiempo que explica la forma en que los usuarios tendrán que pagar ahora su consumo individual.

Hasta entonces, los irlandeses financiaban el mantenimiento de la red y el consumo a través del impuesto progresivo sobre la renta, y buena parte de la población considera que este nuevo sistema implica una doble imposición injusta.

La llegada de Irish Water, un proveedor de servicios que no se tentará el corazón para cortar el suministro de agua a los morosos, presagia su privatización.

No tardaron en formarme colectivos ciudadanos a través de las redes sociales para impedir la instalación de los medidores, o sabotear los ya instalados.

En toda la isla estallaron incidentes entre pequeños grupos de manifestantes y la policía. En Trim, un hombre fue detenido por impedir el acceso de los técnicos a su propiedad.

Esta detención estuvo lejos de disuadir a los manifestantes, cuyo número no dejó de aumentar durante el verano de 2014, al tiempo que no se hace nada para aliviar la situación.

Entre tanto, con ocasión de las elecciones europeas de mayo de 2014, los votantes manifestaron un claro rechazo hacia los partidos en el poder. Especialmente el partido laborista, que desciende de un 13,9% al 5,3%, mientras que el partido de izquierda Sinn Fein obtuvo el 19,5 % de los votos, casi el doble de su porcentaje habitual.

En otoño, el movimiento se organizó en torno al movimiento Right2Water (R2W: “derecho al agua”), una gran alianza que reúne a partidos de izquierda radical, personalidades del movimiento procedentes de la sociedad civil y cinco sindicatos hasta ahora minoritarios en el país.

Sinn Fein, pese a que ahora se le identifica como el partido insoslayable contra la austeridad en Irlanda, se mantiene al margen de esta alianza. Cabe decir que algunos componentes integrantes del R2W no dudan en llamar al boicot de las nuevas facturas.

El Sinn Fein, cuya historia se encuentra aún lastrada por su vinculación con el IRA (el Ejército Republicano Irlandés), no puede permitirse el lujo de participar en un movimiento que promueve prácticas que rayan la ilegalidad. No obstante, el partido ha hecho saber que si se le elige a la cabeza del país, su primera decisión política será poner fin al sistema de Irish Water.

El R2W organizó una “primera jornada de acción” el 11 de octubre. La magnitud del evento superó las previsiones más optimistas. Se esperaban 10 mil personas, pero respondieron presente por lo menos ocho veces más manifestantes.

Ese mismo día, fue elegido Paul Murphy, el primer diputado de la Alianza contra la austeridad, un partido afiliado al R2W, en las elecciones parciales del suroeste de Dublín. “Lo que hemos visto hoy, afirmó tras anunciarse los resultados, es una verdadera revuelta”.

 

¿Siguiendo los pasos de Podemos?

A raíz de la marcha, el Gobierno concedió una ayuda de 100 euros (110 USD) anuales a un gran número de hogares, pero el anuncio surtió poco efecto sobre el estado de ánimo general. La idea de un boicot generalizado ya está echando raíces en la mente de la población.

En la “segunda jornada de acción”, organizada por R2W el 1 de noviembre, se calculó que el número de manifestantes alcanzó los 100.000.

Poco a poco, a medida que se acercan las próximas elecciones parlamentarias, previstas para 2016, la clase política irlandesa está cayendo en la cuenta de que la cuestión de Irish Water ocupará el centro de la agenda política.

No obstante, lo que empezó como una historia de agua ahora se encamina hacia un movimiento más amplio contra las medidas de austeridad.

Rory Hearne, profesor universitario en Maynooth, llevó a cabo una encuesta de opinión entre los militantes de base de Right2Water.

A su juicio, “la gente ha llegado a un punto de saturación. La reforma del agua fue la gota que derramó el vaso, sobre todo por parte de un Gobierno que había prometido en 2011 no aplicar una política de austeridad”.

El movimiento que sacude Irlanda se encuentra ahora en plena mutación: “Se observa una politización, una toma de posición muy clara contra la corrupción, contra una deuda percibida como injusta, contra la forma en que se ahondan las desigualdades... Lo vemos con el ascenso del Sinn Fein y el brote de prácticas políticas no tradicionales. El R2W está convirtiéndose en un movimiento ciudadano sólido que recuerda iniciativas como la de Podemos”.

Iniciativas donde el papel de Pablo Iglesias es desempeñado por figuras como la de Brendan Ogle, un sindicalista conocido por su firmeza, que dejó recientemente su cargo para participar de lleno en el movimiento.

El estudio de Rory Hearne revela que un tercio de los encuestados se declaran dispuestos a votar por la Alianza contra la austeridad, en relación con un 25% por el Sinn Fein.

Es importante destacar que el 79% de los encuestados daría prioritariamente su voto a un candidato respaldado por el R2W. “Right2Water ha logrado implantarse firmemente en muchas comunidades, al grado de que el movimiento tiene la intención de entrar en política para las próximas elecciones”.

En todo caso, el movimiento está en marcha. El 1 de mayo, el R2W organizó una “Plataforma para la renovación” congregando por igual a personalidades políticas, sindicales e independientes para preparar una declaración de principios con miras a un gobierno progresista.

Además de una propuesta para reformar la gestión del agua, este texto señala pautas encaminadas a mejorar el sistema sanitario y la educación, al tiempo que se disminuye el poder de las finanzas en la economía del país y devuelve su lugar al empleo...

Entre tanto, para Brendan Ogle es el momento de debatir y reflexionar: “Se lanzan partidos, se lanzan marcas, se lanzan personalidades y nombres de personas que luego se sientan y se interrogan tratando de saber cuáles son sus reivindicaciones. Lo que vamos a hacer es intentar invertir el proceso. (...) Nos parece muy lógico. Empezar por barajar ideas en ámbitos que afectan a la vida de los ciudadanos, ver si podemos obtener una declaración de principios, examinar si eso es lo que quieren los ciudadanos. Y, llegado el caso, establecer una nueva alianza de candidatos y personalidades”.

 

Este artículo ha sido traducido del francés.

Este artículo fue publicado originalmente por Basta !

This article has been translated from French.