Aún queda camino por recorrer para que los vendedores ambulantes de Kigali logren un trabajo decente

Aún queda camino por recorrer para que los vendedores ambulantes de Kigali logren un trabajo decente

Female hakwers sell ripe bananas and pineapples in Kivugiza, one of Kigali busy areas. Despite the crackdown on street trading, many people have no choice but to continue making a living by selling goods on the streets.

(Nasra Bishumba)
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Claire Agiraneza, una madre soltera de tan solo 22 años, dejó su pueblo en la Provincia Norte de Ruanda y se mudó a Kigali, la capital del país, donde esperaba ganar el suficiente dinero para cuidar de su hijo de un año. En Kigali compró algunas frutas en uno de los mayores mercados de la ciudad y se convirtió en vendedora ambulante, ofreciendo sus productos a los clientes en las concurridas calles de la capital. Con ese dinero pagaba el alquiler, alimentaba a su hijo y adquirió un seguro médico para ambos.

Sin embargo, un año después de la mudanza a Kigali y justo cuando se estaba empezando a recuperar, las autoridades municipales iniciaron su campaña contra la venta ambulante.

Aunque no existe ninguna ley que prohíba la venta ambulante de forma expresa, el Ayuntamiento de Kigali asegura que diversas leyes comerciales sí declaran que es ilegal hacer negocios en la calle.

El desarrollo urbano es fundamental para los planes del gobierno de convertir a Kigali en la ‘Singapur de África’. Con el objetivo de intentar hacer de la ciudad un espacio más limpio y ordenado, así como de aumentar su base tributaria, durante los dos últimos años el Ayuntamiento de Kigali se ha concentrado en las directivas de aplicación rigurosa diseñadas para acabar con la venta ambulante no autorizada.

El 18 de julio de 2016, el Ayuntamiento aclaró su postura en el boletín oficial: “En virtud de la ley y de otras sanciones estipuladas en diversas leyes, cualquier persona sorprendida en el acto delictivo de vender artículos en la calle será multada con 10.000 RWF [13 USD] y se le exigirá que devuelva el dinero al comprador. De forma parecida, el comprador será reprendido y se le multará con 10.000 RWF [13 USD] por adquirir productos en zonas no designadas como mercados”.

Además, los vendedores/as se arriesgan a que les confisquen su mercancía y a que les detengan.

Las autoridades alegan que la venta ambulante constituye un obstáculo para el comercio autorizado, promueve la venta de productos de baja calidad, provoca atascos de tráfico y afecta a la higiene urbana. Sin embargo, los vendedores/as ambulantes aseguran que disponen de pocas alternativas para ganarse la vida fuera de la economía informal.

Asimismo, afirman que se tienen que enfrentar a una gran cantidad de obstáculos, como la falta de unos espacios de venta limpios y seguros, la falta de seguridad en materia de ingresos, la poca o nula protección social y el acoso tanto de las autoridades como del público en general.

Ahora que su medio de subsistencia se ve amenazado, Agiraneza se encuentra en una disyuntiva complicada, al igual que tantos otros vendedores/as ambulantes (aproximadamente 8.000 hasta hace poco, según el Ayuntamiento de Kigali).

“Cuando llegué a Kigali mi hijo estaba desnutrido debido a una alimentación deficiente, pero con lo poco que he ido ganando conseguí que tuviera una dieta adecuada y nuestras vidas han ido mejorando. ¿Qué voy a hacer ahora?”, se lamentaba.

 

¿Ayuda o castigo?

En una entrevista con Equal Times, la teniente de alcalde para asuntos sociales del Ayuntamiento de Kigali, Judith Kazayire, declaró que la medida de acabar con la venta ambulante está motivada por la obligación del ayuntamiento de promover el bienestar de la gente, no de aplicarles sanciones.

“Creemos que para que aumente su bienestar deben tener un trabajo decente. Construir mercados y asegurarnos de que trabajen en sectores decentes es importante para nosotros, pues a eso nos dedicamos: al bienestar de la gente”, anunció.

“La venta ambulante es ilegal según las leyes que regulan el comercio. Intentamos asegurarnos de que esta gente trabaje en lugares donde pueden conseguir alojamiento y clientes al mismo tiempo como parte de nuestra responsabilidad de protegerles”, declaró.

Asimismo, Kazayire explicó a Equal Times que la construcción de nuevos mercados para los vendedores/as constituye una prioridad.

“Nuestro objetivo son 12 mercados. Algunos ya están acabados y otros se encuentran en fase de construcción. Hasta la fecha, hemos realojado a 6.000 vendedores ambulantes, pero esperamos poder realojar a muchos más. Les hemos concedido un período de gracia de un año durante el cual no pagarán impuestos ni alquiler, por lo que les estamos incentivando para que ahorren”, aseguró.

Sin embargo, algunas ONG internacionales siguen condenando la medida de sacar de las calles de Kigali a los comerciantes informales.

En julio, Human Rights Watch (HRW) acusó a las autoridades ruandesas de hacer redadas contra vendedores/as ambulantes, niños de la calle y personas sin hogar y detenerles en “centros de tránsito”, donde golpearon a algunos de ellos.

El ministro de Justicia de Ruanda, Johnston Busingye, rechazó los cargos y acusó a Human Rights Watch de lanzar “acusaciones sin fundamento”.

Sin embargo, el 7 de mayo de este año, Theodosie Uwamahoro, una vendedora de zumos de 27 años que trabajaba en una de las principales estaciones de autobuses de Kigali, fue asesinada a golpes cuando intentaba escapar de los funcionarios locales de seguridad e higiene. Tres hombres han sido acusados de su muerte.

 

“La venta ambulante va a seguir existiendo”

En un correo electrónico enviado a Equal Times, Pat Horn, la coordinadora internacional de StreetNet (una alianza internacional de vendedores/as ambulantes), hizo un llamamiento para que se iniciaran más diálogos entre el Ayuntamiento de Kigali y los vendedores/as ambulantes con el objetivo de alcanzar una solución sostenible.

“Nuestro consejo a las autoridades es que acepten el hecho de que la venta ambulante va a seguir existiendo. Proporciona un medio de subsistencia a mucha gente que, de otra manera, estaría desempleada y sería indigente, ofrece un importante mercado a los consumidores pobres que sin ella no podrían costearse los productos básicos y desempeña un papel importante en la seguridad alimentaria”.

Jeannette Nyiramashengeso, presidenta del Syndicat des travailleurs indépendants de l’économie informelle (SYTRIECI o Sindicato de los Trabajadores Independientes de la Economía Informal) afiliado a StreetNet, explicó a Equal Times que antes de que el ayuntamiento tomara la decisión de prohibir la venta ambulante, las autoridades pudieron reunirse con varios comerciantes de este sector. Según nos contó, muchos de los vendedores/as manifestaron su voluntad de trabajar en los nuevos mercados, si fuera posible.

Sin embargo, todavía queda un largo camino por recorrer hasta que los vendedores/as ambulantes de Kigali consigan un trabajo decente.

“Aunque ahora mismo hay mucha gente trabajando en mercados, existe un problema con las cifras, ya que a muchos vendedores aún no les han asignado puestos en los mercados y les resulta difícil ganarse la vida, pues tampoco les permiten trabajar en la calle”, denunció Nyiramashengeso.

Asimismo, destacó que la mayoría de los vendedores/as acaban trabajando en la calle porque no disponen del capital necesario para invertir en la ampliación de su negocio, por lo que debería hacerse mucho más para apoyar a los vendedores/as en este ámbito.

Actualmente, el Ayuntamiento está organizando a los antiguos vendedores/as ambulantes en cooperativas de grupos de 30 personas, donde les concederán pequeños préstamos que tendrán que devolver a una tasa de interés del 5%. Los anteriores intentos para organizar a los trabajadores/as de la economía informal, como en el caso de los conductores de moto-taxi, han resultado ser muy eficaces en Kigali y otras zonas del país.

Sin embargo, Nyiramashengeso aseguró que la capacitación de los vendedores/as y el apoyo a los derechos sindicales también resultan vitales.

“Las autoridades también deberían intentar desarrollar las capacidades de los vendedores para que puedan mejorar sus vidas, en concreto sus habilidades. También nos gustaría que las autoridades otorgaran a nuestro sindicato la facultad de ayudar a los actuales y antiguos vendedores con sus problemas cotidianos. Aunque nos dejan participar, quisiéramos estar más implicados, por ejemplo, mediante la firma de convenios [colectivos]”, puntualizó.