Precariedad en aumento para los trabajadores griegos

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Elisabeth Voglis, de 26 años, sigue viviendo en casa de sus padres en un barrio desfavorecido de Atenas. En realidad, no tiene alternativa debido a sus ingresos de menos de 300 euros (324 dólares estadounidenses) al mes.

Después de varios meses en paro, esta joven con un diploma de estética y cosmética no ha podido encontrar nada mejor que trabajos temporales para promocionar productos en supermercados y grandes centros comerciales.

“Te pagan 23,50 euros (25,30 dólares estadounidenses) por una jornada de ocho horas y normalmente solo trabajas dos o tres días a la semana. Se trata de un empleo temporal, para no estar inactiva mientras busco algo mejor”, explica.

Dado el escaso número de horas efectuadas, Elisabeth no cotiza normalmente para su jubilación y la seguridad social. Sin embargo, como se encontraba en paro desde hacía casi un año con una prestación de 360 euros (380 dólares estadounidenses) al mes, corría el riesgo de perder completamente su seguridad social si no encontraba trabajo.

En Grecia, los desempleados de larga duración (que buscan empleo desde hace 12 meses) representan el 72,2% del total de personas desempleadas. Esta situación les priva de cobertura de la seguridad social y ya no les permite solicitar el reembolso de sus gastos de asistencia sanitaria.

“Somos una generación perdida. Salimos del instituto al principio de la crisis y las consecuencias de ésta nos acompañarán durante varios años. ¡Tenemos la opción de aceptar salarios míseros, estar en paro o exiliarnos al extranjero!”, suspira Elisabeth.

El desempleo, en un país con una decena de millones de habitantes, afecta a más de un millón de personas, pero a cerca del 50% de los jóvenes y al 27% de las mujeres (frente a un 19% de hombres).

“Además, cuando tienen más de 25 años, algunas empresas te discriminan”, asegura Elisabeth. “Durante una entrevista de trabajo en un salón de estética, el jefe me comentó que yo le costaría más cara que otra candidata más joven”.

En efecto, el salario mínimo griego mensual para un puesto a tiempo completo para una persona menor de 25 años asciende a 510 euros brutos (548 dólares estadounidenses), mientras que para una persona mayor de 25 años es de 586 euros (630 dólares estadounidenses).

Aunque el paro ha disminuido más de tres puntos en dos años, como recuerda orgullosamente el Gobierno de Syriza, las nuevas contrataciones se hacen cada vez más a tiempo parcial o de forma temporal. Según los datos más recientes del Ministerio de Trabajo, más del 22% de los trabajadores griegos están empleados a media jornada o a tiempo parcial y ganan menos de 400 euros netos (430 dólares estadounidenses) al mes.

“Antes de la crisis, estos contratos a tiempo parcial solo representaban el 5% de las contrataciones, durante los últimos meses han aumentado fuertemente y ¡más del 40% de las contrataciones se efectúan a media jornada!”, sostiene Dimitris Karagiorgopoulo, del sindicato principal del sector privado, la Confederación general de los trabajadores griegos (GSEE).

“Como una de las últimas reformas prevé aumentar las cotizaciones sociales de los empleadores, intentan encontrar la manera de ahorrar. ¡Emplear a una persona a tiempo parcial cuesta la mitad a una empresa!”, añade.

 

Empleadores con pocos escrúpulos

Así, algunas empresas prefieren contratar a tiempo parcial, pagando las horas extra en negro o no remunerándolas en absoluto. Stella ha sido víctima de estas prácticas en su empleo anterior para un sitio web.

“Tu contrato estipula un tiempo parcial de seis horas al día, pero en realidad trabajas sistemáticamente ocho horas al día. El volumen de trabajo no te permite quedarte solamente seis horas en la oficina, pero no puedes pedir que se te paguen las horas extra, ¡y si lo haces el redactor jefe te replica que encontrará rápidamente a un sustituto!”, explica la joven periodista.

“Los empleadores piensan que aceptaremos cualquier cosa para no estar en paro”, explica Elisabeth, que también ha pasado por trabajos remunerados en proporción a las ventas realizadas.

“Durante un tiempo hice venta telefónica para una empresa de seguros. Cada vez que consigues convencer a una persona de que contrate una póliza ganas 35 euros (38 dólares estadounidenses). Al mes puedes esperar ganar como máximo 350 euros (380 dólares estadounidenses). Cuando te contratan, también puedes decidir tener un contrato normal, pero entonces tienes la obligación de ser rentable y de lograr por lo menos un cliente al día, ¡si no, te despiden!”, cuenta la joven.

Otra práctica que gana terreno en Grecia: la remuneración de parte del salario en vales de compra.

Según el diario griego de centro-derecha Kathimerini, más de 200.000 trabajadores del sector privado reciben entre el 20 y 25% de su salario en vales de compra.

El sindicato patronal griego (SEV) matiza estas cifras: “No se trata de una parte de su salario propiamente dicha, sino de incentivos. Mientras que el Estado griego prevé una tasa sobre otras bonificaciones dadas a los empleados, como los coches, los cupones para la alimentación por el momento no son sometidos a impuestos.

Yannis Kostopoulos fue contratado por una gran empresa de telefonía hace menos de un año. Por 30 horas semanales gana 320 euros netos (345 dólares estadounidenses), pero también dispone de 150 euros (162 dólares estadounidenses) en vales que puede utilizar en los supermercados y algunas cadenas de restauración.

“Mis compañeros que entraron en la empresa antes que yo todavía recibían hace un año y medio bonificaciones en efectivo. Evidentemente, preferiría tener dinero en efectivo en lugar de cupones, lo que me permitiría pagar el alquiler, la electricidad, los desplazamientos… pero visto el contexto actual en Grecia, ¡te contentas con lo que puedes!”, exclama Yannis.

Para Dimitris Karagiorgopoulos, de la GSEE, “ningún empleador tiene derecho a sustituir una parte del salario por vales, con los cuales no cotizas a la seguridad social ni a la pensión. Hemos informado al Ministerio de Trabajo y esperamos que tome medidas contra esta práctica”.

Sin embargo, el Ministerio de Trabajo tiene otras prioridades: la lucha contra el trabajo en negro, que representa más del 10% de la economía griega, y las negociaciones con los acreedores del país (el Banco Central Europeo, la Unión Europea, el Fondo Monetario Internacional) para permitir desbloquear un tramo del préstamo de 86.000 millones de euros (93.000 millones de dólares estadounidenses) concedido a Grecia.

Tras el aumento del IVA sobre ciertos alimentos y la hostelería, una reforma laboriosa de las jubilaciones que suprime progresivamente el sistema de ayuda a las jubilaciones más débiles y aumenta las cotizaciones al seguro de enfermedad, los acreedores exigen que el Gobierno griego apruebe una ley que facilite los despidos colectivos y permita a los empleadores cerrar provisionalmente una empresa tras un conflicto laboral.

Desde hace meses, los sindicatos hacen un llamamiento a las concentraciones y manifestaciones y se quejan de la falta de consulta por parte del Gobierno sobre estas cuestiones.

“Con la elección de Syriza en 2015 esperábamos que el salario mínimo se revisara al alza y que nuestros derechos sociales se preservaran, pero ahora nos damos cuenta de que solo se trataba de una ilusión”, se lamenta Yannis.

 

This article has been translated from French.