Los niños: principal razón de lucha por el futuro

La Confederación Sindical Internacional (CSI), en nombre de más de 180 millones de trabajadores y trabajadoras de los 161 países que la integran, se reafirma en su defensa acérrima de la democracia y de los derechos sociales, laborales y humanitarios en estos momentos sombríos de retroceso que el neoliberalismo ha provocado en diversas partes del mundo.

Las innumerables agresiones que han llevado a cabo los sectores ultrarreaccionarios contra los procesos democráticos tienen por objeto revertir las políticas de inclusión que han constituido marcos en la historia de nuestras sociedades. Por ello, rechazamos los golpes, como los ocurridos en Brasil, Egipto, Honduras y Paraguay, o los que se intentaron consolidar en Venezuela y Turquía.

De la misma forma y con igual determinación, alzamos nuestra voz para condenar las acciones terroristas que han acabado con la vida de tantos inocentes. Rechazamos estas cobardes acciones que nunca deberían utilizarse como instrumento de lucha política. Identificamos asimismo el terrorismo de Estado como motor de los conflictos sangrientos. Este caos que siega cientos de miles de vidas cada año viene promovido por las superpotencias en función de sus intereses económicos y geopolíticos, de una lógica de privilegios que sigue en manos del 1% de los más ricos de la población mundial, quienes amasan más dinero que todo el resto del planeta.

La irracionalidad de esta lógica excluyente conlleva que sea posible que una pequeña casta siga impune, esconda 7,6 billones de USD en paraísos fiscales, abusando de forma delictiva de los Estados nacionales a quienes sustraen recursos fundamentales para la capacidad de inversión, debilitando de este modo la cobertura de servicios públicos como la salud, la educación y el saneamiento básico. En contraposición con las fantásticas ganancias de los altos ejecutivos de las corporaciones, la renta diaria del 10% de aquellos más afectados por la pobreza se incrementó en menos de un centavo al año en el período de 25 años. ¡Un “incremento” de 3 USD en un cuarto de siglo!

 

Niños que se enfrentan a la muerte

Me gustaría destacar la reflexión sobre los niños que se enfrentan todos los días a la muerte en países como Afganistán, Irak, Siria, Libia, Nigeria y Palestina. Niños asesinados en guarderías, escuelas y hospitales y hasta en refugios de la Cruz Roja.

Estos pequeños seres, que están todavía formándose, extremadamente frágiles, se enfrentan a la dura y cruda realidad de una guerra que no es suya, que les ha impuesto la voracidad del capital. Agresiones a países y pueblos que se traducen en gritos y llantos, que sustituyen la compañía de sus seres queridos por el abandono y la desolación, cambiando la sonrisa de los juegos en el jardín de infancia por la crueldad de los campos de exterminio, el amor por el dolor, la libertad por la esclavitud.

Es imposible no emocionarse con las fotos de un niño muerto ahogado en el Mediterráneo, cuyos padres buscaban refugiarse de los horrores de las guerras en Oriente Medio o en África, o con la de un pequeño inocente cuyo cuerpo se retira de los escombros en Siria.

¿Cuál es la perspectiva del mundo para aquellos niños que sobreviven? ¿Cómo afrontar el enorme peso del trauma que recae sobre los inocentes? ¿Qué pasa con las violaciones y las vulneraciones más bárbaras? ¿Con la explotación sexual a la que son sometidos? ¿Con el miedo de ser huérfano de padre y madre a tan tierna edad? ¿Con el total abandono al que son sometidos, sin guarderías ni escuelas? ¿Con su uso como niños-soldado o como niños y niñas-bomba? ¿Con las lesiones y mutilaciones a que se exponen en trabajos inhumanos?

Más que cuestionarles, acuso a los adoradores del supremo dios dinero como responsables de este horror, quienes sacrifican en el altar de la industria bélica, de las compañías transnacionales y del sistema financiero lo más bello y humano que hay en el mundo.

Mientras que los recursos sanitarios se recortan o se privatizan, el gasto militar en el planeta asciende, según cifras oficiales, a 1,8 billones de USD, el equivalente a un absurdo 2,3% del PIB mundial. Según el informe anual de 2015 del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo, institución dedicada a la investigación de conflictos, EE UU lidera la carrera armamentística, al disponer de una industria bélica cuyas exportaciones suponen el 33% del total mundial, seguidos de Rusia, con un 25%. China (5,9%), Francia (5,6%), Alemania (4,7%) y Reino Unido (4,5%) en la competición de la máquina de la muerte. Por desgracia, hasta Brasil ha entrado en esta macabra disputa, siendo hoy en día el cuarto mayor exportador de armas ligeras del mundo y el mayor de Suramérica, con ventas que superan los quinientos millones de reales al año.

 

Multinacionales, arsenal y justicia social

Ha sido esta suma de factores la que ha aumentado la insensatez y ha hecho que en 2014 y 2015 más de 73 millones de personas –¡la mitad de las cuales eran niños!– se hayan visto desplazadas de sus hogares, teniendo que enfrentarse al horror de las vallas y los fosos, a la inseguridad de los mares y de las embarcaciones, al frío y al calor, a la agresión de los tanques de guerra, los misiles, las bombas de gas lacrimógeno, las porras y las legislaciones.

Ante cuestiones humanitarias tan candentes, la CSI se pronuncia a favor de controlar el poder de las multinacionales, a partir de normas de funcionamiento para sus cadenas de suministro globales; promueven que las superpotencias acaben inmediatamente su arsenal, que se registre la no proliferación de armas nucleares y de destrucción masiva y se aplique el Tratado sobre el Comercio de Armas de las Naciones Unidas; se moviliza a favor de una migración con protección social, el derecho al trabajo y del resto de derechos civiles y políticos para todos los refugiados y solicitantes de asilo.

Al mismo tiempo, recibimos como muy positivos los pasos que se han dado para poner fin al inhumano bloqueo económico a Cuba, la búsqueda de la paz en Colombia y el reconocimiento del Estado de Palestina y de la República Árabe Saharaui Democrática, cuestiones fundamentales e inaplazables para el desarrollo y la justicia social.

También es responsabilidad del movimiento sindical cambiar este mundo. Que los versos del poeta portugués Sidónio Muralha sean la base de nuestra lucha y abran las alas de nuestro sueño de construir de forma solidaria una nueva humanidad, sin muros ni prisiones que encarcelen, que imponen un orden tan injusto como cruel. “El jilguero dice: - nada me consuela./ No soy feliz en esta jaula./ Extraño mucho/el cielo azul y la inmensidad./ No quiero esta soledad/cada minuto y segundo./ Niños rompan las rejas/ de todas las jaulas del mundo”.

 

Este artículo ha sido traducido del portugués.

This article has been translated from Spanish.