El Gobierno afgano decidido a seguir adelante con un controvertido proyecto eléctrico

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El Gobierno afgano ha confirmado sus planes de seguir adelante con un controvertido proyecto de transmisión de energía eléctrica, a pesar de las protestas sin precedentes por parte de la minoría hazara del país.

El 16 de mayo de 2016, decenas de miles de hazaras tomaron las calles de la capital afgana reclamando la modificación del tendido de transmisión de 500 kW desde Turkmenistán hasta Kabul, para que pase también por dos provincias del centro de Afganistán, ambas con importantes segmentos de población hazara.

En un país donde sólo el 38% de las personas tienen acceso a la electricidad, los manifestantes acusan al Gobierno de marginar a los hazaras al negarse a incluir estas provincias en la ruta de transmisión. Pero el Gobierno dice que el proyecto sólo es factible a través del norte de Afganistán, y que modificar la ruta a estas alturas costaría una fortuna y retrasaría el proyecto varios años.

En Afganistán, un país que lleva décadas sumido en una situación de encarnizada violencia, esta excepcional muestra de rebeldía por parte de los 2,8 millones de personas que constituyen la comunidad hazara ha tomado a muchos por sorpresa, incluido al presidente Mohammad Ashraf Ghani.

Respondiendo a un acalorado manifestante hazara el mes pasado en el Royal United Institute of Security de Londres, el presidente Ghani ha dicho que las críticas con respecto a este proyecto financiado por el Banco Asiático de Desarrollo se habían tenido “sumamente en serio”.

El presidente Ghani ha declarado que, si bien es verdad que se han cometido ciertos errores con respecto a la ruta de la línea de transmisión, ahora es demasiado tarde para corregirlos.

“Seis millones de personas van a beneficiarse de esta línea de transmisión, frente a las 10.000 que se beneficiarían con la alternativa planteada”, afirmó Ghani, que se encontraba en Londres para asistir a una cumbre muy mediatizada contra la corrupción.

Allí aseguró a los presentes que tomaba muy en serie el descontento de la comunidad hazara, “porque si no se tiene la tolerancia necesaria para afrontar la indignación justificada de las personas, no se puede dirigir el destino de una nación”.

 
Poco consuelo

Pero las palabras del presidente ofrecen poco consuelo a la minoría hazara de Afganistán. Con sus distintivos rasgos físicos, los integrantes de esta comunidad chiíta de habla persa se sienten aislados en un país musulmán sunita.

El 16 de mayo, día de la manifestación, Kabul estuvo literalmente bloqueada por las Fuerzas de Seguridad. Todas las carreteras principales que conducen al palacio presidencial se habían obstruido con contenedores de transporte, y los manifestantes no disponían más que de un solo corredor para efectuar la marcha.

Karim Khalili, que había sido vicepresidente tres años atrás, encabezaba la manifestación contra la actual ruta de suministro eléctrico.

“No estamos protestando por una sola comunidad: se trata de una cuestión de igualdad y justicia, y el pueblo no se va a quedar callado frente a una injusticia”, declaró.

Tras décadas de conflicto, sólo habían pasado dos años desde que el Gobierno de Afganistán asumió el control de los asuntos del país (en relevo a la OTAN). En consecuencia, algunos analistas creen que este país multiétnico destrozado por la guerra necesita más madurez política para garantizar una transición gradual hacia la paz y la democracia.

El profesor Latif Nazari, experto en asuntos políticos en Afganistán, y miembro de la comunidad hazara, considera que no se debe permitir que la cuestión de la transmisión de electricidad socave el delicado tejido étnico y cultural del Afganistán.

“Durante estos tiempos tan conflictivos, la gente no debe permitir que haya fuerzas externas que exploten este tipo de situaciones. Tenemos que avanzar día a día hacia la unidad nacional”, explica.

Alexey Yusupov, director nacional de la organización alemana sin ánimo de lucro Friedrich Ebert Stiftung, dice que hay muchas razones para explicar la indignación que ha dado lugar a las manifestaciones.

“El descontento generalizado con el Gobierno ha ido en aumento a lo largo del pasado año y medio. La gente que se enfrenta al deterioro de las condiciones de seguridad y a una crisis socioeconómica está buscando la manera de expresar su insatisfacción y decepción”, declara a Equal Times.

Sin embargo, Alexey señala que los dirigentes de las manifestaciones, en especial los que forman parte del Gobierno, también querían demostrar su capacidad para movilizar al pueblo en una apuesta para consolidar sus posiciones en el seno del Gobierno de Unidad Nacional.

“Instalar redes eléctricas a través de la provincia de Bamyan [mayoritariamente hazara] no conducirá así como así al desarrollo y la prosperidad. Es indudable que permitiría reforzar la posición de negociación de los líderes hazaras en Kabul, pero las cuestiones de desarrollo real tienen que abordarse efectivamente por separado”, añade.

 
Este artículo ha sido traducido del inglés.