“Los sindicatos tienen un papel importante que desempeñar en las negociaciones climáticas”

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Merlyn Van Voore es la Coordinadora del compromiso del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) con el Fondo de Adaptación, que financia proyectos y programas para ayudar a los países en desarrollo a adaptarse a los efectos negativos del cambio climático.

Equal Times habló con ella durante la cumbre sindical del clima, el 14 de septiembre de 2015.

 
¿Qué piensa de las promesas formuladas actualmente por los diferentes países, con la COP21 a la vista?

Los países hacen sus promesas sobre la base de su propia evaluación acerca de sus posibilidades. Nuestro argumento en el PNUMA es que existe un objetivo global que todos tenemos presente y que es preciso mantener la mira puesta en este objetivo. La pregunta sería entonces: ¿Ayuda su evaluación nacional, sus propias promesas, a cumplir con este objetivo?

Algunos países consideran que están poniendo sobre la mesa su mejor esfuerzo, lo máximo que pueden dar. Lo que resulta preocupante es que tal vez lo mejor no sea suficiente. Lo que vamos a hacer, en tanto que PNUMA, es tratar de evaluar si la suma de estas promesas realmente permiten dar un paso adelante.

Todas las promesas de los países en su conjunto no pueden dar todavía una idea de si son suficientemente positivas para el objetivo común, es demasiado pronto para decirlo.

Sin embargo, sabemos pertinentemente que nuestro análisis preliminar indica que todavía estamos muy lejos de donde deberíamos estar.

 
¿Es esta la cumbre de la “última oportunidad”? Si no conseguimos un acuerdo vinculante en esta ocasión, ¿será demasiado tarde para la humanidad?

No, nunca es demasiado tarde. La razón por la que un acuerdo vinculante a escala mundial es importante es que envía una señal; ante todo, este es un problema colectivo.

No es demasiado tarde, porque sabemos que existen muchos otros protagonistas, tales como los jóvenes o los movimientos sociales, que realmente están haciendo algo a la par de los compromisos de los gobiernos nacionales, lo cual también es importante.

Así, pienso que no debemos perder de vista el hecho de que si bien se trata de compromisos nacionales por parte de los gobiernos, también participan ciudades, grandes movimientos, como el movimiento por la desinversión de los combustibles fósiles de los estudiantes universitarios, de modo que este proceso ya se encuentra en marcha.

La cuestión consiste entonces en esperar que todos estos elementos se sumen para mantenernos dentro de los 2°C, pero no es demasiado tarde.

 
¿Qué pueden aportar los sindicatos a la mesa para ayudar a alcanzar un acuerdo vinculante en París?

Creo que la importancia del papel de los sindicatos, similar al papel de otros movimientos sociales, es que tienen la posibilidad de ejercer presión no solamente sobre los empleadores, sino también sobre las federaciones sindicales, que son en realidad los dueños de la riqueza gracias a sus fondos de pensiones.

De modo que pueden empezar a enviar señales sobre la forma en que desean que sus fondos de pensiones inviertan, esperemos que en algo más sostenible, al tiempo que aseguran los rendimientos adecuados para sus miembros.

Sí, en efecto, se trata de ejercer presión, pero también de asegurar que su voz se amplifique como grupo.

 
Ya hemos visto antes una brecha entre el Norte y el Sur, entre energías antiguas y energías limpias. ¿Cree que sigue planteándose esta dicotomía, o existe una convergencia de puntos de vista entre el Norte y el Sur y entre los trabajadores de diversas industrias?

Me parece que a menudo planteamos nuestra manera de entender el problema precisamente en forma de dicotomía: países desarrollados contra países en desarrollo, ricos contra pobres...

Creo que en el futuro, y esta es la razón por la que el acuerdo de París es tan importante, esta perspectiva va a cambiar, o debería cambiar, la dinámica de contraposición: nosotros contra ellos, tú primero y yo te sigo, los trabajos contaminantes son más seguros, los empleos verdes son demasiado caros e impredecibles.

Asimismo, creo que esta distinción va a empezar a difuminarse enormemente y sin duda desaparecerá a medida que nos acerquemos al año 2030, que es cuando esperamos que nuestro nuevo acuerdo comience a mostrar resultados.