La presión a escala mundial sobre la sociedad civil es “insostenible”

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Seis de cada siete personas viven en países donde sus libertades cívicas se ven amenazadas, al tiempo que las organizaciones que se ocupan de su defensa se ven presionadas por la crisis de la financiación, la presión política, así como otros tipos de acoso, según un nuevo informe.

El informe sobre la situación de la sociedad civil de 2015, State of Civil Society Report, elaborado por CIVICUS, la alianza mundial de organizaciones de la sociedad civil, afirma que estas organizaciones (OSC) también han sido blanco en todo el mundo de ataques a la libertad de expresión. Una situación que el Director Ejecutivo de CIVICUS, el Dr. Dhananjayan Sriskandarajah, describe como una “situación insostenible”.

El responsable de Política y Defensa en CIVICUS, Mandeep Tiwana, comentó a Equal Times que las OSC, entre las que se incluyen las organizaciones no gubernamentales (ONG), sindicatos y agrupaciones religiosas, han estado presentes en primera línea de muchas de las más grandes emergencias humanitarias del último año, incluyendo la crisis del Ébola y el bombardeo de Gaza.

“A pesar de que las organizaciones de la sociedad civil han venido demostrando constantemente su valía en las crisis mundiales, incluyendo la ayuda humanitaria en situaciones de desastre, la resolución de conflictos, la reconstrucción después de los conflictos y abordando el déficit democrático mundial generalizado, el sector de la sociedad civil en su conjunto se enfrenta a graves dificultades de dotación de recursos”, señaló.

“Estas dificultades incluyen la escasez de fondos, especialmente para las OSC más pequeñas, a fin de asegurar su sostenibilidad a largo plazo, así como los entornos normativos restrictivos que impiden la movilización de recursos tanto de fuentes nacionales como internacionales”.

El informe también reveló que los fondos estatales destinados a la sociedad civil son preocupantemente bajos. De los 166 mil millones de USD destinados a la ayuda oficial al desarrollo (AOD) por parte de los principales países donantes en 2013, solamente el 13 por ciento, es decir, 21 mil millones de USD, se destinaron a la sociedad civil.

 

Acallar la disidencia

Algunos activistas de derechos humanos afirman que esta situación se debe en parte a que los gobiernos quieren debilitar y restringir la financiación a las OSC que expresan su disensión y hacen campaña para cambiar las políticas preponderantes.

En su ensayo The Clamp-down on Resourcing, Maina Kiai, Relator Especial de la ONU sobre la libertad de reunión y de asociación, escribe: “Recortar los recursos financieros es un medio fácil utilizado por los gobiernos para silenciar una OSC que se muestra demasiado crítica”.

Kiai cita el ejemplo de Etiopía, que promulgó una ley en 2009 que prohíbe a las OSC que trabajan en cuestiones de género y derechos del niño recibir más del 10 por ciento de sus fondos de fuentes extranjeras.

Entre estos países se encuentran Pakistán, Turquía y Rusia, donde el presidente Vladimir Putin fue criticado a principios de este año por Amnistía Internacional por la introducción de una ley que señala a las organizaciones extranjeras en Rusia como “indeseables”, si se considera que presentan una amenaza al orden constitucional o la seguridad de Rusia.

Márta Pardavi, una destacada defensora húngara de los derechos humanos, indicó a Equal Times que las conclusiones de CIVICUS coinciden con la experiencia de las organizaciones en Hungría.

"El sector de las ONG independientes, que dependen de la financiación extranjera y a menudo expresan posiciones críticas con respecto a las políticas gubernamentales, se enfrentan a una serie de controles sin precedentes de parte de los organismos públicos. Por ejemplo, investigaciones fiscales, así como el hecho de ser estigmatizadas con suposiciones de orden político para desacreditarlas”, afirmó Pardavi.

“Hacer frente a todos estos ataques, críticas infundadas y medidas legales supone cargas adicionales para muchas ONG, lo que dificulta aún más la realización de su proyecto, resultando también en la politización de actividades esencialmente no-partidistas”.

Sriskandarajah describe estas reacciones adversas contra la sociedad civil a escala mundial como profundamente preocupantes.

“Pese a la increíble labor que realiza la sociedad civil, sigue siendo objeto de todo tipo de ataques. Solamente en 2014 documentamos graves violaciones del “espacio cívico”, es decir, las libertades de expresión, de reunión y sindical, en la asombrosa cifra de 96 países en todo el mundo”, afirmó.

“Para colmo, las organizaciones que más necesitan fondos, esencialmente las del Sur, reciben solamente una fracción de los miles de millones de dólares de financiación que se destina al sector. Es una situación insostenible. Muchos donantes saben que la sociedad civil está haciendo un trabajo de esencial importancia, pero necesitamos que muestren más valentía a fin de asegurar la supervivencia de las organizaciones que se encuentran en primera línea de fuego”.