La disyuntiva de Europa: restaurar su modelo social… o sucumbir al populismo

En 1888 nace la Unión General de Trabajadores (UGT). Dos años después, tres ciudades españolas, Madrid, Barcelona y Bilbao celebran por primera vez el 1º de Mayo.

En sus 128 años de historia ha vivido el encarcelamiento de sus miembros, Congresos en el exilio durante la dictadura y atentados terroristas. Su recién electo secretario general, Josep María Álvarez, habla con Equal Times del impacto de la crisis, del anti-sindicalismo y de los objetivos de futuro.

En 2015 España tenía la mayor tasa de desempleo entre mayores de 55 años de la OCDE. Si la media para este grupo era del 5,2 por ciento, el país mediterráneo la cuadriplicaba, llegando al 20 por ciento.

En el caso del paro juvenil, en 2016 aún encabeza el ranking mundial con 760.000 jóvenes sin actividad profesional.

Datos tan alarmantes hacen que el objetivo fijado por Josep María Álvarez, nuevo secretario general de la central sindical más antigua de España, UGT, sea el de convertirse "en la voz de las personas, especialmente de los trabajadores más desfavorecidos, como los mayores de 55 años sin empleo; de los jóvenes para que puedan encontrar de forma rápida un empleo –recuperando el contrato relevo y la jubilación parcial a los 60 años por ejemplo– y promoviendo un plan de choque por el empleo, así como un plan estratégico para la industria".

Tras ocho años de crisis, la eclosión del movimiento “15M”, la aparición de Podemos y la llegada de candidaturas ciudadanas al poder en ciudades como Madrid, Barcelona o Valencia, UGT reivindica el papel de los sindicatos como factor de modernización.

"Tengo que reconocer que el movimiento sindical en general, y no solo en nuestro país, vive momentos difíciles, de cambios profundos que también afectan a la sociedad. Pero hay que poner en valor la contribución de los sindicatos a la creación y el desarrollo de los sistemas de relaciones laborales y de protección social como las prestaciones por desempleo, las pensiones o la cobertura sanitaria. Y seguimos en ello, alertando de las injusticias, somos garantes de los derechos, movilizamos a la sociedad y somos beligerantes en la defensa del trabajo y de los intereses de los trabajadores y de mejores condiciones laborales y sociales", reconoce y estima el líder sindical.

 
Discurso anti-sindical

Su predecesor en el cargo, Cándido Méndez, la cara visible del sindicato durante más de dos décadas, denunció en múltiples ocasiones la existencia en España de una “insistente campaña de deslegitimación del sindicalismo”, en la que se empleaban calificativos como "anacrónicos", "disfuncionales", "poco representativos" y "subvencionados".

"Lo que se ha producido es una maniobra claramente orquestada de ataque a las organizaciones sindicales de este país y eso no tiene nada que ver con el funcionamiento democrático y diario de los sindicatos. Ha habido “mucho ruido” pero dentro de las empresas, afortunadamente, no ha sido así. Ahí se reconoce el trabajo de las organizaciones sindicales porque se interactúa con personas, con el delegado, al que recurren cuando tienen un problema", comenta Álvarez, restándole importancia.

Sin embargo, varios casos de corrupción les han pasado factura, por lo que el nuevo secretario general prevé "dotar a la organización de más transparencia, sobre todo cuando existan convenios con las administraciones públicas" y "dar más visibilidad al sindicato".

Más allá de la campaña mediática en su contra, la baja tasa de afiliación –de las menores de los países desarrollados, con un 15,9 por ciento frente al 86 por ciento del caso islandés o el 67 del sueco– sí que puede representar un problema para la actividad sindical.

"Aquí la afiliación no es obligatoria, y sin embargo, el beneficio de la acción sindical es universal. Es lo que la Agencia Eurofound denomina parasitismo sindical, cuando los trabajadores no contribuyen pero se benefician gratuitamente de las ventajas que ofrece la acción sindical. Tampoco participamos en determinadas gestiones o servicios que ofrecen las Administraciones, en la tramitación de las prestaciones por desempleo, característico de países europeos como Bélgica, Dinamarca, Finlandia y Suecia (aunque las últimas reformas han debilitado su papel con sus consecuencias sobre las cifras de afiliación). No obstante, el sindicato considera que es necesario reconocer el papel que desarrolla en la negociación colectiva y el diálogo social: no es justo que esos procesos de los que se beneficia el conjunto de la sociedad los financien los afiliados a través de su cuota", critica Álvarez.

 
Baja tasa de afiliación

En este sentido, algunos estudios sostienen que uno de los principales motivos de un trabajador español para no afiliarse a un sindicato es “la opinión sobre el grado de eficacia de éste en el desempeño de la acción sindical”.

"Según la encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) de 2013, un 16,3 por ciento (datos algo superiores a las cifras registradas diez años atrás) de los encuestados pertenece o ha pertenecido a un sindicato. Ninguna organización o colectivo alcanza el 10 por ciento de participación activa en nuestro país. Aun así, la afiliación sindical es la segunda forma de participación más practicada, muy por encima de los partidos políticos, de asociaciones de empresarios o colegios profesionales. Y más del 52 por ciento que participó o participa en un sindicato lo hizo porque considera que defiende sus intereses", argumenta el líder de UGT.

El impacto económico de la crisis también ha hecho mella en los sindicatos. Desde 2011 a 2015 UGT ha perdido casi 280.000 afiliados.

Este hecho "tiene una relación directa con la crisis económica: crece el desempleo, desaparecen empresas y las personas dejan de afiliarse porque priorizan otras cosas antes que la afiliación sindical. La mayor parte de las bajas voluntarias, según nuestros análisis, obedecen a ‘ajustes económicos’. No obstante, los datos demuestran que los trabajadores se siguen afiliando a los sindicatos. El problema es la rotación en la afiliación", señala Álvarez.

El líder de UGT defiende la presencia y el rol de los sindicatos en los movimientos de protesta de los últimos años. A la pregunta de por qué el sindicalismo español no ha canalizado, incluso liderado, la movilización en este país (una movilización protagonizada por los movimientos sociales), argumenta, para que se haga memoria, que: "los primeros en alzarnos contra los recortes fuimos los sindicatos –baste recordar las tres huelgas generales que organizamos de 2010 a 2012, al PSOE y al PP–. Y hemos participado activamente en las movilizaciones posteriores contra las consecuencias de esas políticas con los movimientos sociales, incluso a través de la Cumbre Social en la que hemos participado junto con casi un centenar de organizaciones de la sociedad civil”.

“Ahora bien, no somos partidos políticos, nuestra forma de actuar desde siempre ha sido negociar hasta agotar todas las vías de negociación. Y en este sentido, esta doble estrategia nos ha servido para parar algunos golpes y frenar, pese a una legislación favorable para los empresarios, una mayor destrucción de empleo", defiende.

Ante el ascenso de la extrema derecha en Europa y la gestión que de la crisis de los refugiados ha hecho la UE, el secretario de UGT señala que "es un gran problema y un peligro para la UE". Pero tiene claro que "han sido los propios Gobiernos nacionales y el comunitario quienes lo han agitado, con sus políticas de austeridad y con esta vergonzosa actuación ante la crisis humanitaria de los refugiados”.

“La pobreza social y económica en que nos han sumido da aire al discurso fácil, al populismo. Los sindicatos, a través de la Confederación Europea de Sindicatos (CES), estamos reclamando que se restaure el modelo social europeo, que es un factor de competitividad y de protección social, y garantía democrática para Europa”, advierte el dirigente de UGT.

El reto de futuro de Josep María Álvarez al frente del sindicato más antiguo de España, y uno de los más antiguos del viejo continente, será “trabajar por la defensa de los trabajadores más desfavorecidos, siempre en paralelo con el desarrollo de nuestra sociedad en democracia”.

This article has been translated from Spanish.