Igualdad de género en la baja por paternidad: un derecho apremiante ¿pero lejano?

En el marco de la Asamblea General de las Naciones Unidas, celebrada en septiembre del año pasado, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Noruega organizó una mesa redonda con ONU Mujeres con el título El permiso parental: clave para la prosperidad. Casi se me saltan las lágrimas cuando Phumzile Mlambo-Ngcuka, directora ejecutiva de ONU Mujeres, sintetizó: "Una vez que se elimina el privilegio de la paternidad, se perdona la carga de la maternidad".

Pongo mi caso: como madre de un bebé de 18 meses que intenta llevar una carrera funcional en el periodismo, la cuestión del permiso parental resuena en mí profundamente. Efectivamente sentí la “carga de la maternidad”, ya que mi esposo, empleado de una empresa privada en India, solamente tuvo diez días de licencia por paternidad. Ni el Gobierno indio ni la multinacional para la que trabajaba imaginan que, como padre, necesite pasar más tiempo con su hijo.

Sin embargo, de acuerdo con la Red Internacional de Políticas e Investigación sobre Licencia Parental, el concepto de permiso parental ya sea transferible o intransferible en igualdad de género está ganando gradualmente terreno para generalizarse.

Margaret O’Brien, directora de la Unidad de Investigación Thomas Coram del Departamento de Ciencias Sociales de la University College de Londres, ha estado estudiando el papel del padre en tanto que cuidador durante más de tres décadas. “Me di cuenta de que cuando se estudiaba la vida doméstica, los hombres eran mantenidos en la sombra, del mismo modo que se excluye a las mujeres de los estudios históricos y de la vida pública”, afirma O’Brien.

A medida que un número creciente de investigaciones revela los beneficios de la licencia parental retribuida para la salud y el bienestar de un niño, así como una mayor participación del padre en su cuidado a largo plazo, la formulación de permiso parental remunerado es un reconocimiento del derecho del padre a la paternidad, así como a sus beneficios.

“Cuando las mujeres no pueden tomar la licencia de maternidad que necesitan, se ven empujadas a empleos peor pagados, o bien, son expulsadas de la fuerza de trabajo”, señala Molly Weston-Williamson, abogada de planta en A Better Balance, un grupo de defensa dirigido por varios abogados cuya labor gira en torno a la promoción del derecho a un equilibrio entre el trabajo y la vida familiar en Estados Unidos.

Estados Unidos es una de las únicas economías avanzadas que no cuenta con una ley que garantice un permiso familiar remunerado. De hecho, un estudio clave de la socióloga Michelle J. Budig descubrió que por cada hijo que tiene, la trabajadora estadounidense experimenta una reducción salarial del 4%, mientras que para los hombres en general resulta benéfico tener hijos, ya que los empleadores tienden a valorar la paternidad.

Unos días antes de la mesa redonda celebrada en la ONU sobre el permiso parental, en septiembre de 2017, la Organización Internacional del Trabajo (OIT), ONU Mujeres y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) presentaron la iniciativa Equal Pay International Coalition (EPIC) destinada a promover la igualdad de remuneración entre hombres y mujeres por un trabajo de igual valor. Las discusiones durante el lanzamiento de esta iniciativa a menudo recayeron sobre el permiso parental, y los exponentes terminaron por atribuir parte de la brecha de género a las políticas relativas a la licencia parental remunerada.

El permiso parental es “el único derecho social que puede transferirse en muchos países de una persona a otra”, indicó el vicepresidente de la Comisión Europea, Frans Timmermans, durante la presentación de la iniciativa EPIC, al tiempo que defendía una licencia parental individualizada e intransferible como norma, a modo de herramienta para corregir la brecha salarial de género a largo plazo.

El papel de los sindicatos y el cuidado de los niños

En muchas partes del mundo, el hecho de que el permiso parental esté inscrito en la ley (y se aplique de manera correcta), se debe al trabajo de los sindicatos, constata John Budd, profesor de relaciones laborales, recursos humanos y trabajo en la escuela de negocios Carlson de la Universidad de Minnesota. Lo mismo también es cierto en los estados de EEUU, incluyendo California, en los que existen leyes para implantar la licencia parental.

“Existen muchas barreras para el permiso parental y otras prestaciones: es posible que ni siquiera exista una política a este respecto en el lugar de trabajo, ya sea porque no existe en la legislación o en la empresa. En aquellos lugares que cuentan con una política para el permiso parental, es posible que los trabajadores ignoren que existe, o no la entiendan totalmente; o bien, aun cuando la comprendan perfectamente, es posible que no puedan permitírsela; y si pudieran permitírsela, es posible que tengan miedo de las consecuencias negativas, tales como represalias por parte de los supervisores o tener menores oportunidades de ascenso”, comenta Budd a Equal Times.

“Los sindicatos pueden ayudar a los trabajadores en cada uno de los pasos necesarios para conseguir esta licencia parental, desde ejercer presión a favor de cambios legislativos y negociar políticas laborales específicas, hasta proporcionar información, ayudar a que la licencia resulte asequible y luchar contra las consecuencias negativas”, añade.

“No todas las empresas estarán dispuestas a promover estas políticas, e incluso dentro de las empresas bien intencionadas, no todos los directivos las apoyarán necesariamente. Por este motivo, los recursos y apoyo que brindan los sindicatos son importantes para superar estas barreras”, concluye Budd.

Sigbjørn Johnsen, exministro de Hacienda noruego, ha equiparado el impacto económico de la elevada participación de las mujeres en la fuerza de trabajo del país con la considerable riqueza petrolera que posee; Johnsen atribuyó el gran número de mujeres que participan en el mercado laboral en parte debido a la política de licencia parental de Noruega.

Además del permiso parental, algunas personas atribuyen la alta productividad de la mano de obra femenina de Noruega al acceso universal al cuidado infantil subsidiado. Las guarderías noruegas aceptan niños desde la edad de un año y siguen un programa cuya base es el juego.

Sin embargo, en las guarderías subsidiadas, en particular las destinadas a niños muy pequeños, es preciso supervisar la calidad de la atención muy de cerca. En Quebec, el Gobierno ofrece servicios de guardería subvencionados a 7 dólares canadienses diarios, independientemente de la situación financiera de los padres, debido a una política favorable a las familias iniciada en 1997. En los años posteriores a la implantación de esta política, la participación de las mujeres en la fuerza laboral de Quebec aumentó rápidamente en comparación con otras provincias en Canadá.

Sin embargo, un estudio reciente ha revelado que algunos de los niños que pasaron por el programa subsidiado de atención y cuidado infantil de Quebec mostraron repercusiones perjudiciales en sus aptitudes no cognitivas, tales como la motivación, la perseverancia y el autocontrol. Por otro lado, los resultados positivos de programas de guardería similares dirigidos por el Gobierno en Noruega, donde los altos estándares de una atención de calidad se aplicaron a través de estrictos mecanismos regulatorios, apuntan a que los problemas de comportamiento pueden ser causados por factores no relacionados con los cuidados infantiles.

La mayoría de los países nórdicos ofrecen la licencia parental con igualdad de género que reservan para el padre una parte no transferible de la licencia.

En el año 2000, Islandia adoptó una política de permiso parental de nueve meses, en la que ambos padres pueden solicitar tres meses de baja parental no transferible cada uno según el principio “si no se utiliza, se pierde”, además de otros tres meses de licencia flexible que puede utilizar el padre o la madre indistintamente.

En 2012, el 92,7% de los padres islandeses tomaron un período de licencia. Sin la cuota individualizada e intransferible, una mayor participación del padre en el cuidado de los hijos sería “un proceso inmensamente lento”, afirma Ingolfur Gíslason, exjefe divisional de investigación e información del Centro para la Igualdad de Género, un organismo gubernamental en Islandia. Gíslason también fue secretario del comité que diseñó el histórico modelo de permiso parental adoptado por Islandia en el año 2000.

“Está demostrado que todo modelo de permiso parental donde el acceso del padre dependa de la transferencia materna no facilita la aceptación por parte del padre. Los legisladores del Reino Unido han utilizado el término ‘políticamente correcto’ de ‘permiso parental compartido’ cuando la medida consiste en realidad en la baja por maternidad con una opción de transferencia”, señala O’Brien. De hecho, en el Reino Unido, solo el 1% de los hombres toma una licencia como parte de la política de licencia parental compartida introducida en 2015.

Otro elemento crucial para aumentar la aceptación de la licencia por parte del padre es la retribución económica, que no debería situarse por debajo del 75% al 80% del salario regular, según Gíslason, actualmente profesor asociado en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Islandia.

“La mayoría de las parejas jóvenes realizan un verdadero ejercicio de equilibrismo económico y realmente no pueden permitirse una gran reducción en el ingreso familiar. Y dado que los hombres siguen ganando, en promedio, más que las mujeres, la familia depende en gran parte de su aportación al ingreso familiar”, añade.

Sin embargo, también se trata de reducir la brecha salarial de género para que sea económicamente viable que los hombres (que por lo general son quienes ganan más) tomen tiempo libre para cuidar a sus hijos. El sólido diálogo social que existe en los países nórdicos es un factor importante de este éxito.

La licencia parental tiene ventajas para las empresas

En Estados Unidos, el permiso parental remunerado a menudo encuentra mucha resistencia por parte de las empresas, afirma Weston-Williamson. “Las empresas se preocupan por las repercusiones económicas y también porque piensan que (los empleados) cometerán abusos con la licencia o (el permiso) tendrá otros efectos negativos en los negocios. Sin embargo, los estudios de investigación muestran que, por lo general, las empresas se benefician de la licencia parental”.

En 2004, California se convirtió en uno de los primeros estados en implementar una política de permiso familiar remunerado en EEUU. Al cabo de más de una década, los estudios han demostrado que la política ha tenido un efecto neutro o positivo en la productividad, la moral de los trabajadores y en el volumen de negocios, y que los abusos en relación con los permisos retribuidos son raros.

La mayoría de los países que cuentan con una licencia parental remunerada recurren a fondos públicos para apoyar esta política. Cuatro de los estados de EEUU que han adoptado políticas de permiso familiar remunerado han recurrido a planes de seguros ya existentes, los cuales retribuyen a los trabajadores que están de baja por enfermedad, lesiones o responsabilidades de atención y cuidado.

“Las preocupaciones de las empresas son justificadas, y nuestros estudios demuestran que la gran mayoría de las políticas de permiso remunerado están financiadas por seguros o fondos públicos, aunque se destinan principalmente a la baja por maternidad”, comenta Laura Addati, especialista de la OIT en protección de la maternidad y la conciliación de vida familiar y trabajo. “La OIT también promueve que se asignen fondos públicos a la licencia por paternidad”.

No hay soluciones fáciles, “la manera en la que se organiza el mundo laboral, con largos horarios de trabajo y otras presiones, es incompatible con el cuidado de los hijos”, señala Addati. “Nuestros sistemas productivos limitan tanto a hombres como a mujeres, ya que el trabajo reproductivo se reorganiza en torno al trabajo productivo. El meollo del asunto es también poner en cuestión al sistema”, concluye.