“Oriente Medio acabará con Europa”

“Oriente Medio acabará con Europa”
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Las tropas iraquíes e internacionales ya están en Mosul, el bastión del autodenominado Estado Islámico (EI) desde 2014. Zekine Türkeri, autora de Un Verano Kurdo (Editorial Descontrol, 2016), está segura de que las consecuencias de esta operación serán, una vez más, desastrosas para todos.

“Es demasiado tarde para Oriente Medio y es demasiado tarde para (el presidente turco Recep Tayyip) Erdogan. No hay ninguna solución para Oriente Medio. ¿Cómo van a acabar con el EI? Puedo apostar que es imposible, porque hay tanta mierda acumulada”, reflexiona Türkeri. Sabe de lo que habla. Estuvo allí, a pocos metros de los yihadistas, cuando el EI tomó Mosul, y lo documenta en su libro, del que desgrana pasajes en esta entrevista para Equal Times.

Hablemos primero de su vida. Türkeri no celebra su cumpleaños, porque no sabe exactamente cuándo nació. Los kurdos de entonces no se registraban y el cumpleaños es cosa de cristianos. “No tengo ni año, guapa, no sé cuándo nací. Lo del 67 lo he puesto por respeto a mi padre”, explica en un español coloquial. “Mi padre aseguraba que nací el año que mataron al Che Guevara”.

Hija de jornaleros en una pequeña aldea de doscientos habitantes kurdos-alevíes de Malatya (Anatolia Oriental) llamada Çiğilia, que significa “el grito”, Türkeri empezó a recoger remolacha, trigo y albaricoques con sus padres a los siete años. Eran paupérrimos. Pero esta chiquilla espabilada, una de las tres hijas del matrimonio, fue la primera de su aldea en ir a la universidad en Ankara, a la más prestigiosa del país, donde estudió Ciencias Políticas.

La echaron del banco en Ankara donde trabajaba como analista financiera por hablar kurdo por teléfono con su madre. De ahí huyó a La Habana con la irónica excusa de una beca de análisis económico en pleno Periodo Especial. Y trabajó con Elías Querejeta en el documental La Espalda del Mundo (2002), lo que facilitó su residencia en España durante una década. Regresó a Estambul en 2011.

 

Mirada neutra en una sociedad polarizada

Türkeri no sólo no tiene pelos en la lengua para hablar de tabúes como el machismo entre los kurdos, idealizados por Occidente, sino que tiene una inusual mirada, analítica y neutral, en una sociedad polarizada.

En su libro explica su primera visita y cobertura al Kurdistán Iraquí y Siria en el verano de 2014, cuando los yihadistas tomaban buena parte del territorio y aterrorizaban al mundo con degüellos filmados.

Retomamos Mosul. “Yo no sé si nos están tomando el pelo, si van en serio. Allí viven cientos de miles de civiles que van a desencadenar una nueva oleada de refugiados que ni el petróleo del Kurdistán iraquí va a poder asumir”. Al menos un millón, según observadores.

El vertedero de Oriente Medio ha abierto la espita. Trece años de guerra enquistados en Iraq y casi seis en Siria están generando una oleada de terror y radicalismo en la región y el resto del mundo. Turquía está en ascuas.

Türkeri, que desde que vivió en España no puede vivir sin tortilla de patatas y pacharán, dice que la culpa la tiene Occidente. Es lo que dicen todos aquí, pero ella lo explica sin revanchismo.

“Los gobiernos occidentales saben esta verdad, saben que lo han hecho mal. El hecho de que Oriente Medio esté así es culpa de Occidente. Porque pusieron dictadores en la región y durante más de un siglo miraron hacia el otro lado. Estoy hablando de la desaparición del Imperio Otomano, del tratado Sykes-Picot (1916). Pero también de los gobiernos de aquí. No culpo a la gente, porque aquí la gente nunca ha tenido poder. ¿Has visto alguna vez una izquierda en Oriente Medio que sobreviva? Solamente la turca, e incluso aquí es perseguida. En Siria te podían detener y desaparecías durante diez años. ¿Estos son gobiernos normales? Occidente los apoyó y va a pagar por ello”.

 

Documentando Qandil, Mahmur, Erbil, Sinjar…

Türkeri cubrió esas zonas kurdas para su televisión, IMC (International Media Center), que ahora acaba de cerrar el gobierno turco en la debacle represora que ha seguido al fallido golpe de Estado del 15 de julio.

Llevaba años queriendo filmar a las mujeres guerrilleras del PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán), considerado un grupo terrorista por la UE, EEUU y Turquía, que se esconden en el monte Qandil, en el noreste de Iraq.

El viaje de un mes la llevó también al campo de refugiados kurdos de Mahmur, un milagro de supervivencia en medio del desierto y los escorpiones; a la capital autonómica, Erbil; a las puertas de Sinjar, donde los yihadistas del EI estaban a punto de entrar y producir el genocidio número 73 contra los yazidíes, practicantes kurdos de una religión antiquísima vinculada al mazdeísmo zoroastriano.

A 45 grados centígrados en Mahmur, Türkeri encontró peluquerías propias de un filme de Almodóvar, y disfrutó con sus compañeras del campamento de una Paz Vega interpretando a Carmen en la tele. Para sus compatriotas es difícil entender la ironía hispana de Türkeri.

Fue testigo de cómo el gobierno autónomo de Erbil, los peshmergas kurdos y el ejército iraquí abandonaban a los yazidíes. Algo que la historia tendrá que explicar, dice. Las Unidades de Protección Popular (YPG, de Rojava) y el PKK (Kurdistán turco) sí que acudieron en su ayuda, pero poco pudieron hacer. Todavía se están descubriendo fosas comunes.

Türkeri tiene orígenes yazidíes. Su abuela y su madre se habían convertido al alevismo. Todavía recuerda cómo su madre rezaba al sol y a la luna y lavaba el pelo de sus hijas con agua de las lluvias de abril para traerles suerte, prácticas consideradas hoy heréticas por el islam dominante.

Muchas de las mujeres que entrevistó Türkeri fueron asesinadas por el EI: la joven cámara Deniz, que había estado documentando la extensión de la ablación del clítoris entre las kurdas iraquíes, y las francotiradoras Ararat y Avesta. También explica por qué las adolescentes se van al monte a luchar, llenas de ira por la muerte de los suyos y sin un lugar donde regresar.

Pasó terror en Erbil cuando se vio rodeada de hombres que salían de la oración del viernes. “Si no hubiera estado con mi amigo Doğan, habría sido una violación entre todos. Porque el sexo ha sido prohibido durante años. Hace 20 años no había internet, la gente no veía. Pero hoy tu entras a una cueva y ves una película porno. Ves tetas, que están prohibidas”.

Türkeri se refiere a Doğan Güzel, dibujante del diario izquierdista Gündem, que siguió a su amiga Zekine hasta España por romanticismo, y se quedó en Sevilla porque “le gustan las tapas de allí”. Otro compañero del Gündem, Rahmi Batur, acabó en León vendiendo kebabs.

 

“El infierno ya lo conocen, es su vida”

Hacia el final de su libro, la periodista explica el momento en que los guerrilleros kurdos se hacen con algunos prisioneros del EI y algunas guerrilleras frenan un linchamiento.

“Cuando vi a los prisioneros les tuve pena. Vi la cara actual de Oriente Medio, un Oriente Medio triste, en la miseria. Eran jóvenes árabes”. El comandante del YPG que la recibió en la aldea de Rimelan, cerca del frente, definió así el problema:

“Oriente Medio es un vertedero. Sería simplificar mucho que la culpa la tiene el imperialismo americano. Hay gente muy descontenta, muy humillada. Es muy difícil luchar contra ellos porque vienen a matar y a morir, es muy difícil luchar contra un enemigo así. Yo le pregunté, si son creyentes, deberían de tener miedo al infierno. Y me respondió: el infierno ya lo conocen, es su vida”.

Todos los modelos occidentales han fracasado aquí, incluso el de democracia islamista de Erdogan quien, según Türkeri, se ha subido al tren rápido del fascismo. “Oriente Medio acabará con la UE. Cuando surge una guerra civil aquí, al día siguiente tienes 50 millones en Europa. El mundo era demasiado injusto, y ahora no sólo los pobres, los ricos también van a pagar. Ni Erdogan sabe qué va a hacer mañana. Ni EEUU, ni Rusia. Todos están improvisando”.

This article has been translated from Spanish.