Inglaterra: los médicos en formación luchan contra un contrato “inseguro e injusto”

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“Me gusta mucho atender a mis pacientes Es un gran privilegio gozar de su confianza y yo veo a mis compañeros, desde los consultores, limpiadores, enfermeras, trabajadores sanitarios hasta el personal administrativo, trabajar muy duro todos los días para merecer la confianza que los pacientes han puesto en nosotros”, afirma la doctora Sarah Alhulail, médica general residente.

“Sin embargo, es preciso que podamos seguir trabajando de manera segura y efectiva para proporcionar la atención que nuestros pacientes merecen, y las políticas de este Gobierno lo hacen cada día más difícil”.

Sarah es una de los cerca de 50.000 médicos residentes en Inglaterra que luchan contra el nuevo contrato propuesto por el Gobierno conservador del primer ministro David Cameron. En febrero, el ministro de Sanidad, Jeremy Hunt, anunció que el Gobierno impondrá el contrato pese a la huelga.

Este anuncio ha dado lugar al recrudecimiento de la huelga, la cual fue aprobada por el 98% de los médicos residentes en una votación a finales del año pasado. A raíz de varios paros en enero, febrero y marzo, los médicos residentes de toda Inglaterra decidieron organizar dos huelgas de 48 horas el 6 y el 26 de abril. Estas huelgas implicarán un paro total de las 8 de la mañana a las 5 de la tarde, incluyendo los servicios de salvamento y urgencias, así como las unidades de vigilancia intensiva.

Al anunciarse la intensificación de la huelga, el Dr. Johann Malawana, que preside el comité de médicos residentes de la Asociación Médica Británica, comentó: “No hay un solo médico residente que desee tomar esta medida, pero el Gobierno no nos ha dejado otra opción. Al negarse a levantar la imposición y a escuchar las importantes preocupaciones de los médicos residentes, el Gobierno será el único responsable del primer paro total de médicos en este país”.

Alhulail apoya plenamente esta decisión. “En una sociedad democrática no cabe una imposición de este tipo cuando son los expertos y los profesionales los que dicen ’No’”.

 

El nuevo contrato: “no es seguro, no es justo”

El contrato objeto del conflicto forma parte del programa de reforma sanitaria del partido conservador destinado a contar con un “Servicio Nacional de Salud de siete días”. A fin de facilitar esta medida, el contrato de los nuevos médicos en formación “ampliará los horarios normales de trabajo para abarcar turnos los sábados de las 7 a las 19 horas y los días de la semana hasta las 22 horas. Para compensar la pérdida de salario suplementario por las horas trabajadas fuera de los horarios normales, va a incrementarse el salario base.

Sin embargo, los profesionales del sector afirman que el nuevo contrato no es ni seguro ni justo. Exigen mayores recursos para un Servicio Nacional de Salud sobrecargado e insuficientemente financiado.

“Creemos que el contrato va fundamentalmente en contra de la atención a largo plazo del paciente y es injusto para los médicos residentes en formación, ya que muchos de ellos trabajan turnos laborales fuera de las horas normales”, comenta un portavoz de la BMA a Equal Times.

Los médicos que inician el ejercicio de la profesión son residentes, médicos en formación, aun cuando ya tengan a sus espaldas casi una década de experiencia. Constituyen la mayoría del personal médico durante el fin de semana en el NHS y a muchos les resulta imposible conciliar las responsabilidades del cuidado de sus hijos con la formación exigida mediante turnos tan irregulares.

“Todos los días tenemos lagunas en los turnos de rotación, y son los médicos de planta [los que ya no siguen una formación continua] y las enfermeras los que llenan estos vacíos en algunas áreas. Cada año, se suprimen puestos de formación”, afirma el Dr. Dominic Pimenta, miembro del personal en formación médica básica en Londres.

La BMA ha proporcionado al ministro de Sanidad una alternativa que considera más justa además de que no implica costos adicionales. Piden al Gobierno volver a la mesa de negociaciones.

 

Gran apoyo de la opinión pública

Una encuesta de la BBC tras la última huelga, en marzo, concluyó que apoyan a los médicos residentes dos tercios de la población.

La Dra. Eimi Howse, generalista en formación, se dice “abrumada” ante semejante apoyo.

“En los medios sociales y en los piquetes de huelga se nos acercan a mí y a mis compañeros personas comunes y corrientes para asegurarnos su apoyo. La solidaridad interprofesional también se ha reforzado entre los diferentes grupos de personal en el hospital”, indica, al tiempo que cuenta cómo las enfermeras y consultores traen té y golosinas caseras a los piquetes.

Cuando se le pregunta si el conflicto ha politizado a la profesión médica, Howse asiente.

“Los médicos tienden a ir por el camino del medio. Trabajan duro y mantienen la cabeza gacha. Pero desde que comenzó este conflicto, la voluntad del Gobierno de imponer este contrato que afecta a la seguridad y carece de fundamento válido con el fin de favorecer sus propios intereses corporativos ha abierto los ojos de esta generación de médicos a la injusticia que representa el actual programa conservador”.

Un portavoz de la BMA es más cauteloso en su evaluación. “No creo que sea correcto decir ’politizado’: es un conflicto contractual. Sin embargo, ha afectado a la moral de los médicos en todo el país, por lo que tiene, sin duda alguna, un impacto más amplio”.

“Muchos de nosotros nos sentimos realmente pisoteados con todo este asunto. La incertidumbre acerca del tipo de turnos que vamos a trabajar y cuánto ganaremos el próximo mes de agosto nos inquieta”, explica Howse. Afirma que aun cuando no tiene planes de abandonar el Servicio Nacional de Salud, tampoco quiere trabajar bajo el nuevo contrato.

“Estoy decidida a quedarme y luchar por un Servicio Nacional de Salud de financiación pública, de carácter público y gratuito en el lugar en que se presta la atención médica”.

 

Rumbo a la privatización

Alhulail señala que la “existencia del NHS demuestra la necesidad de la atención médica pública en todo el mundo”.

Esta médica kuwaití-egipcia no considera el NHS como adquirido e hizo campaña contra la privatización antes del conflicto actual "porque sé lo que representa una experiencia alternativa: un sistema público inadecuado o un sistema privado explotador”.

En 2012, el Gobierno del Reino Unido aprobó la Ley de salud y asistencia social. Muchos de los cambios se aplican sólo en Inglaterra; el servicio nacional de salud en Escocia, Gales e Irlanda del Norte tiene una estructura diferente.

Esta ley sienta las bases para la privatización mediante servicios de externalización, tales como la seguridad, la farmacia o las tecnologías de la información al sector privado; creando mecanismos de mercado para la distribución de fondos en el NHS y convirtiendo a los hospitales en fideicomisos que pueden recabar fondos cobrando a los pacientes privados.

A los activistas les preocupa esta situación a largo plazo, ya que pondrá en peligro la prestación de la asistencia sanitaria pública.

Unite the Union calcula que el valor de los contratos del NHS en el mercado privado alcanzará los 20 mil millones de libras esterlinas en tan solo unos pocos años: un lucrativo mercado emergente para grandes multinacionales tales como Serco, Virgen Care y Círcle.

En virtud de la Ley de 2012, los médicos generalistas son los que han de ocuparse de la puesta en servicio a los proveedores privados. Muchos de ellos no desean asumir esta responsabilidad, por lo que pueden externalizar el propio proceso de puesta en servicio a empresas de consultoría tales como Deloitte, McKinsey o PriceWaterhouseCoopers, según la campaña de Unite para salvar la sanidad pública: Save Our NHS.

Para el Dr. Pimenta, el futuro del NHS parece sombrío... “La crisis ya es grave sin la imposición y las presiones de retención creadas por este contrato. Todo el sistema está desmoronándose, y eso se percibe desde el interior. Conozco muchos amigos que lo han abandonado, médicos relativamente más experimentados con solo pocos años de formación”. El también ha abandonado la partida: ya no sigue ninguna formación continua y está evaluando sus opciones de carrera. “Es profundamente triste”, afirma.

Howse señala que la fuerza de trabajo está llegando a un “punto de ruptura”, pero para ella aún cabe el optimismo. “El conflicto nos ha unido y hecho más fuertes, lo que realmente hace que el entorno de trabajo sea más coherente y positivo. Espero que podamos seguir así”.