Beneficios de los sistemas de cuidado infantil: ayuda a las mujeres trabajadoras pobres y puede estimular la economía

En la lucha por los derechos de la mujer trabajadora no nos podemos olvidar de las más vulnerables: los millones de trabajadoras en situación de pobreza que viven en ciudades de países en vías de desarrollo y que se ven obligadas a llevarse a sus hijos al trabajo o que no pueden acceder a los empleos mejor remunerados porque están cuidando a niños pequeños.

Algunas mujeres aceptan empleos fuera de casa (desde coser ropa a vender tentempiés en los mercados) para poder cuidar de sus hijos. Puede que sus ingresos sean inferiores a los de un empleo formal, pero no les queda otra opción ya que en las zonas urbanas pobres no abundan ni las oportunidades laborales decentes ni los servicios de cuidado infantil de calidad.

En 31 países en vías de desarrollo, menos del 1% de las mujeres que viven en situación de pobreza tienen acceso a servicios de cuidado infantil, lo cual resulta un dato alarmante un mes después de que el planeta entero haya celebrado el Día Internacional de la Mujer.

Es posible que existan servicios de cuidado infantil de bajo coste y no regulados, pero aun así siguen siendo demasiado caros para las trabajadoras del sector informal. En los asentamientos informales o en las zonas urbanas pobres no suele haber servicios públicos de este tipo. Los planes urbanísticos no reservan suficientes espacios designados para centros de cuidado infantil cerca de los hogares de los trabajadores ni de sus lugares de trabajo.

Las trabajadoras del sector informal ganan incluso menos cuando tienen niños pequeños a su cuidado. Un nuevo informe de ONU Mujeres ha revelado que, en 89 países, es un 22% más probable que las mujeres vivan en situación de pobreza extrema durante sus años reproductivos (entre los 25 y los 34 años) que los hombres. Asimismo, es menos probable que las mujeres reciban una pensión y tendrán niveles más bajos de prestaciones que los hombres.

Una respuesta política coherente

Un sistema de cuidado infantil adecuado y de calidad no solo constituye una necesidad fundamental para los niños afectados. También determina la participación de las mujeres en el mercado laboral y el tipo de trabajo que pueden realizar.

Hay que aplicar una respuesta política coherente para reunir a las trabajadoras del sector informal y a sus organizaciones con las autoridades municipales, los planificadores urbanísticos, los expertos del desarrollo infantil y los ministerios nacionales pertinentes. No cabe duda de que los servicios públicos de cuidado infantil de calidad son caros de establecer y gestionar. Sin embargo, la rentabilidad de las inversiones es enorme.

En Sudáfrica, por ejemplo, ONU Mujeres calcula que una inversión bruta anual del 3,2% del Producto Interior Bruto en servicios de cuidado infantil ampliaría la cobertura universal a todos los niños de entre 0 y 5 años. Además, crearía 2,3 millones de nuevos puestos de trabajo y aumentaría la tasa de empleo femenino en un 10%. Estos nuevos puestos de trabajo generarían unos nuevos ingresos tributarios y de la seguridad social que ascenderían a más de 3.800 millones de dólares USD (unos 3.100 millones de euros). Dichas ganancias cubrirían algunos de los costes del Estado y podrían reducir las desigualdades provocadas por la segregación espacial, de clase, de género y étnica.

Hoy en día las mujeres están exigiendo un cambio. Las organizaciones de trabajadores del sector informal, en colaboración con sindicatos que representan a trabajadores del sector formal, están organizando una campaña mundial para lograr unos servicios públicos de cuidado infantil de calidad.

Los trabajadores que trabajan desde casa, las trabajadoras del hogar, los vendedores ambulantes, los comerciantes de los mercados y los recolectores de residuos están exigiendo a sus ayuntamientos y gobiernos, desde Lima a Bangkok, que se comprometan, haciendo hincapié en la necesidad del cuidado de sus hijos. Además se están organizando para encontrar sus propias soluciones cuando el Estado no les escucha.

En India, la Self-Employed Women’s Association (SEWA), un sindicato que representa a cerca de 2 millones de trabajadoras del sector informal, gestiona una cooperativa de cuidado infantil para sus miembros en Ahmadabad. La Market Traders Association en Accra (Ghana) ha levantado un centro de cuidado infantil en uno de los principales mercados de la ciudad para comerciantes, vendedores ambulantes y otros que tienen que llevar a sus hijos al trabajo.

“Sin guardería no puedo trabajar”

Sin embargo, todos estos servicios de cuidado infantil también necesitan el apoyo del gobierno para ser sostenibles y para que los trabajadores pobres puedan seguir accediendo a ellos.

Hace poco, hemos llevado a cabo un estudio sobre estos temas para Mujeres en Empleo Informal: Globalizando y Organizando (WIEGO), una red mundial dedicada a la investigación, la acción y la política que tiene como objetivo principal mejorar el estatus de los trabajadores pobres en la economía informal.

Una recolectora de residuos brasileña admitió: “Sin guardería no puedo trabajar. Cuando no hay guardería, no trabajo”.

Algunos centros de cuidado infantil en zonas pobres pueden ser asequibles, pero solo lo consiguen si no emplean a suficiente personal. Una vendedora ambulante de Sudáfrica nos contó: “La cuidadora tenía demasiados niños a su cargo. A veces me llamaban para informarme de que mi hijo estaba sentado solo afuera de nuestra casa. El niño salía de la guardería sin que la cuidadora se diera cuenta”.

Por supuesto, la prestación de un servicio de cuidado infantil de calidad no constituye un remedio milagroso. Sin embargo, es necesario y urgente: un cuarto de la población urbana del mundo (cerca de mil millones de personas) vive hoy en día en barrios marginales sin acceso a servicios básicos ni a la seguridad social.

En las próximas dos décadas se espera que el número de residentes urbanos se duplique en Asia meridional y en el África subsahariana; cada vez más gente buscará viviendas en barrios marginales y asentamientos informales. Unos servicios públicos de cuidado infantil de calidad garantizan un futuro mejor y más sano para los niños de estas y otras zonas y para las numerosas mujeres que trabajan y les cuidan.

Una vendedora ambulante a la que entrevistamos en Accra (Ghana) había conseguido matricular a su hijo en preescolar mientras ella seguía trabajando, con la tranquilidad de saber que le estaban cuidando bien. Ella sabía el valor que tenía esta decisión: “Llevo a mi hijo a la escuela para que consiga tener un futuro brillante. No quiero que sea como yo”.

La versión original de este artículo se publicó por primera vez en The Conversation.