Cuando el paro es una oportunidad para construir roles de género saludables

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España tienen una tasa de paro del 17% entre los hombres mayores de 55 años, la mayor de la OCDE. Educados para interpretar el tradicional papel del sustentador –el breadwinner, quien gana el pan–, ¿qué les sucede cuando el paro de larga duración les arrebata el rol?

Desde el estallido de la crisis económica en España, muchos han sido los indicadores de cómo ésta afectaba a la salud mental de los ciudadanos –el estudio IMPACT muestra el desempleo como un factor de riesgo–. Algo que las trabajadoras sociales de los centros de salud de Fuenlabrada, un municipio del sur de Madrid, detectaron en seguida, ante el aumento de hombres que acudían al médico de cabecera con “malestar” y “abatimiento”.

“Hasta la irrupción de la crisis los hombres eran invisibles en la atención primaria. En ese momento comienzan a aparecer en la consulta del médico con una sintomatología inespecífica que solemos tratar en la mujer. Angustiados, con insomnio y malestares que requieren ser tratados en un espacio propio”, cuenta María Jesús de la Puente, observadora del grupo y trabajadora social del Ayuntamiento de la ciudad, en el corto El Silencio Roto.

 

Romper con los estereotipos, roles de género saludables

Así que organizaron, con la metodología del Centro de Salud Comunitaria Marie Langer, un taller de “roles de género saludables”. El siguiente fue sobre feminismo e igualdad.

“Acudimos 23 hombres y aquella experiencia nos abrió los ojos. Nos habían criado bajo el rol de “si no eres trabajador, no eres nada”, explica Manuel, uno de los participantes a Equal Times.

“Empecé a comprender que nunca me habían dado otra opción a elegir que el papel de hombre trabajador y solucionador. Ves todo lo que te has perdido, lo que no has hecho. Hemos ido comprendiendo todo mejor –a las mujeres y a los hombres– porque reflexionamos sobre ello, profundizamos”, confiesa.

Aprendiendo a manejar conceptos como patriarcado o micromachismos –machismo “de baja intensidad”–, nació la Asociación Grupo Hombres Siglo XXI. “A nosotros nos habían ayudado y teníamos que hacer algo para ayudar a esos hombres que estaban sufriendo. Decidimos crear un espacio donde pudieran desahogarse y sentirse protegidos”, relata Manuel.

Él tiene 52 años. Perdió su trabajo y acababa de encontrar otro cuando le detectaron un cáncer de pulmón. “No le contaba a nadie mis problemas, saltaba a la mínima y soltaba cualquier barbaridad. Veía cómo la relación familiar se destruía”, relata. “Me di cuenta de que no conocía a mis hijas y entonces me sentí como una marioneta: me habían hecho de una forma en la que había perdido muchas cosas por el camino”, confiesa.

 

“En un grupo de hombres no es fácil hablar de sentimientos”

Javier tiene 55 años y es diseñador gráfico. Su inestable trabajo actual le sacó de un paro de cinco años. “Antes era el lobo malo de la película, una persona violenta, desagradable. Desde que he vuelto a trabajar soy persona, porque en el paro no se es persona”. Sigue en tratamiento psicológico y ha estado a punto de divorciarse tres veces. “Mi terapia es venir al grupo. Todos hablamos con todos y cualquiera puede entender mi problema”.

“En un grupo de hombres no es fácil hablar de sentimientos, hay que echarle valor. Si hablas de un grupo de hombres la gente piensa que se trata de un grupo de homosexuales o de tipos que se van de copas. Esta sociedad no tiene bien definido el tema grupal masculino”, añade.

A lo que Javier llama “grupo”, es el Taller de Autoestima de la asociación.

“Hablamos de nuestros sentimientos, de lo profundos que son. No tenemos moderador y dejamos a los nuevos que hablen, si quieren. Al principio me costaba, pero te vas viendo reflejado en los demás y te ayuda a soltarte. Hablamos de nosotros, pero también de cómo vemos a las mujeres, de igualdad… curiosamente no salen muchos tópicos machistas”, explica a Equal Times Jesús. Tiene 50 años y lleva desempleado desde 2010. De sus dos hijos, uno trabaja como falso autónomo, y el otro, de 21 años, vive en casa y no encuentra empleo.

 

"Trabaja, trae dinero a casa y cuanto más, mejor"

“En casa solo entraba el dinero de la prestación y la ayudas del Estado. Me hacía sentir como si no fuera nada, por mi educación patriarcal, de un hombre antiguo, nada que ver con las nuevas masculinidades. Me he sentido mal porque no llevaba un sueldo a casa, pero a través del grupo tengo otro concepto de mí y de la mujer”, argumenta.

“Muchos de los hombres que vienen a la asociación siguen el modelo de “trabaja, trae dinero a casa y cuanto más mejor. Aún no han cambiado ese chip”, apunta.

Javier tiene una petición para las autoridades locales y nacionales. “Deberían buscar espacios donde los hombres puedan expresar sus sentimientos, desahogarse y así aliviar esa tensión en el ámbito doméstico. Aquí sí ha venido algún hombre al borde de descargar su ira contra su pareja. En cuanto lo hemos detectado le hemos derivado al recurso adecuado, nosotros no somos profesionales para manejar esa situación”, añade.

Antonio tiene 53 años. Nunca ha estado en paro, pero sabe lo que es “sentirse inútil”. Ha pasado de trabajar 14 horas diarias a no poder coger una caja de leche por un problema de salud. “Voy con mi mujer y soy el hombre florero”, comenta. “Mientras trabajaba, mi idea de la vida era muy diferente de la que tengo ahora. Ahora conozco los roles, el del hombre trabajador, que tiene que llevar a casa cuanto más dinero mejor para ser mejor marido y padre, cuando lo que está haciendo es desatender a su familia”.

Estuvo dos veces a punto de suicidarse. “Llegué al punto de ser agresivo, me sentía inútil en la sociedad. Nadie me aguantaba: intentaban ayudarme y no les dejaba”, reconoce con tristeza. Encontrar la asociación le ha permitido ver la luz al final del túnel. “Pensaba que no necesitaba ayuda, que como hombre yo podía gestionar mi problema. He aprendido a valorar a mi familia y me he dado cuenta de que me he perdido la vida de mis hijos. Ahora los empiezo a conocer, me cuentan sus cosas, me preguntan”.

Desde hace tres años le ha cambiado el chip. “Ser hombre no es el rol que nos enseñan desde que nacemos".

“Que los hombres nos reunamos, hablemos de nuestros sentimientos, de nuestros malestares, de cómo nos encontramos, en qué nos podemos ayudar, es maravilloso y además es importante. Me costó abrirme, pero he aprendido a expresar mis sentimientos”, confiesa emocionado.

En los talleres de Hombres Saludables, Antonio ha aprendido a “conocerse mejor y a valorar más a la mujer”. Con la ayuda de una trabajadora social, va a llevar los talleres a su municipio, Parla (Madrid), para “ayudar a más hombres”.

“Nosotros queremos construir con las mujeres y estamos trabajando en ello”, afirma con rotundidad. Esta voluntad (derivada de uno de sus principios fundadores: por la igualdad y contra el maltrato), les está llevando por caminos insospechados tan sólo un quinquenio atrás, concretamente en su posición proactiva frente a los asesinatos machistas en España.

En las ocasiones en las que un crimen de esta índole se produce en nuestro país, estos hombres acuden en grupo para mostrar su repulsa, así como para solidarizarse y guarda un minuto de silencio a las puertas de la casa consistorial.

This article has been translated from Spanish.