¡Marcha por la ciencia, este sábado 22 de abril!

La marcha mundial de este sábado 22 de abril “Marcha por la ciencia” (March for Science, nombre original del movimiento) es crucial como una muestra de que, pese a la llegada de unos líderes y movimientos populistas en numerosas partes del mundo, la generalmente silenciosa mayoría está preocupada y determinada a salvar el planeta y a sus moradores. La investigación científica y las políticas basadas en datos empíricos, están bajo amenaza. La vox populi necesita escucharse alto y claro.

En el sitio de Marcha por la ciencia, paraguas de centenares de marchas o encuentros ciudadanos que tendrán lugar en todo el planeta mañana sábado, D.J. Patil, antiguo científico jefe de datos del Gobierno de Obama, señaló que él marcharía en San Francisco junto con Adam Savage (presentador del programa de divulgación científica MythBusters) y un nutrido grupo de científicos de renombre.

“Cuando pienso que la cosa más importante que mantiene en movimiento el motor de EEUU es la ciencia, y cuando miro atrás –mi tiempo en la Casa Blanca– y pienso en los momentos más impactantes y en la gente que se mantuvo a mi lado, el hilo conductor es la ciencia”, escribió Patil en un blog.

En ese mismo escrito Patil mencionó a algunas de las personas que conoció personalmente y cuyas vidas mejoraron exponencialmente gracias a la ciencia –un amputado operando su brazo protésico con su mente, dos hermanas de corta edad que lanzaron una nave espacial, familias en el programa Moonshot luchando contra el cáncer–.

Todo depende de una financiación adecuada y de políticas gubernamentales correctas, ahora bajo amenaza por la populista administración Trump, cuyas políticas cuestionan hechos científicos.

Uno de los ejemplos más llamativos es la posición de Scott Pruitt, director de la Agencia de Protección Ambiental (EPA, según sus siglas en inglés), de desoír a su propio equipo de científicos y negarse a prohibir el peligroso y muy utilizado insecticida clorpirifós.

La Casa Blanca también quiere recortar el gasto de la Oficina de Investigación y Desarrollo de la EPA en un 40%, lo que implica mucha menos investigación –inclusive en universidades–, sobre el cambio climático, la calidad del aire y del agua, y la seguridad química.

“Cuando tienes gente que apenas conoce algo de ciencia, que se cierran en banda ésta y que llegan a un cargo público, ahí tenemos la receta para el completo desmantelamiento de nuestra democracia informada”, alerta el astrofísico norteamericano Neil deGrasse Tyson en relación al estado de la ciencia en EEUU.

El “efecto Brexit

Si así están las cosas al otro lado del Atlántico, en Europa el Brexit está camino de asestar un golpe al mundo de la investigación científica. No sólo en Reino Unido, también en la Europa continental. Si bien el Gobierno británico insiste en que colmará el hueco económico que deje de percibir de la UE –tras perder miles de millones para el programa Horizon 2020, el programa de I+D de la UE de 80.000 millones de euros (unos 88.000 millones de USD)–, los científicos de Scientists for EU, con sede en Gran Bretaña, no silencian su escepticismo.

Y la ruptura ya está materializándose: los científicos británicos, según informan algunos medios, están siendo rechazados de proyectos de investigación de la UE debido al temor de que el Brexit se traduzca en una reducción presupuestaria de dichos proyectos.

Instalaciones de renombre como el acelerador de partículas CERN, en Suiza, y la Agencia Espacial Europea, son entidades internacionales que podrían mantener al Reino Unido como miembro, pero este país tendría que alcanzar acuerdos individuales con los institutos del Centro Común de Investigación (CCI o JRC, en inglés, un servicio de ciencia y conocimiento de la Comisión Europea), todos ellos fuera de Gran Bretaña.

Qué impacto (la denostación de los hechos) pueda tener sobre el avance general para la ciencia, aún está por ver. Pero la incertidumbre perturba a muchos científicos, lo suficiente como para salir a protestar a la calle. El avance en nuevas curas, en la mejora de las vidas de la gente, está en riesgo de perder el pie como resultado de políticas de corte populista.

Como mínimo, una fuerte movilización global en la Marcha por la ciencia del sábado puede enviar un mensaje a los políticos de todo el planeta de que el público, unido a la comunidad científica, pide visión y liderazgo de sus representantes en cargos públicos. No pensar en las ganancias políticas a corto plazo ni ceder a los intereses corporativos sino pensar sobre todo en los intereses de la humanidad y en el único planeta habitable que conocemos.