Malasia se encamina hacia el autoritarismo

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Malasia, considerada en otra época como un modelo de liberalismo en el sudeste asiático, parece encaminarse hacia un autoritarismo manifiesto. El Jefe del Gobierno de Penang, Lim Guan Eng, uno de los pocos políticos destacados que siguen manteniendo una postura clara, contraria al Primer Ministro Najib Razak, ha sido arrestado tras haber sido acusado de corrupción por lo que muchos consideran motivaciones políticas.

Lim, que era miembro del Partido de Acción Democrática, estuvo desde 2008 al frente de una de las pocas regiones de Malasia que carecen de mayoría étnica malaya. Su arresto apunta a una creciente reducción del marco de acción para todo tipo de oposición en este país rico en recursos naturales en el que viven casi 30 millones de personas.

“La sociedad malasia está transformándose rápidamente en una distopía orwelliana en la cual etiquetas como moderados, extremistas, seguridad nacional y sedición se han convertido en términos relativos según cómo vengan definidos por el Estado”, explica en un comunicado de prensa Kua Kia Soong, asesor de la ONG SUARAM que defiende de los derechos humanos en Malasia.

La última jugada se produce más de un año y medio después del escándalo del 1Malaysia Development Berhad (1MDB), en el cual supuestamente se malversó a la cuenta bancaria de Najib la suma de 700 millones USD de un fondo de desarrollo dirigido por el Gobierno, y miles de millones de dólares más desaparecieron.

El Gobierno negó las acusaciones, alegando que la suma depositada había sido un regalo personal de la familia real saudita. En lugar de investigar debidamente al 1MDB, la coalición en el poder Barisan Nasional (BN, Frente Nacional) ha impuesto una serie de restricciones progresivas, pero cada vez más intensas, contra todo aquel que se haya expresado en contra del Primer Ministro.

Posteriormente, Malasia ha presenciado una reducción del margen de acción de que disponen los medios de comunicación independientes emergentes, además de una aplicación más estricta de las restricciones impuestas a la sociedad civil, de la politización de la agencia anticorrupción del país, y, hace poco, en las elecciones regionales de Sarawak, de un desprecio flagrante por unas normas electorales justas.

La corrupción no es nada nuevo en Malasia, dice Colin Rajah, Presidente de Global Bersih, una ONG que apoya unas elecciones libres y justas y que defiende los derechos civiles. La extracción de la riqueza petrolera y los recursos naturales del país por parte de la coalición en el poder es algo que se viene produciendo desde hace décadas.

“En términos de intensidad y profundidad, el 1MDB es peor, pero sigue siendo más de lo mismo”, dice Rajah, apuntando a la institucionalización de la corrupción por parte del anterior Primer Ministro del BN, Mahathir Mohamed, que estuvo gobernando durante 22 años.

“Najib ha sido verdaderamente listo por la manera en que ha logrado desplazar cantidades de dinero increíbles de un lado a otro, de lo cual también se han beneficiado su familia y sus amigos”.

 

Condiciones deplorables para los trabajadores migrantes

En todo esto también influye mucho el pésimo historial del país en materia de trabajadores y trabajadoras migrantes. Más del 70% de los trabajadores empleados en las lucrativas plantaciones de aceite de palma de Malasia son migrantes, que con frecuencia tienen que soportar unas condiciones deplorables.

Las empresas estrechamente vinculadas al partido en el poder son a menudo las beneficiarias de este tipo de explotación, y la laxa aplicación de las normas internacionales del trabajo es la razón por la que el país figura en la lista de seguimiento de segundo nivel (Tier 2 Watchlist) del Informe sobre trata de personas del Departamento de Estado de EE.UU.

“El delito de trata de personas es un gran problema en este país, entre otras cosas porque Malasia carece de un sistema en condiciones para proteger a los inmigrantes, a los refugiados y a quienes han sido víctimas de manipulaciones o abusos”, declara Glorene Das, Directora de la ONG malasia Tenaganita. BenarNews.

Estimuladas por el bajo coste de la mano de obra, las industrias del aceite de palma, petrolera y forestal impulsaron el crecimiento de Malasia y contribuyeron a mantener al BN en el poder durante décadas. También posibilitaron la política oficial de discriminación positiva-inversa, que otorgaba especial consideración a la mayoría malaya musulmana del país. Además daba la casualidad de que esta mayoría era también la base de votantes del BN, en particular por su miembro más grande e influyente, la United Malays National Organization (UNMO).

El reto al que se enfrenta ahora el BN es el bajo nivel de los precios de los dos principales productos de exportación de Malasia (el aceite de palma y el petróleo), y que la mayoría de los terrenos forestales del país se han talado o se han convertido en plantaciones. Esto implica una reducción de los fondos que el Gobierno puede malversar y distribuir para mantener a los malasios contentos. El BN perdió escaños en las dos últimas elecciones, y a raíz del escándalo del 1MDB, que había generado mucha indignación entre los malasios, cabía la posibilidad de que la coalición perdiera el poder por completo.

Las elecciones sumamente importantes que se celebraron en el estado de Sarawak el pasado mes de mayo ofrecieron un adelanto de lo que podría deparar el futuro al país. El voto se consideraba una oportunidad para ver cómo el electorado respondía no sólo al escándalo del 1MDB sino también a la reciente dimisión del líder del partido regional del BN.

“El Jefe del Gobierno de Sarawak era alguien sumamente corrupto – es lo menos que se puede decir”, dice Rajah. “El Estado tiene muchos terrenos forestales, y estuvo permitiendo la tala de gran parte de esas tierras, beneficiándose de la misma desde hace ya mucho tiempo”.

De hecho, el ex Jefe del Gobierno Taib Mahmud estuvo gobernando Sarawak durante 33 años, período durante el cual su familia logró amasar una gran fortuna multimillonaria procedente en su mayoría de acuerdos entre bastidores y de la venta de la enorme riqueza forestal del estado de Bornean.

Muchos ciudadanos esperaban que las elecciones fueran efectivamente un referéndum sobre el escándalo del 1MDB y sobre la corrupción del gobierno de Taib. Sin embargo, para sorpresa de todos, terminaron siendo un adelanto de lo que podría suceder a nivel nacional cuando se celebren las elecciones generales del año que viene.

 

Las elecciones de Sarawak

“Antes de las elecciones fuimos testigo de diversas manipulaciones”, dice Rajah. “En las zonas urbanas se perdieron muchos escaños, que probablemente habrían pasado a la oposición, y en determinadas zonas rurales se obtuvieron más escaños que los que habría obtenido el BN”. Además hubo alegaciones de que el BN estuvo comprando votos, hubo restricciones para que la sociedad civil no accediera a los estados, y hubo periodistas que sufrieron acoso.

Dio resultado. El BN ganó por número de escaños en 72 de los 82 estados, estampando así un sello de aprobación al blanqueo de Taib y consolidando aún más el poder de Najib en la capital Kuala Lumpur.

De momento, la respuesta por parte de los aliados de Malasia – entre ellos Estados Unidos y la antigua autoridad colonial de Malasia, Gran Bretaña – ha sido silenciada. Aún así, el pasado mes de noviembre el Presidente Barack Obama visitó Malasia y conversó con Najib. A parte de algunas declaraciones, ninguno de los dos países ha utilizado su influencia para exigir responsabilidades. Por eso Rajah se muestra pesimista de cara a las próximas elecciones.

“A esta altura de la situación, lo que vamos a ver es un retroceso y el partido gobernante va a ganar más escaños”, dice Rajah, haciendo referencia a los resultados de Sarawak como modelo. “Después de todo lo que ha sucedido, es verdaderamente increíble”.

Por otra parte, cabe señalar que se ha cobrado cierto impulso, puesto que hace apenas un mes varios fiscales del Ministerio de Justicia de EE.UU. presentaron una demanda civilpara tratar de incautar 1.000 millones USD de los fondos blanqueados del 1MDB, citando a un “funcionario malasio 1”, sin nombre, como uno de los beneficiarios clave de dichos fondos. Mucha gente cree que esto se refiere al propio Najib.

Pero es probable que estas últimas noticias tengan pocas repercusiones en la manera en que Najib y su estrecho círculo manejan sus asuntos en Malasia. Hoy, 14 meses después de que estallara el escándalo, hay pocas esperanzas de que los ciudadanos lleguen a presenciar algún cambio en el partido gobernante. El BN y Najib están aquí para quedarse – por lo visto a cualquier precio.