“La esperanza es un bien que escasea entre los jóvenes palestinos”

Los resultados del Tawjihi —exámenes para la obtención del Certificado General de Enseñanza Secundaria— acaban de ser anunciados en los territorios palestinos, para gran alegría y celebración de algunas familias y para profunda decepción de otras.

Los palestinos consideran que la educación es algo sumamente valioso para su desarrollo personal y en tanto que sociedad bajo ocupación. El siguiente paso para los que han obtenido buenos resultados en el Tawjihi es encontrar plaza en la universidad.

La Medicina y la Ingeniería siguen siendo las carreras más codiciadas para los que han conseguido una media del 90% o más. No obstante, la esperanza de que la educación universitaria vaya a ayudar a los palestinos a conseguir un trabajo y a fundar una familia es una quimera para la gran mayoría. “Esperanza” es la palabra operativa en este caso, y es un bien que escasea entre los palestinos, sobre todo entre los jóvenes.

El número de palestinos desempleados ascendía a 361.000 en 2016, según la Oficina Central de Estadística de Palestina. La cifra aumentó del 21,7% en 2007 al 26,9% en 2016. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) afirma que la tasa de desempleo entre la juventud palestina ha alcanzado el 40%. La tasa de desempleo en Gaza supera el 40% y el desempleo juvenil es de más del 60%, alcanzando el 85% entre las mujeres jóvenes.

Es evidente que el asedio que ha padecido Gaza durante 10 años ha exacerbado la situación. La tasa de desempleo registrada entre los hombres en Jerusalén Oriental es del 12,3%, alcanzando el 26,8% entre las mujeres.

Los palestinos conmemoraron hace poco los 50 años de la ocupación israelí de Jerusalén Oriental, lo que significa que toda persona nacida después de 1967 ha crecido bajo el régimen militar israelí.

La ocupación no ha sido una cuestión estática. Israel se anexó Jerusalén Oriental poco después de su ocupación, reclamándolo como su eterna capital unida. Además se ha dedicado activamente a construir en las zonas palestinas asentamientos ilegales exclusivamente para judíos, en un intento deliberado de modificar su composición demográfica, o, como lo perciben los palestinos, de judaizarla.

Aproximadamente 300.000 palestinos viven en Jerusalén Oriental. Su estatus oficial es de “residentes”. No son ni ciudadanos israelíes ni titulares de un pasaporte de la Autoridad Palestina. En 2014, el Ministerio del Interior israelí revocó el estatus de residencia permanente de 107 palestinos residentes en Jerusalén, entre ellos 56 mujeres y 12 menores. Desde 1967, 14.416 palestinos residentes en Jerusalén han visto revocado su estatus de residencia, algo que en la práctica les impide volver a vivir en su lugar de nacimiento.

En 2012, la Association for Civil Rights in Israel (ACRI) informó que el 78% de los palestinos del distrito de Jerusalén, incluyendo un 84% de los niños, viven por debajo del umbral de la pobreza. Israel no ha recogido estadísticas oficiales en cuanto a la tasa de desempleo entre los palestinos. Sin embargo, el Anuario de Estadística de Jerusalén, publicado por el Instituto de Jerusalén para Estudios Israelíes, establece que el 40% de los hombres y el 85% de las mujeres no forman parte de la mano de obra.

Sólo el 41% de los niños palestinos están matriculados en escuelas municipales. En el sistema educativo municipal oficial hacen falta 1.000 aulas. Entre 2009 y 2014 se agregaron 194 aulas a estas escuelas, y está previsto que se disponga de otras 211. Más del 40% de las aulas del sistema municipal oficial se consideran inadecuadas.

Un dato estadístico especialmente importante es el de la tasa de abandono escolar, que es del 26% en el grado 11 y del 33% en el grado 12, mientras que la media nacional no registra más que un porcentaje reducido. Los que abandonan la escuela se enfrentan a un futuro sombrío en términos de empleo, puesto que las oportunidades de empleo son extremadamente limitadas. Los empleos existentes están muy mal pagados y, en muchos casos, son de corta duración.

Los jóvenes que esperan incorporarse a un negocio familiar, sobre todo en el casco antiguo de la ciudad, se encuentran con la rigurosa tentativa por parte de Israel de obligarles a abandonar el negocio mediante la aplicación de unos impuestos excesivos y otros requerimientos.

Muchos acaban trabajando dentro de Israel a tiempo parcial, ganando poco y con escasas esperanzas de conseguir ahorrar lo suficiente para poder comprarse o alquilarse una casa o para fundar una familia. Esto obliga a muchos a seguir viviendo con sus padres en condiciones de hacinamiento.

Israel suele negarles los permisos de construcción incluso a las familias palestinas que son propietarias de tierras y que disponen de los medios para ampliar sus casas con vistas a acomodar a sus hijos. Estos permisos no se les niegan en cambio a sus vecinos judíos. En consecuencia, algunos palestinos terminan trabajando en Cisjordania, poniendo en peligro su estatus de residencia en Jerusalén.

La ocupación también les afecta, ya que los jóvenes palestinos se ven sometidos a arrestos regulares, a veces por sospechas de que han arrojado piedras o de que han participado en la organización de lo que perciben como actos de resistencia.

Existen casos bien documentados de jóvenes palestinos que han sido maltratados mientras se encontraban detenidos, y a los que se les exigió, por ejemplo, firmar confesiones en hebreo, idioma que desconocen. Los jóvenes palestinos han manifestado tener una sensación general de humillación, y no creen que su status quo vaya a cambiar en los próximos años.

Este artículo fue originalmente publicado por The Arab Weekly y se vuelve a publicar aquí con la autorización de la Agence Global.