Se disparan las muertes en el Mediterráneo al cambiar las rutas migratorias

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Una visión surrealista se ha vuelto demasiado frecuente en Sicilia: la de los buques de guerra ondeando banderas internacionales, con su tripulación ataviada con uniformes de protección y los pasajeros esperando su tramitación en cuclillas, pegados hombro con hombro bajo una malla verde oliva. Son los migrantes afortunados.

La última semana de mayo se convirtió en la más letal de 2016 en el Mediterráneo. Se estima que mas que 1100 migrantes han muerto o desaparecido en al menos nueve naufragios distintos. Algo que ocurre a medida que cambian las rutas migratorias para evitar los controles fronterizos más estrictos.

Valeria Calandra, Directora italiana de SOS Méditerranée, una asociación de rescate dirigida por ciudadanos, explica a Equal Times que estas alarmantes cifras suelen ser muy inferiores a las reales, por la dificultad de recoger datos fiables fuera de las aguas internacionales.

“No podemos hacer nada por ellos hasta que llegan a la frontera internacional”, afirma Calandra. “A veces me pregunto cuántas zódiacs yacen en el fondo del Mediterráneo”.

Tras el cierre del paso a través de los Balcanes y Europa central y del acuerdo entre la UE y Ankara para la devolución a Turquía de todos los migrantes de Grecia, el número de personas que llega a puertos griegos ha descendido más del 80 %.

Desde entonces, las miradas internacionales se han vuelto hacia las rutas marítimas que zarpan desde Libia y Egipto, convertidas en la vía principal de quienes se dirigen a Europa en busca de asilo. Según Flavio di Giacomo, portavoz en Roma de la Organización Internacional para las Migraciones (IOM), hay indicios que señalan la aparición de otra ruta desde Egipto.

Aunque ya hace años que desde las costas de Egipto parten embarcaciones abarrotadas de migrantes, en 2016 se ha producido un aumento visible en la proporción de llegadas desde este país. La IOM indica que, en los cuatro primeros meses de este año, llegaron más migrantes desde Egipto que en el mismo periodo de 2015.

 
“Totalmente impredecible”

A pesar de esta tendencia, di Giacomo indica a Equal Times que es casi imposible predecir el desarrollo de estas rutas, debido a la complejidad extrema que subyace tras ellas.

“El año pasado, por estas fechas, nadie podía imaginar que un millón de refugiados cruzarían el Egeo desde Turquía”, indica Di Giacomo refiriéndose al repunte de la migración hacia Europa, en su mayoría compuesta por refugiados de origen sirio, iraquí y afgano, en junio de 2015. “Estos flujos son completamente impredecibles”.

Desde Bruselas, Sara Tesorieri, Asesora Política de Oxfam Internacional en materia de migración europea, coincide en que aunque las rutas se reorienten rápida y frecuentemente, el flujo migratorio general continúa siendo constante. Aunque es demasiado pronto para asegurar el surgimiento de una nueva ruta, Tesorieri apunta hechos observados que evidencian que el cierre de la ruta de los Balcanes ha provocado un aumento del tráfico ilegal o la trata de personas para cruzar las fronteras europeas.

“Estas rutas sólo se han hecho invisibles, lo cual dificulta determinar si los migrantes y refugiados están desistiendo o simplemente redirigiéndose hacia rutas ocultas más peligrosas”, explica Tesorieri. “Cuando los migrantes recurren a contrabandistas, en lugar de seguir las rutas o sistemas oficiales, la vulnerabilidad a la que se exponen es mucho mayor”.

Coincide en la imposibilidad de predecir con exactitud los cambios en las rutas, pero confirma que organizaciones como Oxfam están preparándose para la aparición de nuevas rutas este verano.

“Lo que no cabe duda es que las tendencias de años anteriores son extremadamente volátiles: la rutas cambian bastante”, indica Tesorieri. “Lo que no cambia es el flujo migratorio general. Los factores que impulsan o frenan los flujos no varían y la realidad es que continúan llegando personas”.

Si bien las rutas mediterráneas comparten un mismo destino, son muy distintas las travesías que zarpan desde Egipto de las de Libia. Tesorieri afirma que la ruta libia podría estar más concurrida porque los contrabandistas pueden moverse con impunidad en la costa de Libia, al amparo de un gobierno en descomposición y de la anarquía imperante.

Algo que contrasta diametralmente con la situación en Egipto, donde gobierno y autoridades vigilan de cerca la migración irregular, en parte para mantener sus relaciones con los países occidentales.

 
Objetivo: las aguas internacionales

Los botes inflables que parten desde Libia, con frecuencia abarrotados con casi el doble de su capacidad, se dirigen a las aguas internacionales, a unos 15 kilómetros frente a la costa libia. Si consiguen cruzar la línea fronteriza, envían una señal de SOS para que las patrullas de rescate puedan localizarlas.

Además de esta peligrosa travesía, organizaciones humanitarias han documentado un deplorable aumento de abusos y traumas entre quienes llegan a Italia procedentes de Libia.

Un informe de Human Rights Watch documenta los abusos a los que son sometidos quienes están retenidos en los centros de detención de Libia. Les golpean con barras de hierro, palos y culatas de rifle; los guardias les azotan con cables, mangueras y látigos hechos con goma de neumáticos y tubos de plástico, a veces durante largos periodos de tiempo.

“En uno de los centros, cinco detenidos explicaron que los guardias les colgaron boca abajo de un árbol y les dieron latigazos”, escribe en un reciente artículo Judith Sunderland, Directora Asociada de la División de Europa y Asia Central de Human Rights Watch.

“Hace apenas un año, en mayo de 2015, entrevisté a migrantes y solicitantes de asilo que me hablaron del miedo que sufrieron en Libia y de cómo les robaron, golpearon y extorsionaron sus empleadores, delincuentes comunes, agentes de seguridad y milicias”, escribe.

Di Giacomo sugiere que una elevada proporción de migrantes africanos no abandona sus países con el objetivo de llegar a Europa, sino que les coaccionan los contrabandistas una vez comenzado su periplo. Después de pasar por las manos de varios contrabandistas, pueden acabar no viendo otra opción.

Un grupo de marinos irlandeses que trabaja en el Mediterráneo corroboró la semana pasada esta teoría. Contaron a Equal Times el caso de un hombre que llegó a su buque con quemaduras tan graves en una parte de su cuerpo que hubo que transferirle de inmediato a otro buque con mejores servicios médicos.

“Era imposible haberse hecho en el mar esas lesiones”, dijo uno de los marinos. Aunque no tenían más información sobre sus circunstancias o su estado de salud, sabían que el hombre había zarpado desde Libia.

“Estimamos que entre 70 % y el 80 % de los migrantes no quiere venir a Europa, pero en Libia son tan vulnerables que deciden no quedarse”, afirma Giacomo. “Así que optan por zarpar hacia Europa”.

Los expertos indican que los migrantes que zarpan desde Egipto corren menor riesgo, aunque deben sobrevivir una travesía mucho más larga, que a veces dura más de diez días. Durante el trayecto tienen que cambiar varias veces de barco, desde un pesquero de madera a botes inflables más pequeños, lo cual significa que pasan menos tiempo en total en zódiacs no aptas para navegar.

A principios de mayo, unos 31.000 migrantes llegaron al país a través de estas rutas marítimas, una cifra algo inferior a 2015. El número de nuevas llegadas ha repuntado recientemente, puede que debido a las mejores condiciones climáticas.

En lo que va de año, la ruta mediterránea registró casi el 90 % de las muertes de migrantes en el mundo. El cambio hacia rutas más arriesgadas podría hacer que el viaje resultara mucho más letal.