El trabajo mata 150 personas al día en EE.UU.

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Todos los días mueren 150 trabajadores y trabajadoras en Estados Unidos a causa de lesiones producidas en su lugar de trabajo, o por enfermedades profesionales.

Esta es la constatación que la central sindical estadounidense más importante, la American Federation of Labor and Congress of Industrial Organizations (AFL-CIO), publica en su último informe sobre “el precio de la negligencia”, tomando como base las cifras del ministerio de trabajo de EE.UU.

Solamente en 2013, fallecieron en su lugar de trabajo más de 4.500 personas, y cerca de 50.000 trabajadores murieron a causa de enfermedades contraídas durante su vida laboral.

“Dakota del Norte sigue distinguiéndose como un lugar particularmente peligroso y mortal para trabajar”, señaló la AFL-CIO, indicando que presenta “la mayor tasa de mortalidad en el trabajo del país”, un 14,9 por 100.000 trabajadores, es decir, más de cuatro veces la media nacional.

El responsable de este triste récord es en gran parte el rápido desarrollo de la explotación del gas de esquisto mediante fracturación hidráulica.

Sin embargo, es Texas, otro estado estadounidense marcado por el auge del “fracking”, el que contabiliza el mayor número de decesos durante la jornada de trabajo: 493 solamente en 2013, es decir, más que California, el cual registró, el mismo año y con casi 39 millones de habitantes, 385 muertes, a diferencia de los 27 millones del estado de Texas.

 

Competencia a la baja en las obras de construcción

“En Texas mueren más trabajadores que en cualquier otro estado”, denuncia la asociación de defensa de los trabajadores, Workers Defense Project (WDP), con sede en Austin, la capital del estado, donde centra su atención en el sector de la construcción.

Este último se sitúa entre los sectores más peligrosos, equiparable solamente con el transporte terrestre en Estados Unidos.

En esta región en auge, donde el crecimiento demográfico fue superior al doble del país en los últimos cinco años, “entre la población activa, una persona de cada trece trabaja en el sector de la construcción”, afirma Robert Delp, director del programa abocado a mejorar la situación en este sector, Better Builder, del WDP.

A través de este programa, puesto en marcha hace tres años, los constructores se comprometen particularmente a dar formación a todos aquellos que trabajan en sus obras de construcción a fin de garantizar su seguridad y asegurarles una indemnización en caso de accidente.

“Tenemos que encontrar nuevas formas de recompensar a los constructores que quieren actuar correctamente”, prosigue Delp.

A su juicio, el hecho de reservar los contratos públicos a las empresas de construcción que permiten a sus trabajadores tomar descansos y les suministran agua, como lo hace la ciudad de Austin, no es suficiente para implantar una cultura de la seguridad.

Además, según Delp, “los que trabajan en las obras de construcción son principalmente trabajadores latinoamericanos, en su mayoría nacidos en el extranjero”.

Ahora bien, “la tasa de mortalidad de los trabajadores latinoamericano ascendió al 3,9 por cada 100.000 trabajadores en 2013, en relación con el 3,7 por 100.000 trabajadores en 2012”, se alarma la AFL-CIO, al tiempo que observa: “dos tercios de los fallecidos son trabajadores nacidos fuera de los Estados Unidos”.

El sindicato llega a la conclusión de que “el sector de la construcción es el responsable del mayor número de muertes de trabajadores latinoamericanos”.

Un trabajador con un dedo amputado porque a un capataz se le cayó un taladro; otro despedido tras lesionarse la espalda; gastos médicos de un pintor que no cubre su empleador por haberlo inscrito ilegalmente como proveedor y no como asalariado... La letanía de los casos tratados por el WDP ilustra todos los progresos que aún falta por hacer.

Tras perder cinco dedos del pie en una obra de construcción, el trabajador de origen mexicano Javier Bautista afirma que ni siquiera se le pagó por ese trabajo. “Hay que pagar el alquiler, comprar comida. Para eso se trabaja. Pero ni siquiera me pagaron. Perdí los dedos por nada”.

“Como lo demostró la investigación del Workers Defense Project realizada conjuntamente con las Universidades de Texas e Illinois, uno de cada cinco trabajadores de la construcción se verá gravemente lesionado en el trabajo durante su vida profesional en Texas”, denuncia Matt González, miembro de la Unión Internacional de Trabajadores de Norteamérica (LIUNA, por sus siglas en inglés), que coordina las sesiones de formación de seguridad en el trabajo en Austin.

“La mano de obra sigue siendo vista como un bien abundante en este país. Existe una competencia a la baja, lo que significa que todo el mundo trata de encontrar asalariados a los que pueda pagar menos”.

Para salir de este sistema, que demasiado a menudo considera a los trabajadores de la construcción como un bien comercial entre otros “todo el mundo debe conocer sus derechos y se requiere un sindicato”, opina Gonzáles, subrayando que solamente el 5% de las obras de construcción en Texas está sindicalizado.

El WDP añade la necesidad de una reforma migratoria, para sacar de la ilegalidad a una impresionante mano de obra indocumentada, lo que tiende a nivelar las condiciones de trabajo a la baja.

Pese a la gravedad del problema, el movimiento social se muestra combativo con el fin de sindicalizar a un mayor número de trabajadores e inculcarles una cultura de seguridad en el lugar de trabajo. “Nuestro sindicato se inscribe en décadas de historia de huelgas y bloqueos de plantas de producción. Como nosotros, los trabajadores se cansaron de ser utilizados y víctimas de malos tratos”, concluye González.

 

This article has been translated from French.