Ganancias tóxicas en Zambia: décadas de contaminación y legado de la minería del plomo

Ganancias tóxicas en Zambia: décadas de contaminación y legado de la minería del plomo

Angela Miyoba, 69, makes clay pots in Kabwe Town, Zambia. She says that years of breathing and burning soil that has been poisoned with lead has damaged her lungs and left her unable to walk. She spends all day squatting around her house as shown, because she is unable to move from pain.

(Wonder Chinhuru)

Durante décadas, la minería ha sido el pilar de la economía en Zambia, pues constituye el 12% de su PIB y el 70% de sus ingresos por exportaciones. Pero independientemente de lo que gane Zambia en concepto de exportaciones como el mayor productor africano de cobre y cobalto, para los habitantes de la localidad de Kabwe el precio a pagar es demasiado alto.

Kabwe, situada en la Provincia Central de Zambia y hogar para aproximadamente 300.000 personas, ha sufrido una catástrofe medioambiental provocada por la contaminación derivada de la extracción y procesamiento del plomo. Hace diez años, la revista Time incluyó la zona junto a Chernobyl como uno de “los lugares más contaminados del mundo”. Los expertos aseguran que a lo largo de los años se han intoxicado millones de adultos y niños.

La exposición prolongada al plomo (que entra al flujo sanguíneo y ataca al sistema nervioso central) afecta a la salud en su conjunto: desde la fertilidad y el peso al nacer, al desarrollo infantil. También puede provocar hipertensión, lesiones cerebrales e incluso la muerte. Los niños son especialmente vulnerables a los efectos perniciosos del plomo.

En Kabwe estuvo situada la mayor mina y fundición de plomo de Zambia, que empezó a funcionar en 1902 y anunció el cierre de sus operaciones en 1994. Mientras estuvo en funcionamiento no aplicó ninguna regulación sobre emisiones. Por tanto, la tierra, las plantas y el aire de Kabwe sufrieron una contaminación continuada a lo largo de décadas.

Hoy en día, los niveles medios de plomo en la sangre entre los habitantes de Kabwe oscilan entre los 60 y los 120 microgramos (µg) por decilitro (dl). Además, se han registrado concentraciones de plomo en niños de la zona que ascienden a unos sorprendentes 300 µg/dl; dicha cifra no debería superar los 15 µg/dl.

Asimismo, un estudio del Banco Mundial reveló que en las zonas más contaminadas de la localidad se pueden encontrar hasta 26.000 µg de plomo y que tierras hasta a 14 kilómetros de distancia de Kabwe ya no pueden emplearse para la agricultura.

“La gente se enferma, el agua no se puede utilizar y los peces mueren”, explica Bernadette Mulamba, una ecologista local que trabaja para la Comisión Católica para la Justicia y la Paz.

“En Zambia ya no se extrae [plomo]. Sin embargo, los niveles de este metal en sangre que se han encontrado en los niños pueden producir tos, articulaciones débiles y un crecimiento atrofiado”, advierte Brian Wilson, un asesor técnico para la gestión internacional de la intoxicación por plomo que trabaja en la ONG Pure Earth, una organización mundial que se encarga del impacto medioambiental derivado de la extracción del plomo en Zambia. “Si no se limpian a fondo los residuos de plomo en la tierra y el agua, las comunidades afectadas podrían sufrir enfermedades que mutarán en cepas de tuberculosis pulmonar difíciles de tratar, por ejemplo”.

No queda más remedio que trabajar con el veneno

La desgracia a la que se enfrentan los habitantes de Kabwe se ve agravada por su pobreza.

Hombres, mujeres e incluso niños desempleados suelen entrar furtivamente en los diques o galerías abandonadas de las fundiciones mineras para buscar piedras de cantera desechadas o chatarra que luego pueden vender.

Aunque es ilegal y peligroso (se exponen a agua y polvo impregnados de residuos metálicos de plomo), saben que no les queda más remedio.

Durante 12 años, Angela Miyoba se ganó la vida recolectando barro de las orillas del río Lunsemfwa (la antigua fuente de energía hidroeléctrica de las minas), con el que horneaba ollas que luego vendía a otras mujeres de la población. Ahora ya está demasiado enferma para trabajar.

“Los médicos me dicen que tengo los pulmones llenos de fluido. Me los lesioné al inhalar los gases de la tierra llena de plomo que utilizaba para refinar mis ollas en el fuego”, explica Miyoba a Equal Times. Durante los dos últimos años ya no puede caminar, por lo que se pasa el día sentada en su casa con las extremidades paralizadas por el dolor provocado por la exposición al plomo.

“En 2016 tratamos a decenas de personas que sufrían de infertilidad, lesiones en los tejidos pulmonares y dificultades respiratorias derivadas del uso de agua contaminada”, asegura el director de salud pública de Kabwe, Paul Mukuka.

“Como podrá ver, los más afectados son los hambrientos y los pobres. Para atenuar los efectos del plomo, les damos suplementos nutritivos como aminoácidos para los niños y barras de azúcar”. Sin embargo, la terapia de quelación (en la cual los pacientes toman medicamentos por vía oral hasta que expulsan el plomo por la orina) no está disponible en Kabwe. “Normalmente enviamos a los pacientes gravemente enfermos de intoxicación por plomo a hospitales mejor equipados en Lusaka (la capital), pero incluso someterse a un simple análisis de sangre es muy caro para el habitante promedio de Kabwe”, afirma Mukaka.

Limpieza

El Banco Mundial ha destinado 105,6 millones USD para ayudar a limpiar la contaminación de décadas.

El ministro zambiano responsable de la Provincia Central, Chanda Kabwe, se entrevistó con Equal Times: “Reconocemos los daños que han causado los residuos mineros. De 2016 a 2021 vamos a trabajar con el Banco Mundial para limpiar y restaurar la tierra contaminada por metales pesados en Kabwe y otras poblaciones”.

Esta no es la primera vez que lo intentan. En 2003, el Banco Mundial financió con 40 millones USD el Proyecto Medioambiental de la Provincia de Copperbelt mediante una mezcla de créditos y subvenciones. Sin embargo, cuando un equipo independiente de investigación visitó la ciudad en 2014, descubrió unas concentraciones de plomo en superficie que oscilaban entre los 139 µg/kg y los 62.142 µg/kg. En Zambia las cifras del gobierno hablan de 200 µg/kg.

El Banco Mundial anunció que su nuevo proyecto tiene como objetivo retomar el trabajo donde lo dejó el programa anterior para ayudar a cerrar adecuadamente las minas, rehabilitar las zonas más contaminadas y mejorar la puesta en práctica de las normativas y controles medioambientales.

“El objetivo consiste en una reducción del 70% de los niveles tóxicos de plomo en tierra y agua para 2021,”, explica la directora nacional de Zambia para el Banco Mundial, Ina-Marlene Ruthenburg.

Mukuka asegura que cuando el proyecto finalice en 2021, se habrá podido proteger de los efectos del plomo a más de 60.000 personas. Sin embargo, hasta entonces, los habitantes de Kabwe tendrán que seguir sufriendo las injustas consecuencias derivadas de décadas de negligencia y mala gestión.