Un refugiado gambiano transforma una dura experiencia en arte

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Lamin es un refugiado gambiano de 34 años que está luchando para obtener asilo político en Italia. Nunca fue a la escuela y aprendió inglés en la calle.

Un día encontró unos lápices de colores en una habitación de su campo de refugiados, lo cual despertó en él el súbito deseo de empezar a dibujar.

Su arte refleja el peligroso viaje que hizo para llegar a Europa y, sobre todo, el miedo a ahogarse en el mar Mediterráneo. Aunque los dibujos son sencillos, describen la dura realidad de miles de refugiados y ofrecen una perspectiva personal única sobre un evento que ha venido ocupando con frecuencia los titulares internacionales de estos últimos años.

Lamin no quiere mostrar su rostro por miedo a ser reconocido en su país natal.

“En Gambia trabajaba como chófer de un comandante militar”, explica. “Hace dos años, él y otras personas intentaron dar un golpe de Estado, pero fracasaron. Era de noche y me llamó de repente, pidiéndome que fuera a recogerle de inmediato. Obedecí y le conduje a la frontera con Senegal. Mi esposa me llamó después para decirme que los guardias del presidente me estaban buscando y que querían meterme en la cárcel. ¿Qué iba a hacer? No podía volver, no podía regresar a mi país, a mi familia. Así es como empezó mi viaje. Desde Senegal llegué a Níger y crucé el desierto del Sáhara hasta llegar a Libia. Me quedé allí casi un año, pero era demasiado peligroso y decidí cruzar el mar. Ahora estoy en Italia, y por supuesto que echo de menos a mi familia. Pero ¿cómo voy a regresar?”.

Lamin ya lleva en Italia más de un año, pero sigue esperando que le convoquen para una entrevista en la que se decidirá si puede ser reconocido como un refugiado o no.

Gambia tiene un historial lamentable en materia de derechos humanos. Las desapariciones forzosas, las detenciones arbitrarias y la tortura son prácticas que están a la orden del día.

El hasta ahora dirigente del país, Yahya Jammeh llegó al poder tras un golpe de Estado en 1994, y desde entonces ha sido acusado de reprimir brutalmente todo tipo de oposición. Según grupos internacionales defensores de los derechos humanos, “las autoridades gambianas dirigen regularmente sus ataques contra las voces disidentes, incluyendo periodistas, defensores de los derechos humanos, adversarios políticos y críticos, así como lesbianas, gays, bisexuales y transexuales”.

En diciembre se celebraron elecciones en las que Adama Barrow, la candidata de la coalición de partidos de la oposición, obtuvo una clara victoria.

Aunque Jammeh reconoció inicialmente su derrota, terminó por rechazar los resultados, negándose durante semanas a abandonar el poder, lo que hizo que varias naciones africanas enviasen tropas para que dejase el mando. Y cuando por fin salió, lo hizo llevándose consigo 11 millones de USD de las arcas del Estado.

En medio de la incertidumbre reinante respecto al futuro de este país de África Occidental, miles de gambianos, como es el caso de Lamin, viven en el exilio.