¿Es Albania el último bastión de la tolerancia religiosa en Europa?

¿Es Albania el último bastión de la tolerancia religiosa en Europa?

Tirana’s Kavajes Street is an example of Albania’s famed religious tolerance in microcosm. As well as the Dine Hoxha Mosque (pictured) a Catholic church and Orthodox church are situated nearby and worshippers at all three institutions live, work and socialise together.

(Máire Rowland)
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Son las 8 de un viernes por la noche en la frondosa calle Kavajes en la bulliciosa capital albanesa de Tirana, y la llamada a la oración de la mezquita Dine Hoxha resuena fuertemente en todo el centro de la ciudad. En medio del ajetreo y del bullicio nocturno es difícil distinguir a los que vuelven a casa apresurados tras un día de trabajo de aquellos que se dirigen a la mezquita para rezar las oraciones vespertinas, o entre los que el domingo por la mañana se encaminan a la iglesia católica para tomar la comunión y la congregación que se dirige un poco más lejos a la iglesia ortodoxa.

Esta céntrica vía acoge a creyentes -y no creyentes- de todas las orientaciones; albaneses que habitan, van a la escuela, trabajan y conviven en sociedad juntos con toda facilidad. No cabe duda de que la calle Kavajes es un ejemplo de la famosa tolerancia religiosa que reina en Albania como en un microcosmos. Según las cifras del último censo de 2011, más de la mitad (56,7%) de la población integrada por 2,8 millones de habitantes de Albania se autodefine musulmana, en su mayoría sunita, el 10% católica, casi el 7% se dice ortodoxa, el 5,5% afirma no tener religión, el 2,5% se identifica como atea o perteneciente a una religión minoritaria y el 2,1% se declara miembro de la orden Bektashi (una forma de sufismo balcánico con sede en Albania).

En 2014, el Papa Francisco eligió a Albania, un país mayoritariamente musulmán, como destino de su primera visita europea fuera de Italia. En mayo de 2017, tras una visita al pequeño país de Europa sudoriental, el Relator Especial de las Naciones Unidas sobre la libertad de religión y creencias, Ahmed Shaheed, señaló:

“La libertad de religión o de creencias es una realidad práctica en Albania, y el mundo puede aprender mucho de la experiencia albanesa de respeto hacia la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión o creencia y de cómo se logra la armonía interreligiosa”.

En la segunda planta del café Tirana, entre el sonido de la música electrónica de los años ochenta y la charla de los bebedores de café, el obispo Andon Merdani de la Iglesia Ortodoxa albanesa está de acuerdo con esta aseveración. Recuerda emocionado un momento en el que experimentó el poderoso y positivo impacto de la unidad interreligiosa que existe en Albania.

“Después del ataque de Charlie Hebdo en París, el primer ministro albanés invitó a líderes religiosos a acompañarlo a esta ciudad para expresar sus condolencias y participar en la marcha contra el extremismo”, comenta el obispo Merdani a Equal Times. “Fuimos a las oficinas de Charlie Hebdo y todos juntos depositamos una flor. Después, un musulmán, un ortodoxo, un católico y un bektashi, todos ataviados con nuestras vestimentas y accesorios religiosos, recorrimos juntos las calles de París, hablando y caminando hombro con hombro, por la simple razón de que somos amigos”.

“La tensión, continúa, podía sentirse en el aire, se notaba en el ambiente, pero cuando la gente a nuestro alrededor nos vio a todos juntos, comenzaron a aplaudir gritando ’¡Bravo!’. Para nosotros era muy normal caminar juntos, pero en París era algo muy especial. La gente seguía aclamando y aplaudiendo, y el ambiente se llenaba de alegría mientras caminábamos por las calles”.

La práctica religiosa en un Estado laico

El camino hacia la armonía religiosa y la coexistencia pacífica no ha sido sencillo para Albania. Aunque los sucesivos gobiernos postcomunistas han fomentado la avenencia interreligiosa adoptando una posición neutral hacia las comunidades religiosas y aplicando un marco jurídico que garantice la libertad de religión y promueva activamente la cooperación interreligiosa, no siempre ha sido así.

Tras la ocupación tanto italiana como alemana durante la Segunda Guerra Mundial, Albania se encontró bajo la férula de la dictadura marxista-leninista de Enver Hoxha durante más de 40 años. La policía secreta perseguía a toda persona que se oponía al régimen, se prohibió viajar al extranjero a la mayoría de los ciudadanos, la religión fue proscrita y algunos líderes religiosos fueron asesinados.

En 1967, Albania se proclamó Estado laico. La persecución religiosa continuó hasta la caída del comunismo en 1990, momento en el que los albaneses recuperaron de nuevo su identidad religiosa. Los creyentes de todas las religiones empezaron a volver a sus lugares de culto y a reconstruir lentamente los sitios sagrados que habían sido dañados o destruidos durante el período comunista.

El sol brilla a través de los hermosos vitrales de la sede central de la Comunidad Musulmana de Albania en Tirana. La ventana de la cuarta planta ofrece una vista panorámica de la mezquita más reciente de Tirana, actualmente en construcción, al otro lado de la carretera. “Podrá dar cabida a 5.000 personas”, explica Agron Hoxha, portavoz de la comunidad. “Será la mezquita más grande de los Balcanes y su construcción debería terminarse el próximo año”.

El tamaño del edificio, financiado por el Gobierno turco, es impresionante. Una vez terminada la construcción será una mezquita céntrica para los musulmanes practicantes en Tirana, quienes a menudo se ven forzados a orar sobre la acera cuando asisten a la oración del viernes en mezquitas más pequeñas de la ciudad. La nueva mezquita se levanta en la calle George W. Bush, la cual lleva este nombre tras una visita del expresidente de EEUU en 2007, lo que demuestra el sentimiento proestadounidense de Albania gracias al fuerte apoyo que prestó Estados Unidos a la intervención de la OTAN durante la Guerra de Kosovo en 1999, un país donde más del 80% de la población es de origen albanés.

Poner fin al extremismo

Aun así, Albania no ha sido inmune a la propagación del extremismo islámico. En noviembre de 2016, las autoridades de Kosovo arrestaron a 19 personas sospechosas de planificar un ataque terrorista durante un partido de clasificación de la Copa Mundial de la FIFA entre Albania e Israel. La policía que investigó el incidente encontró explosivos y pruebas de que el complot estaba siendo coordinado por dos albaneses de Kosovo, miembros conocidos del autodenominado Estado Islámico.

Según las estadísticas gubernamentales, en 2015 se sabía que 114 ciudadanos albaneses luchaban entre las filas del autodenominado Estado Islámico (IS o ISIS) en Siria e Irak. La investigación sobre las razones que los movieron a dar este paso arrojó que la economía es uno de los principales factores que motivan su decisión. Albania sigue siendo uno de los países más pobres de Europa con una elevada tasa de desempleo, especialmente entre los jóvenes, es decir, alrededor del 28% de los jóvenes de 15 a 29 años no tiene empleo.

Un estudio de 2015 sobre el radicalismo religioso y el extremismo violento en Albania señala: “Las zonas suburbanas y rurales son las que muestran los indicadores más preocupantes en relación con los factores socioeconómicos, es donde están los grupos más vulnerables a la radicalización, es decir, las personas y las familias pobres, los jóvenes desempleados o los jóvenes que se creen discriminados a causa de su fe”.

Hoxha afirma que la comunidad musulmana de Albania colabora con la Embajada de Estados Unidos en Tirana para implementar proyectos destinados a contrarrestar el radicalismo y piensa que Albania ha hecho un “buen trabajo” respecto a la reducción de la amenaza del extremismo. “Albania es el país que presenta menos problema con los extremistas en Europa. El número de albaneses que se unen al ISIS desde Albania es muy bajo teniendo en cuenta la población de musulmanes en el país”, añade.

Las cifras recientes muestran que el número de albaneses que se incorporan al autodenominado Estado Islámico se ha desplomado a cero. Si esta cifra se debe al deterioro de la situación del IS en el Oriente Medio, o a los esfuerzos del Gobierno albanés y las comunidades religiosas, está abierto a debate, pero está claro que los líderes religiosos pueden desempeñar un papel importante en la lucha contra la división.

Velar por la armonía futura

En el Centro de Colaboración Interreligiosa en la céntrica ciudad de Elbasan, Sokol Lulguragj, un representante de la Iglesia Católica y un sacerdote católico local, el Padre Emilio Valente, exhiben orgullosamente la docena de fotografías de los diferentes líderes religiosos presentes en eventos nacionales e internacionales.

Lulguragj subraya que su organización no defiende “una sincronización de las diferentes religiones”, sino más bien “desea promover un sentimiento de afinidad con la diversidad, un sitio donde las identidades religiosas individuales sean celebradas sin obstáculos”. Por ejemplo, cada Año Nuevo, el Centro organiza una Marcha por la Paz multirreligiosa por las calles de Elbasan en una muestra pública de unidad.

Aun cuando la visibilidad de la cooperación interreligiosa es importante para la armonía constante en el país, Albania encara otros desafíos que pueden constituir una amenaza para el statu quo. Uno de los principales es la restitución de las propiedades religiosas que fueron incautadas por el Gobierno comunista de Hoxha.

A juicio del obispo Merdani de la Iglesia Ortodoxa Albanesa, “solo el 10% de nuestras solicitudes de propiedad han sido atendidas por el Gobierno. Lo que nos preocupa particularmente es la restauración de nuestras iglesias. Algunos son monumentos históricos y son importantes para la religión ortodoxa”.

Este es un sentimiento del que se hace eco cada una de las comunidades religiosas. En opinión de Shaheed, de la ONU, “creen que la demora no se debe a la complejidad logística o incluso burocrática, sino a una falta de voluntad política por parte del Estado a lo largo de los años”.

Esta demora en la restauración de las propiedades ha suscitado la frustración entre las comunidades religiosas de Albania, que a veces se cristaliza en conflictos con los actuales ocupantes de dichas propiedades.

Hoxha, miembro de la comunidad musulmana, cree que la manera de asegurar que no se infiltre en Albania una ideología peligrosa y la división entre religiones es seguir promoviendo proyectos interreligiosos así como el diálogo entre los fieles.

“Tengo tres hijos. Somos musulmanes. Para Navidades llevé a mis hijos a la iglesia, solo para ver cómo era, al igual que vamos a la mezquita para la Bajram [la fiesta de ruptura del ayuno, celebrada durante el Ramadán”]. Quería que vieran que una iglesia no es un lugar extraño o que cause temor solo porque no somos cristianos... Espero que sean buenos musulmanes, pero ser un buen musulmán significa respetar a los demás. Creo que se tiene poco respeto por lo que no se conoce, es preciso entender a un grupo para respetarle. Las personas, por naturaleza, convierten en enemigos a aquellos que no conocen”.