¿Es la coalición europea de la ultraderecha un paso en falso para Europa?

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“Señor Presidente, supongo que me estaba buscando en la primera fila”, replicó Marine Le Pen al presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, con un sarcasmo apenas disimulado.

Le Pen intervenía en el pleno como líder de un grupo parlamentario recién creado en junio: el grupo Europa de las Naciones y de las Libertades (ENL). Los líderes de los grupos políticos suelen sentarse en la primera fila. Al parecer Le Pen no había sido invitada formalmente y tuvo que quedarse en las últimas filas con sus correligionarios del Frente Nacional y el ENL.

Aun así, el ENL va a obtener millones de euros de los fondos de la Unión Europea, gracias a sus 39 eurodiputados procedentes de diversos partidos de ultraderecha de toda la UE: el Frente Nacional francés (FN), la Liga Norte italiana (LN), el Partido de la Libertad austriaco (FPÖ), el Partido por la Libertad holandés (PVV), el Congreso de la Nueva Derecha polaco (KNP) y el Vlaams Belang belga flamenco (VB).

Orgullosamente euroescéptico, el ENL rechaza las críticas que lo tildan de xenófobo y antiinmigración. Su vicepresidenta Janice Atkinson, eurodiputada británica independiente y ex miembro del Partido de la Independencia de Reino Unido (UKIP), declaró en la conferencia de prensa inaugural del ENL: “Vamos a sufrir ataques por parte de los trolls en internet; es decir, campañas de la izquierda financiadas públicamente contra nosotros”. Sin embargo, lo que se le olvidó mencionar fue la financiación pública que recibirá el ENL.

La llegada de Atkinson facilitó la creación del ENL, pues con ella se superó el mínimo de siete países exigido para formar un grupo parlamentario. Esto ocurrió después de que fuera expulsada del grupo UKIP/Europa de la Libertad y la Democracia Directa (EFDD) por estar imputada por operaciones fraudulentas.

Le Pen ha intentado moderar la retórica extremista del Frente Nacional para aumentar su atractivo. Su padre Jean Marie Le Pen, fundador del FN y famoso por negar el Holocausto, fue excluido recientemente del partido. Asimismo, el ENL asegura que la inclusión del KNP polaco en el grupo solo se permitió después de que expulsara a su líder Janusz Korwin-Mikke, a quien multaron en una ocasión por utilizar lenguaje racista en el pleno.

De hecho, la página web del ENL tiene como objetivo distanciarse de la oratoria de la ultraderecha típica de anteriores grupos políticos, haciendo hincapié en su “respeto a la democracia” y su rechazo a “cualquier afiliación, conexión o simpatía, pasada o presente, hacia cualquier proyecto autoritario o totalitario”.

Sin embargo, sí que detalla sus objetivos de oponerse a la transferencia de más soberanía a la UE, así como de exigir unos controles de inmigración más estrictos.

En la conferencia de prensa, Atkinson insistió en exponer claramente los objetivos del ENL que sacaran de quicio al bando europeísta. “Millones de personas nos apoyan y queremos derribar este lugar [la UE]. Queremos recuperar nuestros países”.

Como es lógico, las reacciones del resto de los grupos políticos fueron duras. “No ofrecen nada para mejorar el futuro de los ciudadanos. El ENL incita a la ansiedad y al miedo. Con eso no podemos construir un futuro”, explicó a Equal Times Pervenche Berès, eurodiputada francesa de la alianza de centro-izquierda Socialistas y Demócratas (SD).

Philippe Juvin, eurodiputado francés del grupo del Partido Popular Europeo (PPE; de centro derecha), aseguró que no está “enfadado ni preocupado” y añadió que la mera existencia del ENL “significa que tienen que acatar las reglas del Parlamento”.

“Participar en el proceso legislativo es lo mínimo que puede hacer el ENL”, explica Juvin a Equal Times. “Hasta la fecha, los partidos eurofóbicos han malgastado el tiempo y los recursos del Parlamento Europeo en intervenciones teatrales y dramatizaciones”.

 

Abundantes incentivos

Sin duda existieron incentivos para promover la formación del ENL. “Les esperan considerables ventajas”, afirma Charles de Marcilly, director de la oficina en Bruselas de la Fundación Robert Schuman, un respetado think tank.

“Estos eurodiputados tienen que estar más unidos, ya que así consiguen dinero: 17,5 € millones para los cuatro próximos años. Eso significa más personal y más apoyo administrativo. Además, significa más tiempo para intervenir en los debates plenarios y más influencia en los plenos”, asegura de Marcilly.

Esto es especialmente preocupante para los detractores del ENL, pues temen que el ENL sabotee y dificulte el proceso legislativo. “Están usando los medios del Parlamento de la UE para hacer campaña. Eso es contraproducente”, alega Beres.

Este tipo de opiniones irritan a Le Pen. En una conferencia de prensa describió los argumentos que cuestionan el derecho del ENL a recibir financiación de la UE como escandalosos y añadió: “Eso no se utiliza contra otros grupos que reciben dinero de los votantes”.

A su vez, la Red Europea contra el Racismo (ENAR) está furiosa y afirma que el ENL no debería estar en el Parlamento. En una declaración instó al Parlamento Europeo a “establecer determinados requisitos para que los grupos puedan recibir financiación” y añadió que deben incluirse normas relacionadas con la “incitación al odio”.

De Marcilly asegura que la preocupación de los grupos progresistas por la repercusión que tendrá el ENL probablemente sea injustificada, al menos para esta legislatura, pues en realidad constituyen el grupo más pequeño.

“Tengo mis dudas acerca de sus declaraciones en las que afirman que introducirán cambios y aportarán un nuevo enfoque. Para ello, necesitarían la cooperación de otros grupos, pero en realidad están solos con su programa. Para aprobar leyes o presentar enmiendas necesitarían el apoyo de otros grupos y no lo conseguirán”, explicó.

Entonces, ¿solo son bravuconadas de la derecha? Al parecer, las ideas de algunos de los partidos antieuropeístas y antiinmigración más radicales de Europa han estado ganando terreno entre el electorado, como parece ser el caso en Francia, Suecia y Reino Unido. El ENL ha sido muy explícito al comentar los temas de la crisis de los refugiados y los controles fronterizos.

En otra conferencia de prensa del ENL, Atkinson declaró que, a pesar de la opinión “de la industria de los derechos humanos, esto no es una crisis de refugiados, sino una enorme crisis de inmigración ilegal contra la que debemos luchar”.

Los progresistas temen que este mensaje haya tenido resonancia entre algunos votantes.

“Algunas personas están preocupadas por el tamaño de la UE, que se ha centrado en una integración más profunda y un bienestar a escala global”, explica de Marcilly. “Creo que es por eso por lo que los partidos de este tipo obtienen votos. Se trata de la necesidad de culpar a la gente de los problemas y para la mayoría de los votantes de estos partidos esa gente son los extranjeros”.

En lugar de limitarse a llenar un vacío para los votantes contra la inmigración, ¿podría el ENL convertirse en una fuerza importante en un futuro próximo? De Marcilly asegura que todavía no se puede saber: “Alrededor de 14 Estados experimentaron un incremento de los votos a la ultraderecha, por lo que existe una preocupación real sobre el aumento de su protagonismo. Creo que las próximas elecciones europeas serán muy reveladoras”.

 

Paradoja

Berès opina que el ENL ya tiene influencia, que ya son “demasiado numerosos” y que sabotean los procesos. Según afirma, uno de los principales argumentos del ENL es que todos los grupos europeístas son iguales. De hecho, debido al auge de los partidos radicales en las elecciones del año pasado, los partidos de centro izquierda y centro derecha se han visto obligados a aliarse para poder aprobar leyes.

“La paradoja es que debido al peso que tienen el ENL y otros grupos euroescépticos, para algunos temas nos hemos visto obligados a llegar a un acuerdo común con el PPE, lo cual no me gusta por principios”, se queja Berès.

Cuando faltan menos de cuatro años para las próximas elecciones al Parlamento Europeo, los partidos europeístas tienen como objetivo luchar para evitar que la ultraderecha siga creciendo.

“Este fenómeno está basado en la ansiedad, la incertidumbre y la frustración. Ningún grupo europeísta debe permitir que los partidos de ultraderecha monopolicen asuntos importantes, como la crisis de la inmigración, las negociaciones con Grecia o la salida del Reino Unido de la UE”, explicó Juvin.

La comunicación con los votantes es esencial para Juvin. “Si los votantes europeos sienten que se les escucha y que sus representantes están tomando decisiones responsables y velando por sus intereses volverán a creer en el proyecto europeo”.

Berès coincide en que la comunicación es importante, pero añade que eso “no significa nada si las políticas no ofrecen resultados” y que todo depende de enmendar las políticas de austeridad y “dar más margen de maniobra para lograr crecimiento y más puestos de trabajo”.

Juvin también está de acuerdo y hace hincapié en que los grupos europeístas deben repercutir favorablemente en la vida de los votantes. “Si logramos resultados positivos, como una notable reducción del desempleo, estoy seguro de que disminuirá la influencia de los partidos de ultraderecha”, sostiene.

Sin embargo, no va a ser fácil. De Marcilly asegura que como Le Pen ahora tiene derecho a una intervención plenaria de dos minutos como líder de un grupo parlamentario, tendrá más oportunidades de publicitarse, como por ejemplo denunciando a figuras simbólicas de la UE que asistan a las sesiones del Parlamento. Según dice, este “es un nuevo nivel de comunicación que trasciende la escala nacional”.

Por tanto, ya se han trazado los frentes de batalla entre los eurófilos y los eurófobos de ultraderecha. Le Pen advierte que no van a poder disuadir al ENL. “Seguiremos siendo fieles a nuestras convicciones. Las instituciones de la UE no pueden controlarnos”.

Beres pide a los progresistas que desempeñen un papel más agresivo. “Ya no podemos ignorarles. Ahora tienen más fuerza. Tenemos que luchar contra ellos. Si nos quedamos callados estaremos cediéndoles todo el espacio”.