Turquía: 140 trabajadores reclaman sus salarios a Zara

Turquía: 140 trabajadores reclaman sus salarios a Zara

Former employees from the Bravo Tekstil factory meeting in a café in the Merter neighbourhood of Istanbul to decide on the next steps to take, 14 November 2017.

(Camille Guillot)

Desde el verano de 2016, las reuniones en la sede del sindicato Disk Tekstil en Merter, un barrio popular de Estambul, son frecuentes.

Filiz Tutya, que ronda los cincuenta, está sentada en la oficina del presidente. Trabajaba en la fábrica Bravo Tekstil desde que se creara hace seis años. El 70% de los artículos que confeccionaba estaba destinado a la marca Zara, cuya empresa matriz es el grupo Inditex. Todo iba bien hasta el 25 de julio de 2016.

“El día anterior entraron hombres en la fábrica. Nuestro jefe les debía dinero. Pensábamos que la situación se arreglaría, pero cuando llegamos a trabajar al día siguiente, el edificio estaba vacío y nuestro jefe había huido”, recuerda la trabajadora.

Al huir, el jefe dejó detrás a 140 empleados en la calle.

“Había problemas económicos”, admite Azem Atmaca. Este hombre dicharachero trabajaba como operario de máquinas desde hacía cuatro años. Obrero desde la década de los setenta, nunca había visto una situación similar: “Durante los últimos meses no se nos pagaba puntualmente, o solo recibíamos la mitad de nuestro salario. Pero pensábamos realmente que la empresa encontraría una solución”.

Un año y medio después del cierre repentino de la fábrica, los 140 trabajadores siguen esperando sus tres últimos meses de salario. Según su sindicato, la marca española debería pagar en total más de 3 millones de liras (unos 750.000 dólares USD).

Intentaron manifestarse delante del edificio, pero no fueron bien recibidos. “Ya no queda ninguna señal de la existencia de la fábrica, los carteles fueron desmontados y nos recibió la policía cuando volvimos al lugar”, explica el antiguo trabajador.

Así, fueron caminando hasta la sede del grupo Inditex y después se manifestaron, en vano, delante del Consulado de España.

Al trauma se suman las dificultades económicas. El torrente de palabras de Azem se acelera a medida que aumenta la rabia. Con la cara enrojecida, revela: “He contraído dos préstamos que ascienden a 25.000 liras (6.000 dólares). No puedo devolverlos”. Las dificultades económicas son insostenibles para este abuelo. “Me cambio de acera cuando me cruzo con mis nietos porque ni siquiera tengo suficiente dinero para comprarles chocolate en la tienda”.

Por otra parte, Filiz encontró trabajo durante uno o dos meses, pero como si la mala suerte se ensañara con ella, le dijeron el 8 de marzo que estaba gravemente enferma. “Tengo cáncer de mama”. Filiz, una persona reservada, se niega a explayarse sobre su enfermedad y prefiere centrar la atención en sus compañeros, “aquellos que todavía tienen hijos dependientes o préstamos sobre los hombros”.

Sin embargo, lo que Filiz no dice se lee entre líneas: el cansancio y las dificultades para pagar el tratamiento ahora que está desempleada.

“Trabajamos duro, fabricamos más de un millón de productos. Se vendieron a pesar de los problemas de la fábrica. Entonces, ¿por qué no nos han pagado?”, se enfada Azem.

Al hacer esta pregunta legítima, los trabajadores solo obtuvieron propuestas a modo de respuesta. “Las rechazamos todas”, explica Asalettin Aslanoğlu, el presidente del sindicato Disk Tekstil. Los obreros se pusieron en contacto con él para que se hiciera cargo del caso. Es un asunto que conoce bien porque ya había advertido al grupo Inditex hacía algunos años por problemas de impago.

“Una de las ofertas era que nos pagaran un cuarto de lo que reclamamos, el cual se repartiría únicamente entre los trabajadores ‘de cuello azul’ (los obreros en los niveles inferiores de la jerarquía de una fábrica, N. de la R.). Sin embargo, luchamos por todos los trabajadores, sin excepción, los ‘de cuello azul’, los ‘de cuello blanco’, el personal administrativo y los conductores”, se revela el presidente.

El asunto está ahora en manos de la justicia. Se han presentado recursos, pero los trabajadores, al igual que el sindicato, no pierden la esperanza de reunirse con los directivos de la marca para solucionar la situación.

“Falta de entendimiento a pesar del acuerdo marco global”

El sector textil ocupa un lugar prominente en la economía turca. Turquía es el quinto exportador mundial de productos textiles y el séptimo para el prêt-à-porter.

Según un informe de la asociación de exportadores turcos İTKİB, el destino del 70% de las exportaciones de productos textiles en los primeros seis meses del año fue la Unión Europea, con unas ganancias de 8.000 millones de dólares.

Además, el Gobierno turco prevé alcanzar los 80.000 millones de dólares de exportación en el sector textil para el centenario de su República en 2023.

“Las estadísticas de las que disponemos indican que el país cuenta con un millón de obreros”, precisa Aslanoğlu, “pero estos datos no tienen en cuenta el sector informal, que ocupa un gran lugar. A esa cifra habría que añadir al menos 500.000 obreros”.

El mercado turco atrae a los grupos internacionales por la calidad de su mano de obra y sus precios atractivos. “La demanda es tan grande que los grupos se ven obligados a subcontratar, y ahí es donde las infracciones de la legislación laboral son más importantes”, prosigue.

Este es el motivo por el que se firmó un acuerdo marco global entre el grupo Inditex y la federación sindical internacional IndustriALL Global Union en 2007. El texto prevé no solamente la libertad sindical, sino también la protección y el respeto de los derechos fundamentales en el trabajo en toda la cadena de suministro de la empresa.

El grupo Inditex no ha respondido a las solicitudes de entrevista de Equal Times. Sin embargo, la empresa se ha defendido por medio de un comunicado, en el que declara:

“Hemos cumplido todas nuestras obligaciones contractuales y pagado a la empresa Bravo Tekstil. El propietario de esta fábrica desapareció repentinamente dejando a sus trabajadores sin nada. Inditex ha trabajado para elaborar propuestas con IndustriALL Global Union y las marcas Mango y Next, con el fin de establecer un fondo de ayuda para los trabajadores afectados por la desaparición fraudulenta del propietario de la fábrica Bravo Tekstil. En estos momentos, la federación sindical internacional está negociando con su organización local en Turquía para alcanzar un acuerdo”.

Este fondo cubriría los salarios no remunerados, las indemnizaciones compensatorias, las vacaciones no utilizadas y las indemnizaciones por despido de los trabajadores empleados en el momento del cierre. Sin embargo, el presidente del sindicato afirma no estar al corriente de la creación de este fondo de ayuda.

“Dígale a Zara que nos pague”

La pregunta que todos los trabajadores se hacen es: ¿qué peso tenemos ante un grupo internacional como Inditex? Cansados de esperar desde hace cerca de un año y medio, ahora se organizan en comités, a su escala. Con la ayuda del sindicato, han recurrido a la organización no gubernamental Campaña Ropa Limpia.

Gracias a su asesoramiento experto, llevaron a cabo una campaña que tuvo una gran repercusión en el país.

“Hicimos grupos pequeños y pusimos etiquetas en la ropa de Zara para sensibilizar a los clientes”, explica Filiz. “Enseguida tomaron fotos para compartirlas en las redes sociales. El mismo día se convirtió en un fenómeno en Internet”, recuerda, todavía sorprendida. Desde entonces, guarda algunos ejemplares en su bolso.

El mensaje de las etiquetas era conciso pero eficaz: “He fabricado este artículo que va a comprar y no he sido remunerado […] Por favor, dígale a Zara que nos pague”.

Para Abdurahim Demir, representante de la ONG, no se trata de perjudicar a la marca, sino de concienciar: “Hay que crear presión pública sobre las grandes marcas. Esperamos que, de esta manera, acepten por fin pagar a los trabajadores, o por lo menos reunirse con ellos”.

A la espera de su próxima iniciativa, todavía hay una petición en línea, la cual, con sus 290.000 firmas, está cerca de su objetivo: alcanzar las 300.000 firmas.

This article has been translated from French.