Juegos Olímpicos de Invierno 2022 en Beijing: un tremendo revés para el Tíbet

A principios de 2008, meses antes de que China diera la bienvenida al mundo con ocasión de los Juegos Olímpicos que se celebrarían en Beijing, se desató en Lhasa, la capital del territorio ocupado del Tíbet, un levantamiento popular que se extendió por todo el país.

Esto saltó a los titulares de la prensa mundial, y seguidamente miles de defensores del Tíbet se congregaron para protestar durante el paso de la antorcha olímpica por Argentina, el Reino Unido, Francia, Estados Unidos, la India y Corea del Sur.

“El pueblo tibetano sabía que el mundo entero tenia la mirada puesta en China, y aprovechó la oportunidad para repetir a las autoridades chinas que no pueden violar sus derechos”, explica Migmar Dolma, una activista tibetana nacida en Suiza, de padres exiliados en la India.

El Comité Olímpico Internacional (COI) había nominado en 2001 a China como sede de los Juegos Olímpicos con la esperanza de que el evento deportivo respaldara los progresos que el país estaba haciendo para abrirse, y que diera lugar a mayores libertades de expresión, en los medios de comunicación y en el ámbito de los derechos humanos.

“Había mucho optimismo en cuanto a la posibilidad de que China se encauzara en un proceso de desarrollo democrático”, afirma Jens Sejer Anderson, Director Internacional de Play the Game, una iniciativa danesa cuyo objetivo es utilizar el deporte para promover la ética y la democracia. “El hecho de que China pudiera encontrarse en la buena compañía de otros países estaba justificado en 2001. Se esperaba que China ajustaría sus políticas en materia de derechos humanos”.

Pero lo que sucedió en 2008 fue justo lo contrario: tras las protestas que se produjeron en Lhasa, se impuso una represión brutal en el Tíbet, y la región quedó efectivamente cerrada al mundo exterior.

Ahora, siete años más tarde, el Tíbet sigue siendo un territorio vedado para los extranjeros, y es un lugar donde, según una investigación llevada a cabo por la Universidad de Colorado Boulder, hay actualmente menos periodistas extranjeros que en Corea del Norte.

“No estamos percibiendo ningún proceso en el que China se esté volviendo políticamente más liberal y esté demostrando más respeto por los derechos humanos”, dice Alistair Currie, responsable de comunicación y campañas de Free Tibet. “De hecho, a lo largo de los dos últimos años, estamos constatando lo contrario, sobre todo en el Tíbet”.

A pesar de todo, el COI podría repetir su error puesto que Beijing es uno de los candidatos para la adjudicación de los Juegos Olímpicos de Invierno de 2022 (el 31 de julio de 2015 el COI anunciará en Kuala Lumpur la ciudad ganadora).

Los activistas temen que, si Beijing gana, China se enaltezca para seguir reprimiendo los derechos de los tibetanos, de los uigures y de otras poblaciones minoritarias que continúan sufriendo las repercusiones de 2008.

“China interpretará la concesión de los Juegos Olímpicos como una aprobación de sus políticas”, afirma Currie, “y de que al mundo exterior no le importa realmente si el pueblo tibetano está oprimido”.

 

Siete años de represión

El Tíbet fue anexionado a China en 1950, y a lo largo de su historia bajo el dominio chino ha sido testigo de levantamientos esporádicos, entre los que cabe destacar el de 1989 en el que cientos de tibetanos fueron asesinados en Lhasa. Las protestas de 2008 fueron solamente la última manifestación de indignación, y se tenía la esperanza de que, con la atención mundial centrada en el Tíbet, China se viera obligada a atender las quejas de los tibetanos.

Pero lo que sucedió fue todo lo contrario: se impuso una ley marcial a gran escala en el Tíbet, y se prohibió el acceso de los medios extranjeros a la región. Hoy en día, según Currie, la situación no ha mejorado.

“El grado de vigilancia y control es mucho más draconiano que antes, y la intensidad de la presión y la propaganda en el Tíbet es muy fuerte”, insiste Currie, añadiendo que el recurso cada vez mayor al castigo colectivo – donde una familia o una aldea entera son castigadas por los actos cometidos por una sola persona – es especialmente preocupante.

Los Juegos Olímpicos de 2008 no trajeron más que dolor y sufrimiento al Tíbet, subraya Golog Jigme, un monje tibetano que, junto con el realizador Dhondup Wangchen, realizó un documental que se emitió en 2008 en el que aparecían tibetanos corrientes hablando en contra del régimen chino, y a raíz de lo cual fue encarcelado y torturado en múltiples ocasiones.

“La comunidad internacional prometió que la situación de los derechos humanos mejoraría con las Olimpiadas, pero la realidad fue completamente distinta: la situación se deterioró desde ’08”, explica, aludiendo a la mayor vigilancia y los innumerables puestos de control y barreras que hacen que a los tibetanos les resulte prácticamente imposible viajar libremente.

“Es más fácil moverse de un país europeo a otro que de una región tibetana a otra”.

Golog Jigme se escapó de la cárcel y permaneció casi 18 meses en la clandestinidad. Finalmente se exilió en la India. Actualmente vive en Suiza, donde tiene planeado hacer todo lo que pueda para dar a conocer al mundo entero la difícil situación en que se encuentra el pueblo tibetano.

“Mientras viva y sea libre, no dejaré de luchar por la causa tibetana”, dice Golog Jigme.

Pero no son sólo los tibetanos los que sufren bajo el régimen chino.

El profesor de la etnia uigur Ilham Tohti fue arrestado el año pasado y permanece detenido. El ganador del Premio Nobel de la Paz de 2010 Liu Xiaobo se encuentra bajo arresto domiciliario desde que se anunció su nominación. El Primer Ministro chino Xi Jinping ha gobernado durante lo que muchos consideran el período más represivo que se ha vivido en China desde la muerte de Mao Zedong en 1976.

Actualmente el Gobierno chino ha decretado ilegal ayunar durante el período de Ramadán en la provincia de Xinjiang. Allí habita la población musulmana de la etnia uigur, que es objeto de las mismas violaciones de los derechos humanos que los tibetanos.

Según Golog Jigme, adjudicar a China los Juegos Olímpicos no haría sino fomentar aún más la represión.

“Si China es nominada como sede para las Olimpiadas de 2022, no cabe la menor duda de que la situación en el Tíbet empeorará. Lo que sucedió en el año 2008 lo demuestra claramente”, dice Jigme. “De hecho, lo que harán es utilizar los Juegos Olímpicos como una oportunidad para imponer más restricciones a las minorías, como son los tibetanos y los uigures, con el objetivo de acabar completamente con la cultura del pueblo tibetano y consolidar las represivas políticas nacionales”.

 

Un fracaso global

El levantamiento de 2008 y las posteriores medidas represivas, incluido el arresto de Golog Jigme y de numerosos activistas tibetanos, demostró al mundo que China no cumplió las promesas que había hecho inicialmente de respetar los derechos humanos.

Aún así, aquel verano, el mundo entero dio la espalda al Tíbet puesto que ni un solo país boicoteó las Olimpiadas.

“La comunidad internacional debe conseguir que China rinda cuentas de sus actos. Pero, desgraciadamente, los Gobiernos se muestran reticentes a expresar con firmeza sus inquietudes en lo que respecta al Tíbet; no se atreven a exigir cambios ni a fomentar el diálogo sobre esta cuestión”, dice Currie.

Golog Jigme opina que es preciso que el COI actúe correctamente y rechace la candidatura de Beijing para los Juegos Olímpicos. Pero si eso no sucede, los tibetanos, tanto dentro como fuera del Tíbet, estarán preparados.

“Si China se convierte en la sede de los Juegos Olímpicos de 2022, los tibetanos del mundo entero estaremos preparados y haremos todo lo posible para denunciar la situación que existe en el interior del Tíbet”, dice Golog Jigme.

Dolma se convirtió en activista durante las Olimpiadas de 2008. Esta vez, tanto ella como innumerables tibetanos, uigures y aliados estarán preparados.

“2008 fue como un entrenamiento para nosotros. Ahora ya tenemos experiencia, hemos aprendido la lección y vamos a aplicarla a los Juegos Olímpicos de 2022”, dice Dolma.

“No deberían cometer el mismo error, pero si lo hacen van a tener que asumir las consecuencias. Nosotros volveremos a mostrar al mundo que no estamos conformes con las políticas coloniales de China”.