Los pueblos indígenas de América quieren preservar sus conocimientos

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“Un amigo y yo decidimos adentrarnos en la selva con un guía, saliendo de Iquitos, en Perú, hasta llegar a Brasil, para estudiar las plantas. Llevábamos seis días de marcha, estábamos agotados, mi amigo estaba herido y casi no podía caminar. Nuestro guía partió en busca de los Matsés para pedir su ayuda. Nos sanaron a base de plantas, empleando sus conocimientos ancestrales, sin pedirnos nunca nada a cambio”.

Fue esta aventura, en 2003, lo que empujó a William Park a intentar ayudar a los Matsés creando la ONG Acaté Amazone Conservation.

Cuando Equal Times le entrevistó, acababa de concluir hacía unos meses un proyecto de una magnitud colosal: la realización, en colaboración con la comunidad indígena, de una enciclopedia de 500 páginas recopilando la mayor parte de sus conocimientos médicos.

El documento existe en un único ejemplar, redactado en la lengua de los Matsés.

“El objetivo es que la comunidad consiga conservar y transmitir sus conocimientos, pero al mismo tiempo que no puedan ser saqueados por ninguna empresa extranjera. Si ellos deciden compartirlos un día, será su elección, no nos corresponde a nosotros decidir en su lugar”, explica el especialista en agricultura sostenible.

En unas sociedades donde la transmisión de conocimientos se realiza casi exclusivamente de manera oral, esto constituye un cambio radical. “Les preguntamos qué era lo que necesitaban. La transmisión de conocimientos era la cuestión más importante para ellos”, prosigue este americano establecido ahora en Iquitos.

 

La difícil transmisión del saber a las jóvenes generaciones

Parte de este saber resulta bastante simple. Cómo encontrar una fuente de agua fresca en medio de la selva cortando una liana, meter la mano en un hormiguero y utilizar las hormigas como repelente para los mosquitos, curar una herida con “sangre de dragón”… Detalles que conocen desde su más tierna infancia los miembros de la comunidad, y que resultan indispensables para la supervivencia cotidiana en un entorno aparentemente hostil.

En cambio, son los conocimientos más complejos los que muchas veces corren peligro.

Marcelinho, un chamán que vive en una comunidad situada a cuatro horas de Iquitos, explica a Equal Times: “En mi familia todos somos chamanes, es algo que pasa de padre a hijo; pero aun así se pierden conocimientos”.

“Con las plantas que encontramos en la selva, se puede curar de todo, desde la más ligera infección hasta el cáncer. Los médicos extranjeros no nos creen y desaniman a la gente para que no vengan a vernos”.

Si bien la veracidad de esas curaciones milagrosas no está aún demostrada, las empresas farmacéuticas buscan activamente nuevos productos. En aquellos casos en que una planta demuestre su eficacia desde un punto de vista “occidental”, será objeto de diversas pruebas y a menudo de patentes registradas por multinacionales.

Una situación preocupante que daría origen a un informe en 2005 realizado por el Banco de Desarrollo de América Latina. Sus autores apuntan a un profundo desequilibrio entre la biodiversidad, que se encuentra principalmente en los países del sur, y el hecho de que el 95% de las patentes pertenecen a empresas de países industrializados del norte.

“Si tres comunidades usan la misma planta para una misma enfermedad, una empresa de bio-prospección examinará sistemáticamente dicha planta”, explica el informe.

La recuperación de esos conocimientos tradicionales, que terminan estandarizados, a lo que se suma la atracción que ejercen las grandes ciudades sobre muchos jóvenes indígenas, hace que resulte cada vez más complicada la transmisión del saber ancestral.

Con objeto de conservar las enseñanzas y luchar contra esta situación, Acaté ha previsto una segunda etapa: favorecer el establecimiento de un sistema de aprendizaje donde un “anciano” se encargue de transmitir sus conocimientos a un joven.

Un acompañamiento indispensable según Arquímedes Vitonás Noscué, líder de la comunidad colombiana Nasa del Cauca, al sur del país.

Este especialista en derechos indígenas y reconocido por la Unesco en 1997 como “sabio ancestral” explica: “El problema es muy amplio. Los conocimientos se transmiten por vía oral y si los jóvenes no quieren aprender, los mayores no siempre insisten. Cuando éstos desaparecen, se pierden los conocimientos, porque generalmente se trata de un saber que resulta complicado poner por escrito”.

Milagros Paz Zegarra, la nueva responsable de cuestiones indígenas de la Central Autónoma de Trabajadores del Perú (CATP) apunta también al problema educativo.

“Los docentes que van a las comunidades generalmente vienen de Lima. No hablan la lengua, ni comprenden la importancia de la comunidad y de su acervo cultural. Los pueblos nativos podrían enseñarnos muchas cosas a nivel médico, cultural, medioambiental… se trata de riquezas ancestrales que estamos perdiendo. Hay que cambiar las cosas formando docentes que salgan directamente de las comunidades”.

Esta es la acción que ha emprendido en Junín, departamento del centro de Perú, el Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica (CAAAP) trabajando en colaboración con las comunidades indígenas para la formación de jóvenes.

Ingenieros, docentes, líderes… la idea, según Adda Chuecas, Directora del CAAAP, es que “los Ashaninkas sean los actores del cambio. Gracias a este programa, los jóvenes se implican en sus comunidades, en las administraciones, para defender los intereses de los suyos”.

 

¿La tecnología digital como solución?

El crecimiento de la población, la reducción del territorio, el deterioro del medio ambiente la confrontación con el “mundo moderno”… los motivos para la progresiva desaparición de la riqueza cultural indígena son numerosos.

Las soluciones lo son algo menos, pero la tecnología digital ocupa ya un lugar cada vez más importante.

En México, un grupo de expertos elaboró un vocabulario audio de la lengua de los Wixaritari, un pueblo indígena al que pertenecen unas 40.000 personas.

En Brasil, el proyecto Tribal Voice lanzado por Survival International este verano, concede la palabra a miembros de las comunidades guaraní y yanomami. La idea era hacer descubrir al mundo exterior cómo transcurre la vida en el seno de una comunidad y las dificultades que encuentran a causa de los buscadores de oro o los madereros ilegales.

El proyecto Heritable Innovation Trust trabaja con comunidades repartidas en seis países distintos para proteger la propiedad intelectual de la población indígena. Para luchar contra la bio-piratería, esta organización ha creado un sistema que permite registrar y proteger sus prácticas culturales, lingüísticas o incluso médicas, de manera inalienable.

“Nuestro trabajo es proteger la naturaleza, el viento, las montañas, la selva, los animales, y esto es lo que queremos enseñarles”. Las palabras de Davi Kopenawa, chamán y portavoz del pueblo Yanomami, en 1992 poco antes de la Conferencia de Río sobre el medio ambiente, resuenan todavía a pocos meses de dar comienzo la COP21 en París.

 

This article has been translated from French.