Amenaza de expulsión de un asentamiento de gitanos en París

En el pequeño cinturón ferroviario situado bajo una de las calles del distrito XVIII de París, se ha formado este verano un asentamiento de personas de etnia gitana. Bordeadas por altas vallas metálicas, estas improvisadas chabolas de madera, chapa y lona se alinean a lo largo de la antigua vía de tren que circunvalaba París, abandonada desde hace 50 años.

Para bajar al campamento hay que utilizar como escalera unas tambaleantes planchas de madera. Un hombre lleva bidones de agua a su casucha. A lo lejos, una mujer barre una tela negra colocada sobre las vías para bloquear el polvo. El humo de las estufas de madera se eleva de los barracones.

Desde el verano, este asentamiento chabolista viene creciendo en medio de una total indiferencia. Allí se han instalado entre 350 y 400 personas, incluidos 70 niños —17 de ellos escolarizados—.

La justicia ha ordenado su evacuación a petición de la SNCF, la compañía nacional de ferrocarriles propietaria de la antigua línea ferroviaria. El tribunal de primera instancia ha estimado que el asentamiento supone un “trastorno manifiestamente ilícito” que reviste “peligrosidad debido a la proximidad de las vías férreas abiertas a maniobras”.

“Estamos intentando que se nombre un juez para conseguir que se retrase la orden de expulsión y encontrar soluciones de alojamiento permanentes. Así evitaremos que se reconstruya un nuevo asentamiento chabolista a unos metros de distancia”, explica André Feigeles, del colectivo RomParis.

“Se trata de familias inmigrantes que hacen viajes de ida y vuelta desde Rumanía, donde les discriminan, a Francia, donde la mayoría trabaja como aparceros. Es una forma de supervivencia”.

En la capital francesa apenas hay asentamientos. En realidad, estas familias se instalaron allí después de las sucesivas expulsiones en Seine-Saint-Denis, en Saint-Ouen en julio y, a finales de agosto, en La Courneuve.

“Viví en el campamento de La Courneuve, después en el de Porte de la Villette y más tarde en el del Estadio de Francia”, explica Mario, que se ha instalado junto a sus dos hijos en este nuevo asentamiento. “Vine a Francia a buscar empleo, porque en Rumanía no hay trabajo o nos pagan 200 euros al mes, que no llegan para vivir”.

Calin Kovaci, de 25 años, acaba de acompañar a una familia para ayudarla a solicitar su empadronamiento, y poder tener una dirección administrativa donde recibir su correo y hacer valer algunos derechos y prestaciones.

Calin lleva tres meses como voluntario de la asociación Les Enfants du Canal y participa en el programa Romcivic: “Yo soy rumano, por eso hago de traductor para estas familias, porque hay muy pocas que hablen francés. Les ayudo en las gestiones para conseguir el empadronamiento, para ir al hospital o a buscar un empleo. Este asentamiento chabolista es muy tranquilo, no hay problemas entre la gente”.

Aquí, Mario pudo hacer los trámites de empadronamiento y escolarizar a sus hijos. “Si nos expulsan, no sé donde podrán ir. Además, hace frío, así que no podemos marcharnos ahora”, explica.

 

“No hay una política para reabsorber estos asentamientos de chabolas”

2015 fue un año difícil para los gitanos. El 18 de mayo, Manuel Valls defendía en France Culture la necesidad de desmantelar los campamentos de gitanos porque “representan un auténtico peligro para estas poblaciones, para los niños”; incluso siendo necesario, según él, un “diagnóstico social” antes de desmantelarlos.

En 2015 las autoridades francesas evacuaron a 11.128 personas de 111 campamentos, es decir, el 60 % de los habitantes de los asentamientos de chabolas que hay Francia, según el censo elaborado por la Delegación Interministerial de Alojamiento y Acceso a la Vivienda. L’Île-de-France encabeza las regiones más hostiles a estas poblaciones, con un 62 % del total de las evacuaciones.

De esas 111 evacuaciones, sólo se han propuesto soluciones para el realojamiento de los habitantes de 29 campamentos —un descenso si lo comparamos con los 71 campamentos que se beneficiaron en 2014 de realojamientos—.

Según la Ligue des droits de l’homme (LDH), no se está aplicando la circular de 26 de agosto de 2012, —que dispone el acompañamiento de familias gitanas—, “y se queda en papel mojado en la gran mayoría de las evacuaciones”.

Hecho que comparte el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Zeid Ra’ad al Hussein, que el 11 de septiembre de 2015 15 afirmó que parecía existir “cada vez más claramente una política nacional sistemática de exclusión forzosa de los gitanos” en Francia y… en Bulgaria.

“El Estado francés carece de una política para reabsorber estos asentamientos de chabolas, no hay medios” explica André Feigeles. “Por eso, cada seis meses, se destruyen los asentamientos y nacen otros. Cuando hay expulsiones, el Estado selecciona a algunas familias, las más integrables, y las aloja en hoteles, muy apartados de las escuelas donde están escolarizados sus hijos o en locales precarios no adaptados para que vivan familias”.

Para encontrar una solución de alojamiento definitiva, se ha creado un dispositivo inédito de inserción. Se trata de una asociación que agrupa a los gitanos del asentamiento: “Los constructores de Cabañas”. Su objetivo: presentarse a la convocatoria de proyectos europea que pretende “reabsorber los alojamientos precarios de comunidades marginales como las de los gitanos”. El presupuesto asignado a l’Île-de-France asciende a 3.335.000 EUR.

“Sólo estamos a la espera de que el ayuntamiento nos dé un terreno para poder construir nuestras casas nosotros mismos y vivir normalmente”, explica Mario con orgullo.

“En el campamento hay algunos auténticos profesionales de la carpintería”, añade André. “La idea consiste en construir módulos habitables de menos de 30.000 EUR. Tuvimos una reunión en la Alcaldía de París y se mostraron interesados, porque los municipios de la región empiezan a hablar de la necesidad de coordinarse de verdad. El problema continúa siendo encontrar un terreno en París”.

André plantea una propuesta: “La SNCF, por ejemplo, tiene terreno de más”. Pero, de momento, el asentamiento corre el peligro de ser desmantelado en cualquier momento por la policía.