Fronteras urbanas y cómo derribarlas

Fronteras urbanas y cómo derribarlas

Residents in Puente de Vallecas earn 10,000 euros less and experience 10 per cent more unemployment than their neighbours across the highway.

(Roberto Martín)

Una carretera con cuatro carriles por sentido separa los distritos madrileños de Puente de Vallecas y Retiro. Se llama M-30 y es una de las autovías urbanas con mayor densidad de tráfico del mundo. Unos 300.000 vehículos circulan por ella a diario.

Esta cicatriz de asfalto constituye una evidente frontera física entre ambas zonas de Madrid, sin embargo, existe otra barrera simbólica mucho más difícil de franquear. Vivir en uno de los lados de esta carretera determina, entre otras cosas, cobrar 10.000 euros menos al año o sufrir un 10% más de desempleo. Basta con un paseo por los alrededores para averiguar de cuál de ellas se trata.

“Se nota en algo tan simple como las aceras. No es lo mismo ir por estas calles que cruzar el puente e ir al barrio de al lado, simplemente el hecho de tener aceras más amplias ya te hace la vida más fácil”, explica Ofelia López, vecina de Puente de Vallecas.

Efectivamente, frente a las amplias avenidas de Retiro, se extiende el entramado de calles estrechas y viejos edificios de sus vecinos de enfrente. Y el problema no son solo las aceras, las diferencias afectan a la limpieza, la calidad de la vivienda, el número de zonas verdes o de equipamientos culturales y deportivos.

Estas desigualdades influyen en la calidad de vida y la salud de sus habitantes. “La falta de espacios públicos repercute en la obesidad y ésta a su vez en la aparición de enfermedades crónicas”, denuncia María José García, miembro del Consejo de Salud del distrito. Hoy la esperanza de vida de un vecino de Retiro es de 85 años, en Puente de Vallecas de 83, a pesar de que solo viven a unos metros de distancia.

Cartografía de la desigualdad

La última gran frontera, la de la desigualdad, se levanta cada día en el corazón de las capitales de todo el mundo. Hoy la brecha entre ricos y pobres en los países de la OCDE es la mayor de los últimos 30 años. El 10% más rico gana 9,5 veces más que el 10% más pobre.

Esta desigualdad crea su propia cartografía, fragmenta las ciudades, crea guetos. “Las fronteras urbanas surgen para contener la desigualdad social, para separar poblaciones. Pueden ser físicas, pero también están hechas de símbolos que hacen que pasar de un sitio a otro sea difícil”, explica el antropólogo social Sergio García.

“La consecuencia es que poblaciones de una misma ciudad tienen experiencias de vida totalmente distintas”.

Según un estudio de la ONG Oxfam, España es el país de la OCDE en el que más ha crecido la desigualdad desde el inicio de la crisis, tan solo por detrás de Chipre. El último Atlas de Barrios Vulnerables señala la existencia de 256 barrios deprimidos donde hoy habitan entre 4 y 5 millones de españoles.

Puente de Vallecas, con 224.000 habitantes, es el cuarto distrito más poblado de Madrid y también el que registra la menor renta. Una media de 15.700 euros anuales. Con la llegada de la crisis en 2007, el desempleo y los recortes sociales se cebaron con sus vecinos, un 40% de los negocios cerró y buena parte de los bloques de viviendas quedaron vacíos y se convirtieron en objeto de ocupación.

“La crisis nos ha azotado a todos, pero a unos más que a otros. Durante estos años se han hecho inversiones en otras zonas de Madrid, mientras que en distritos como el nuestro ha habido una dejación activa”, denuncia Manuela Galán, vecina de Puente de Vallecas.

Reformar el barrio para tirar fronteras

En 2015, durante los días previos a las elecciones municipales, vecinos de Puente de Vallecas decidieron tomar la iniciativa y hacer su propio diagnóstico de las necesidades del distrito: suciedad, desempleo, falta de zonas verdes, seguridad, abandono.

Más tarde, en una asamblea eligieron cuáles eran las prioridades y se las presentaron a los responsables políticos. Este proceso desembocó el pasado diciembre en la firma de un protocolo entre el Ayuntamiento y la asociación vecinal para el desarrollo del Plan de Regeneración Integral Puente de Vallecas.

“Este tipo de procesos solo funcionan si se hacen de abajo arriba, fomentando la participación de los vecinos. No basta con quejarse o dar ideas, debe ser una construcción colectiva”, cuenta Jon Aguirre Such, arquitecto urbanista del colectivo Paisaje Transversal, que colabora en este proyecto.

Existen referentes de éxito en otras ciudades europeas como Nantes o Londres. En el caso francés se consiguió regenerar una antigua zona industrial abandonada situada en una isla sobre el Loira (Île de Nantes), justo enfrente del casco urbano. La operación se centró sobre todo en el espacio público: se reconstruyeron los muelles como paseo peatonal y se reciclaron las viejas fábricas para actividades culturales. Aunque la iniciativa partió del Ayuntamiento, los vecinos participaron desde el principio a través de Consejos de Barrio.

El caso de Coin Street, en Londres, era una zona muy degradada durante los años 60.

Su proximidad con el centro la convirtieron, sin embargo, en un objetivo apetitoso para las grandes corporaciones de oficinas. Para evitarlo, los propios vecinos crearon una empresa social para liderar el proceso de transformación del barrio. Su prioridad fue la construcción de viviendas en régimen de cooperativa.

En Puente de Vallecas cuentan con un presupuesto de tres millones de euros para 2017. Las primeras actuaciones serán la creación de un parque de vivienda pública para jóvenes, la peatonalización de uno de los principales espacios del distrito (el bulevar de Peña Gorbea) y la mejora de los accesos a zonas verdes. Se prevén más acciones en materia de empleo, mejora del transporte o arreglo de parques infantiles. Pero todo eso vendrá después. Los procesos participativos implican tiempos largos.

El fantasma de la gentrificación

Es la duda que siempre asalta al hablar de regeneración urbana. ¿Será el principio de la gentrificación?

“A mí me asusta mucho el hecho de que se pueda expulsar del barrio a los vecinos”, advierte alguien de la asociación vecinal. “No podemos cortar el desarrollo por miedo a una gentrificación”, contesta otra. El tema siempre genera debate.

Lo cierto es que muchos de estos procesos de transformación urbana son liderados por intereses comerciales que acaban convirtiendo estos barrios degradados en zonas exclusivas. Los precios de la vivienda suben y son las clases con más poder adquisitivo las que desplazan a la población tradicional. Es lo que está pasando en el barrio londinense de Brixton cuyo plan de transformación amenaza hoy la supervivencia de 30 antiguos comercios.

“Sin una política pública fuerte el mercado encuentra su resquicio”, reconoce el arquitecto Jon Aguirre Such.

De momento a Puente de Vallecas todavía le quedan años para descubrirlo pero, al estar a apenas 3 kilómetros del centro y con el precio por metro cuadrado por debajo de la media de Madrid, saben que el riesgo existe.

Para el presidente de la asociación vecinal, Jorge Nacarino, son los habitantes del distrito los únicos que pueden prevenirlo. “Si conseguimos ser nosotros los agentes del cambio, será más difícil que ocurra”. La pauta está clara: regenerar el distrito entre todos para que no lo acaparen unos pocos, equilibrar los mapas, defender que a un lado o a otro de la carretera todos merecen vivir mejor.

This article has been translated from Spanish.