Un periodo doloroso: Día Mundial de la Higiene Menstrual, para concienciar sobre cómo las tradiciones repercuten sobre la escolarización y el empleo

Un periodo doloroso: Día Mundial de la Higiene Menstrual, para concienciar sobre cómo las tradiciones repercuten sobre la escolarización y el empleo

In Nepal, communities that still practise the ancient, albeit illegal, Hindu custom of chaupadi (menstrual exclusion) ensure that women and girls are banished from their family homes while they are on their periods. For teenagers like Radha Bishwa Karma (pictured left), this also means being served food (boiled rice only) behind a toilet.

(WaterAid)

Cuando Roshani Tiruwa, de 15 años, se acostó a dormir junto a la hogera que había encendido en una diminuta choza de barro, el 16 de diciembre del año pasado, no podía imaginar que el humo de ese fuego iba a asfixiarla hasta la muerte. ¿Por qué dormía sola una muchacha tan joven, a pocos metros de la casa familiar? Porque Roshani tenía el periodo.

Es la segunda muerte que se produce en un mes en Achram, un distrito al oeste de Nepal, debido a la prohibición de que las mujeres entren en su casa familiar durante varios días, por las creencias que rodean a la menstruación. Dambara Upadhyay, de 21 años, fue hallada muerta en una choza, el 19 de noviembre, en circunstancias similares, según publican varios periódicos.

La ancestral práctica hindú del chaupadi considera impura la menstruación y prohíbe a las mujeres y las niñas tocar a los hombres, entrar en sus casas e incluso comer ciertos alimentos.

Si desobedecen, la tradición augura calamidades, como la pérdida de las cosechas. La reclusión en una choza chaupadi rudimentaria puede prolongarse entre cuatro y siete días cada mes, durante los cuales las mujeres y las niñas pueden tener que soportar temperaturas extremas, permanecer vulnerables a ataques de animales salvajes y a la violencia de género, incluidas las violaciones.

Aunque el gobierno nepalí ilegalizó el chaupadi en 2005, los cambios están avanzando muy lentamente. La situación no se limita a Nepal. Las actitudes hacia la menstruación inhiben en todo el mundo la libertad de las mujeres y ponen en peligro su salud.

Cada mes, se prohíbe a millones de niñas asistir a la escuela, con el perjuicio que ello conlleva para su educación, y hay muchos millones más de mujeres que no pueden ir a trabajar, lo cual repercute en su sustento. Los perjuicios que estas actitudes conllevan se sacan a la luz, cada 28 de mayo, durante el Día Mundial de la Higiene Menstrual, una jornada que pretende romper los tabúes y educar sobre el adecuado manejo de la higiene menstrual (MHM).

WaterAid, una organización internacional benéfica con sede en el Reino Unido, abandera esta iniciativa y ofrece formación sobre el MHM a niñas, niños, familias, docentes y comunidades de Nepal, Madagascar y la India, informándoles de forma veraz sobre la menstruación e intentando desmontar estigmas y miedos.

Thérèse Mahon, directora regional del programa en el sur de Asia, afirma que muchas niñas temen que les venga la regla porque nadie les ha explicado lo que sucede esos días.

“Piensan que caen gravemente enfermas o que han hecho algo malo y les da mucho miedo decírselo a sus padres”, explica. Las propias madres suelen estar mal informadas, porque ellas también crecieron bajo exigencias similares. Los docentes suelen carecer de la formación necesaria para enseñar a las jóvenes sobre salud reproductiva.

WASH en escuelas y empresas

La ausentismo femenino de las escuelas y del trabajo durante la menstruación no sólo se debe a creencias culturales profundamente enraizadas. La falta de agua, saneamiento e higiene (WASH) también agrava el problema. Un informe de Unicef revela que el 21% de las niñas de Sierra Leona se quedan en casa durante su menstruación. En Nepal, el 30% de las niñas evitan ir a clase cuando tienen el periodo, mientras las estudiantes somalíes dicen que faltan a clase hasta cinco días al mes.

Apenas existen investigaciones sobre la situación en las empresas, pero dado que las jóvenes y mujeres en edad menstrual representan alrededor del 40% del mercado laboral mundial, es fácil calcular el impacto económico que supone mensualmente para las trabajadoras estas ausencias del trabajo.

Mientras Brasil e Italia podrían pronto unirse a países asiáticos como Japón, Taiwán y Corea del Sur y ofrecer una licencia menstrual a las trabajadoras, la mayoría de las trabajadoras del mundo —en concreto la inmensa mayoría de las que trabajan en la economía informal— carecen de disposiciones, de suficientes recesos para poder ir al aseo o de sistemas para el desecho de materiales higiénicos.

Por ejemplo, un estudio publicado por el Banco Mundial en 2008 sobre Camboya, Indonesia, Filipinas y Vietnam, revela que el 25% de todos los lugares de trabajo de Camboya carece de retretes, mientras que en Filipinas, el 14% tiene aseos inadecuados.

En Vietnam, el 74% de los mercados, donde suelen trabajar las mujeres, carece de retretes. Asumiendo que las empleadas se ausentan un día al mes por falta de servicios para el aseo personal durante su periodo, el estudio estima que el ausentismo de las mujeres supone la pérdida de 13,8 millones de jornadas laborables en Filipinas y de 1,5 millones en Vietnam, lo cual implica una pérdida económica de 13 millones de dólares y de 1,2 millones de dólares al año respectivamente.

Mahon afirma que plantear la cuestión de la menstruación a través de WASH es una forma no controvertida de inducir cambios. “Se puede aumentar la confianza y entablar una relación y, a partir de ahí, empezar a hablar sobre algunos de los temas tabú y ofrecer soluciones prácticas”, afirma.

Por ejemplo, han colaborado con escuelas en la construcción de letrinas y salas donde las niñas pueden cambiarse su material higiénico “con dignidad”. Mahon destaca la importancia de establecer sistemas que permitan mantener limpios estos lugares, porque si no las mujeres no los utilizan.

Por su parte, los sindicatos han reivindicado que las empresas tienen la responsabilidad de ofrecer servicios de WASH adecuados para las mujeres con menstruación. La ISP, la federación sindical internacional representante del personal de servicios públicos, tiene previsto iniciar una investigación sobre las repercusiones de la menstruación para la vida laboral, en los sectores públicos y privados, en las economías formal e informal, después de que adopte oficialmente una resolución para lograr “la igualdad de los seres humanos con menstruación” en su congreso mundial de octubre.

Verónica Montúfar, su responsable de igualdad de género, afirma que iniciarán una campaña para concienciar sobre cómo afecta la menstruación a todas las mujeres, sobre todo las que viven en la pobreza. Y añade: “Nuestro principal desafío es desmontar la visión patriarcal sobre el cuerpo de las mujeres”.

La iniciativa cuenta con el respaldo de Kommunal, el sindicato sueco de trabajadores municipales. Anders Jonsson, responsable de su división internacional, afirma que los empleadores tienen la obligación de contar con centros de trabajo en los que las mujeres puedan “trabajar y formarse de la misma manera que los hombres”. Añade que los sindicatos deberían dar ejemplo velando por que sus propias reuniones y cursos de formación ofrecen a las mujeres servicios de aseo adecuados.

Productos sanitarios

Otro reto importante consiste en lograr que las mujeres y las niñas tengan acceso a materiales sanitarios seguros y asequibles para la menstruación. Un estudio realizado por WaterAid en Bangladesh revela que el 60% de las trabajadoras de empresas textiles utiliza trapos que recogen del suelo como compresas menstruales, lo cual les provoca infecciones y llevó al 73% de las trabajadoras a ausentarse hasta seis días al mes del trabajo.

Las niñas nepalíes contaron a WaterAid que les avergonzaba secar al sol sus paños menstruales y por eso los reutilizaban húmedos, arriesgándose a contraer infecciones.

Según Celeste Mergens, fundadora de la organización benéfica estadounidense Days for Girls International, las mujeres de Uganda y Kenia utilizan hojas, relleno de colchones o plumas como absorbentes de la sangre de su periodo.

“Es muy difícil concentrarse en clase y quedarse sentada cuando estás empapada, porque se pueden burlar de ti y avergonzarte”, explica. “Y lo mismo les sucede a las mujeres que intentan ir a trabajar”.

Para abordar este problema, su organización está ayudando a las mujeres a crear pequeñas empresas de fabricación de compresas reutilizables y packs de aseo personal fabricados con materiales disponibles localmente.

Femme International es otra organización benéfica que intenta mejorar el manejo de la higiene menstrual en los países en desarrollo. Ofrece programas educativos en escuelas y comunidades de África oriental y distribuye productos reutilizables para el periodo menstrual.

Su directora ejecutiva, Sabrina Rubli, afirma que las niñas están tan desesperadas por comprar compresas que se saltan el almuerzo y trabajan horas extras con tal de ahorrar dinero. “Desde el punto de vista político, los gobiernos deben reconocer las repercusiones que la menstruación tiene para las niñas en edad escolar y comprometerse a ofrecerles material sanitario”, sugiere.

En 2015, el gobierno ugandés se comprometió a suministrar compresas a las niñas adolescentes pero este año dio marcha atrás, diciendo que la política no era asequible. La activista feminista Stella Nyanzi fue encarcelada en febrero por expresar su oposición a esta decisión en los medios sociales.

Aunque queda mucho camino por delante, Mahon cree que puede producirse un cambio en la próxima generación. En Nepal, WaterAid está comprobando que algunas niñas con las que ha trabajado están abandonando la práctica del chaupadi, mientras que la construcción de mejores servicios WASH en las escuelas y la educación sobre higiene menstrual les está permitiendo asistir al colegio con regularidad.

Una niña lo explicaba así a esta organización benéfica: “Durante mi menstruación tengo prohibido tocar mangos y otras frutas. Me dicen que, si los toco, los mangos se pudrirán y que, si toco el árbol, no crecerá. Pero yo toqué el árbol durante mi menstruación, incluso le arranqué un mango y me lo comí. La fruta no se pudrió y yo no me morí.

’’Así me dí cuenta de que todo eso es mentira”.