El salario mínimo, en el centro de la campaña presidencial estadounidense

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El proyecto de ley ocupa apenas unas páginas y sus términos son bastante simples: hacer pasar el salario mínimo, para todos los trabajadores en Estados Unidos, de 7,25 a 15 USD la hora.

En noviembre de 2015, mes en el que las organizaciones sindicales de ciertos sectores, como el de la restauración rápida (fast food), lanzaron una fuerte movilización, el proyecto de ley había sido remitido ya al Congreso. Al no alcanzarse un acuerdo entre demócratas y republicanos, este texto legal ha quedado en suspenso por el momento.

El aumento del salario mínimo a nivel nacional, de haberse producido, afectaría a casi la mitad de la población activa estadounidense. Según estadísticas del National Employment Law Project, un 42% de los trabajadores del país ganan en efecto menos de 15 USD la hora, y el porcentaje es aún mayor entre las mujeres y las minorías étnicas.

El tema ha vuelto a ocupar un primer plano en los medios informativos desde el inicio de las elecciones primarias y volverá a estar presente, sin duda, durante la convención democrática que comienza hoy lunes en Filadelfia.

No es de extrañar que el senador socialista Bernie Sanders sea el más ardiente defensor de una medida federal que garantice un salario mínimo de 15 USD la hora en todo el país. Hillary Clinton, la probable candidata demócrata –a quien Sanders finalmente ha brindado su apoyo– se declaró en un principio favorable a un incremento más moderado a 12 USD, para después alinearse con la posición de Sanders aunque con ciertos matices. En resumen, Clinton defiende un salario mínimo de 15 USD en las grandes ciudades y de 12,50 USD en los territorios menos dinámicos, donde los pequeños comercios difícilmente podrían, según ella, hacer frente a un incremento salarial de casi el doble.

En este contexto, la administración Obama decidió en mayo, en lo que se considera una de las últimas grandes medidas de su mandato, ampliar el pago de horas extraordinarias a los asalariados que cobren hasta 47.476 USD al año, es decir más de 4 millones de estadounidenses. A partir del 1 de diciembre, esos trabajadores cobrarán las horas trabajadas que superen las 40 horas semanales, mientras que esta posibilidad únicamente estaba garantizada por la ley para aquellos cuyo salario anual fuese inferior a 23.660 USD.

Una medida claramente destinada a la clase media inferior y a los empleados del Gobierno.

Por el lado republicano, resulta imposible conocer realmente la posición del iconoclasta candidato Donald Trump. Mientras que en principio se pronunció contra la subida del salario mínimo al comienzo de su campaña, más tarde matizaría sus afirmaciones.

Cuando MSNBC le planteó esta pregunta en agosto de 2015, respondió que los Estados Unidos debían competir económicamente con naciones que pagaban muy poco a sus trabajadores, por lo que “no es tan malo tener un salario mínimo bajo”. Añadió asimismo que era un falso problema, puesto que tenía “un plan para crear miles de puestos de trabajo bien pagados en Estados Unidos”. Prometió, en su estilo habitual: “Voy a traer empleos, van a quedar sorprendidos, muy sorprendidos. Y entonces no hará falta siquiera hablar del salario mínimo”.

Pero en marzo, tras haber ganado en Indiana y asegurado su victoria en las primarias, declaró en CNN: “mirar en esa dirección [el aumento del salario mínimo] porque soy diferente a la mayoría de los republicanos. Quiero decir, que la gente debe tener suficiente para vivir. Pero lo que en realidad quiero, es conseguir tantos empleos grandiosos a la gente, para que ganen mucho más dinero que eso, mucho más que 15 USD la hora”.

 

“Nos merecemos un salario decente”

En Estados Unidos, algunos territorios no esperaron a que el Congreso Federal votase o que termine la campaña presidencial. Para empezar, 29 de los 50 estados tienen normas más elevadas que el mínimo federal – generalmente entre 8 y 9 USD la hora.

Los trabajadores también se movilizan, y las manifestaciones en el sector de la comida rápida son regulares en todo el país. El pasado 26 de mayo, más de un centenar de empleados se congregaron ante un McDonald’s de un barrio periférico de Chicago. Su objetivo era perturbar el desarrollo de la reunión anual de grandes accionistas de la compañía, que tenía lugar en Oak Brook, localidad vecina de Chicago y sede de la compañía desde 1971.

“Nada nos va a detener”, declaró Anggie Godoy, cajera en McDonald’s, que se había desplazado para la ocasión desde Los Angeles. “Ha llegado el momento de unirnos y mostrarnos fuertes porque nos merecemos tener un salario decente. Tan solo queremos sobrevivir”, explicó a la cadena de televisión ABC.

“Vivimos todos en la pobreza, poco importa de qué ciudad vengamos, mientras que McDonald’s ha amasado mil millones de dólares de beneficios en los tres primeros meses de este año”.

Por primera vez en lo que va de año, dos estados han aumentado el salario mínimo a 15 USD: California en marzo, seguido del Estado de Nueva York en abril.

Hasta entonces, el salario mínimo de 15 USD la hora había sido ya votado a nivel municipal, en algunas grandes ciudades liberales del oeste, donde el costo de la vida es muy elevado, como Seattle o San Francisco. La última gran ciudad que adoptara la medida ha sido de hecho la capital de los Estados Unidos, Washington D.C. Una gran victoria para los sindicatos locales y nacionales, agrupados en la plataforma Fight for $15 (Lucha por 15).

La alcaldesa de Washington, Muriel Bowser, aprobó el proyecto de ley. “Sé cuánto cuesta vivir en Washington D.C. Y el costo no para de aumentar. Incluso con 15 USD la hora, resulta duro sobrevivir”, declaró a Associated Press.

Los opositores al aumento del salario mínimo, como el portavoz de la Cámara de Representantes, el republicano Paul Ryan, o el think tank liberal EPI, afirman que tendría un efecto perverso, destruyendo numerosos empleos no cualificados y cortando, para los trabajadores más jóvenes y menos cualificado, el primer escalafón de acceso al empleo.

¿Cuál es la realidad? Algunos elementos de respuesta podemos encontrarlos en Seattle, pionero a este respecto: la ciudad votó por incrementar el salario mínimo a 15 USD la hora en 2014, adquiriendo en dos años el estatus de ciudad piloto.

Los efectos concretos del salario mínimo de 15 USD la hora están actualmente siendo estudiados por un profesor de economía de la Universidad del Estado de Washington, Jacob Vigdor.

En su estudio –financiado por la municipalidad– se revela para empezar que el salario mínimo aumentó progresivamente, para no afectar de golpe las finanzas de los empleadores. De momento se sitúa en 13 USD y no pasará a 15 USD sino hasta dentro de algunos años.

El impacto sobre la economía de la ciudad resulta de momento muy débil. Aunque el precio de algunos productos ha aumentado ligeramente, la medida en cambio no ha tenido ningún efecto negativo sobre el empleo.

Los trabajadores entrevistados por Vigdor registraron una diferencia fundamental en su calidad de vida. Pero también están preocupados, porque cobran prestaciones de distinto tipo cuyo valor disminuirá con el aumento de su salario. “El incremento les ayuda a comprar productos de primera necesidad, pero se muestran escépticos”, afirmó en una entrevista concedida a radio NPR.

“Los empleadores nos han dicho que el aumento del salario mínimo les conviene, al menos de momento, pero que, en una próxima recesión económica, podría cambiar la cosa”, continuó.

Vigdor añade que resulta más fácil, en una ciudad como Seattle, sede de multinacionales tecnológicas como Microsoft o Amazon, conseguir que se apruebe una medida de este tipo.

Pero se muestra más escéptico en relación con otros territorios de Estados Unidos enclavados o afectados de manera permanente por la recesión, donde la riqueza prácticamente ha desaparecido en su totalidad, como las zonas rurales del ‘viejo sur’ o del cinturón industrial o Rust Belt.

“No existe una garantía de que esta medida funcione en lugares donde la pobreza sea uniforme, que no cuenten con el mismo bagaje tecnológicos ni tengan sectores con salarios elevados y un alto valor añadido”, concluyó.

 

This article has been translated from French.