Madres contra el terrorismo y la captación

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“El terrorismo mundial relacionado con las insurgencias yihadistas en Siria e Irak se da de manera desproporcionada entre los jóvenes musulmanes de segunda y tercera generación de Europa Occidental. Muchos de ellos no se identifican ni con la sociedad europea ni con sus países de origen, pero encuentran en la propaganda yihadista una identidad en una ‘nación del Islam’ trascendente”, explica Fernando Reinares, experto del think tank Real Instituto Elcano, en su análisis sobre Cómo contrarrestar el atractivo del yihadismo entre los musulmanes de Europa occidental.

“Los Gobiernos deben preparar a los líderes comunitarios para identificar e intervenir con los jóvenes en riesgo y mejorar y coordinar esfuerzos para contrarrestar la propaganda yihadista tanto en línea como en las comunidades a nivel local”, aconseja.

El antropólogo Scott Atran ha entrevistado a personas en todos los continentes atraídas por estos grupos terroristas e indagado en la causa detrás de ello. En su discurso ante la Asamblea General de Naciones Unidas sobre el papel de los jóvenes en la lucha contra el extremismo violento y la promoción de la paz, apuntaba que los extranjeros en el denominado Estado Islámico (EI) “ya conforman la fuerza extraterritorial más potente desde la Segunda Guerra Mundial”.

“Tres de cada cuatro personas que se unen a Al Qaeda o a EI lo hacen a través de amigos. El resto, a través de familiares o compañeros de viaje en busca de un camino significativo en la vida (…). Es raro, sin embargo, que los padres sean conscientes de que sus hijos desean unirse al movimiento”, alertaba.

“En lugar de tranquilo y apacible como era, mi hijo comenzó a estar muy agitado, tratando de discutir por todo. Siempre estaba nervioso y tenso. Se volvió muy reservado, mucho más estructurado en su visión de la vida, se escondía de la familia –cuando hablaba por teléfono, por ejemplo–. Pasaba todo su tiempo con sus nuevos amigos”, explica a Equal Times la canadiense Christianne Boudreau.

Su hijo Damian se unió a EI al comienzo de la guerra civil en Siria, cuando el grupo no tenía el impacto mediático actual. “Cautivó a muchos extranjeros que creían defender lo que era justo porque ‘Occidente no estaba haciendo nada’. Fue lo que le sucedió a mi hijo”, reflexiona.

“En otros casos –continúa–, puede parecer que (tu hijo) pasa por un estado depresivo, porque renuncia a su ocio, a su círculo de amigos, se vuelve reservado. Un padre debe prestar atención a lo que le dice su intuición, a que algo no va bien. Algunos padres tienen miedo de hacer un diagnóstico exagerado y no les frenan. Por eso es muy importante encontrar a una persona que ayude a las familias desde fuera, alguien objetivo”.

 

Una red de apoyo

En Mothers for Life (Madres por la vida) Boudreau proporciona a otros padres el apoyo que ella no encontró. “La red nació en 2014 tras la muerte de mi hijo. Busqué durante mucho tiempo en Canadá, pero no existía ningún sitio donde acudir, ningún tipo de terapia, ni de ayuda para mi familia. Así que empecé a buscar en Internet gente que hubiera pasado por algo similar y contacté con Dominique Bons, en Toulousse”, cuenta.

El encuentro entre Bons y Boudreau fue clave para la creación de Mothers For Life. “Sentí por primera vez que alguien entendía mi dolor sin juzgarme. Cuando pensaba que ya no podía más, hablaba con ella y me daba cuenta de que sí podía. Después nos reunimos en Berlín con otras dos madres. Descubrimos que necesitábamos recordar a nuestros hijos por lo que eran y no por los errores que habían cometido, expresarnos abiertamente. Así que decidimos crear una red de madres, para apoyarnos. Daniel Khoeler –director del Instituto Alemán de Estudios de Radicalización y Desradicalización, GIRDS, según sus siglas en alemán– nos ayudó a darle forma y la lanzamos en febrero de 2015”.

“Es una red internacional de padres que han perdido a sus hijas e hijos como ‘soldados extranjeros’ en Siria e Irak o bien se encuentran en medio de un violento proceso de radicalización yihadista. Funciona en 11 países (Estados Unidos, Canadá, Francia, Bélgica, Dinamarca, Alemania, Italia, Holanda, Suecia, Reino Unido y Noruega). Es la única red de estas características en todo el mundo”, explica Khoeler a Equal Times, a propósito de Mothers for Life.

“Desde el GIRDS hemos formado a algunos de estos padres como orientadores porque son un punto de contacto que inspira más confianza a las familias afectadas. Después, muchas han creado su propia red local [Hayat Canada Family Support Foundation, en Canadá, Save Belgium, en Bélgica y Sons and Daughters of the World, en Dinamarca]. Con nuestra red mundial de expertos primero ayudamos a estas familias a ayudar a otras y a que se pongan en contacto con programas de desradicalización más específicos”, añade.

Boudreau describe en qué consiste esa formación. “Estudiamos casos que nos ponen en la situación de que alguno de nuestros seres queridos esté en riesgo de unirse a alguna de estas organizaciones en Siria, Irak, Somalia o Nigeria (Al-Shabah, Boko Haram u otros grupos). Entrenamos a las familias para que los redirijan, los detengan y se desenganchen de la violencia radical”.

“Las madres generalmente se dan cuenta del proceso de cambio, incluso si no pueden decir con exactitud qué es lo que va mal, perciben que algo va en la dirección equivocada. Conocen a sus hijos mejor que nadie, y además tienen un papel único y fundamental también en el islam. Esto las convierte en una importante puerta de entrada para intervenciones de desradicalización tempranas”, apunta el director del GIRDS.

“Somos un paraguas para las familias, tanto si quieren avanzar en su recuperación, como llevar a cabo un trabajo de prevención e intervención. Daniel [Khoeler] aporta su metodología y conocimientos y yo el apoyo emocional. Trabajamos con madres, padres y hermanos de 150 familias en 11 países”, detalla Boudreau. “Algunos padres no quieren hablar, pero sí estar en contacto con otros y les apoyamos en ese proceso. Otros han perdido a un ser querido captado por alguna de estas organizaciones. Compartimos herramientas, ideas, métodos de prevención, pero, sobre todo, apoyo”, recalca.

 

“No existe un proceso de radicalización estándar”

Boudreau, madre y activista, habla del estigma, de la vergüenza que sienten los padres de los combatientes extranjeros, de cómo quieren mantenerlo en secreto. Por su experiencia pide prevención en el ámbito local. “La prevención es la mejor intervención. Igual que se habla sobre sexualidad en las escuelas, para que los chicos tomen las decisiones adecuadas, para que sean críticos y responsables, debería hacerse lo mismo con el extremismo y la violencia radical”.

Pero, ¿cómo se produce el proceso de captación y radicalización? “No existe uno estándar para todo el mundo, depende de la ‘receta individual’ de cada uno. Y ésta contiene aspectos negativos (frustración acoso, conflictos familiares, racismo) y positivos (búsqueda de honor, libertad, justicia y gloria). Estos elementos se unen a través de una ideología específica y de los contactos”, afirma Khoeler.

“En la mayoría de los casos, los padres no reconocen el proceso de cambio: aparece en oleadas psicológicas acompañado de picos de mucha energía y descensos cercanos a la depresión”, añade. “Intentan convertir a otros al islam, se vuelven más intolerantes y estrictos, hablan mucho sobre la injusticia de lo que pasa en Siria, del racismo contra los musulmanes en Occidente... se necesita a un experto bien formado para traducir e interpretar los signos específicos y transformarlos en un plan de asesoramiento a medida”, recalca el director del GIRDS.

Reducir el poder de captación de estos grupos a la frustración y desencanto que muchos jóvenes occidentales sienten respecto a sus sociedades “no nos dice nada sobre las implicaciones psicológicas que hay tras el proceso de radicalización y lo convierte en algo demasiado simple”, explica Daniel Khoeler.

“Claro que algunos jóvenes se unen porque están frustrados y desencantados con las sociedades occidentales. Pero hay millones que sienten esa misma frustración y no acaban en EI”, recalca.

“Muchas de las familias con las que he trabajado, que han visto a sus hijos enrolarse en EI proceden de entornos muy bien integrados, con trabajos, familias propias, una posición sólida en nuestras sociedades y fueron captados por ISIS por sus propios valores morales; querían terminar con el sufrimiento de mujeres y niños en Siria, por ejemplo, o combatir la injusticia del régimen de Assad. En muchos casos los reclutadores usaron la educación occidental, basada en la libertad, la integridad y unos estándares éticos elevados. De nuevo, hay que mirar caso por caso para entender el proceso. No existe una explicación que encaje en todos", añade el experto.

 

Se busca joven vulnerable emocionalmente

Para Boudreau “los reclutadores son realmente brillantes en su trabajo. Buscan a los jóvenes más vulnerables emocionalmente, que están abiertos a no discutir, a no cuestionar (…). Después se toman el tiempo de cultivar la relación con ellos. Como la acción [el conflicto armado] se produce en el extranjero, la violencia no es tan impactante. Los reclutadores pueden poner la propaganda que quieran para atraerlos. [Los captados] carecen de evidencias, hasta que llegan allí y ven cómo son las cosas de verdad”, explica.

“No creo que el extremismo en general atraiga a los jóvenes extranjeros que se están uniendo a EI, sino uno [más específico] que sale en los medios de comunicación. EI es muy impactante y complejo de entender”, añade la canadiense.

Respecto al futuro, Khoeler cree que “sin una estrategia contra el extremismo violento (CVE, Counter Violent Extremism) especializada, las soluciones policiales y militares solo agravarán el problema. Si presionas a los grupos extremistas sin proporcionar una válvula, un escape, no ganarás nada, solo incrementarás el riesgo”, matiza. “EI espera, incluso desea, esa reacción. Es lo que quieren, incluso han afirmado que podemos derrotarlos físicamente sobre el terreno, pero no a su marca con esa estrategia. Solo la CVE puede hacerlo”, concluye.

“Entiendo que debe haber seguridad, protección, intervención de las fuerzas del orden, pero no se está yendo a la raíz del problema. Necesitamos más prevención y apoyo emocional”, sostiene Boudreau.

“Existe la esperanza de poder desenganchar a estos jóvenes del entorno violento, pero para eso hay que construir vínculos fuertes y redes de apoyo a nivel emocional en su círculo social más cercano”.

Esta madre apuesta por “conectar” con el “círculo social, con la familia especialmente” del hijo o hija que está en proceso de captación para “saber qué les está motivando emocionalmente a acercarse a esos grupos y con el objeto de intentar resolverlo en una dirección distinta”.

This article has been translated from Spanish.