Cambio climático, más allá de los retos

Cambio climático, más allá de los retos

Sunrise in Hannover (Germany), with a coal-fired power station as the backdrop, August 2017.

(Julian Stratenschulte/dpa via AP)

A partir de hoy, viernes, Equal Times lanza una serie de especiales de verano.

Comenzamos con esta recopilación de artículos centrándonos en uno de los grandes retos de nuestro tiempo: el cambio climático, que afecta, entre otros, a nuestra forma de producir y alimentarnos y al futuro de los empleos ligados a las energías fósiles. Desde Asia, África, Europa y América nuestros periodistas sobre el terreno indagan sobre el cambio de mentalidades de gobiernos y líderes empresariales tras el Acuerdo de París sobre el clima (2015) y el papel de actores sociales y de la sociedad civil.

“No habrá empleos en un planeta muerto”, dicen los sindicatos desde hace ya algún tiempo.

Sharan Burrow, secretaria general de la Confederación Sindical Internacional (CSI), asegura que “los trabajadores, hombres y mujeres, tienen la convicción de que se necesita acción de carácter urgente, y quieren apoyar el proceso”, por lo que la justicia climática y la transformación industrial han pasado a ser frentes de acción del movimiento sindical.

El artículo de Morgane Pellennec pone el foco en Suecia, un país pionero en la transición energética y “sin sobresaltos”.

Si antes las empresas del país nórdico consideraban la transición energética como “una carga que estaban obligadas a asumir en parte”, hoy ven auténticas oportunidades comerciales y un modo de conquistar nuevos mercados, asegura uno de los expertos entrevistados.

En África, cerca del 70% de la población depende de la agricultura para ganarse la vida, un sector que genera entre un 25% y un 35% de todos los empleos directos y que es sumamente vulnerable a los efectos extremos del cambio climático. Este continente, si bien emite menos del 4% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero, cuenta con siete de los diez países más afectados por el cambio climático, así que el concepto de “agricultura sostenible adaptada al clima”, informa Dominic Kirui desde Kenia, comienza a popularizarse.

El objetivo, señala el artículo, es que los agricultores aprendan una combinación de técnicas agrarias que les permitan sacar el máximo partido de sus tierras, contribuyendo al mismo tiempo a garantizar la seguridad alimentaria (y en caso de crisis o emergencia, proporcionar una respuesta inmediata y eficaz) y el empoderamiento económico a través de la venta de excedentes. No obstante, señalan los expertos entrevistados, la agricultura sostenible adaptada al clima no puede ser la única solución para combatir la inseguridad alimentaria.

Ya en Asia, nuestra corresponsal Laura Villadiego reporta sobre las iniciativas empresariales y gubernamentales que intentan reducir el impacto de la agricultura y la acuicultura en la región más fértil de Vietnam. En efecto, desde que Vietnam se abriera al exterior hace ahora algo más de tres décadas, la producción agrícola y ganadera y la acuicultura en la región se han intensificado, y los pesticidas, fertilizantes y desechos de las granjas –junto a los residuos de los hogares– acaban en las aguas del Mekong.

Desde el continente americano, en uno de los pulmones del planeta, nuestra periodista Fabíola Ortiz recoge tanto el reto medioambiental derivado del cambio climático como la respuesta “sencilla” que ofrecen los indígenas de la cuenca amazónica. Es decir, reconocer su existencia y sus derechos sobre las tierras:

“Nosotros somos los que estamos resistiendo a la desenfrenada deforestación provocada por la demanda mundial de soja, carne de ternera, aceite de palma, papel y madera. Y somos los que están siendo asesinados por proteger nuestras selvas. Si quieren acabar con la devastación, tienen que invertir en nosotros y en la protección de nuestros derechos. La madre de todas las batallas se está librando en las selvas tropicales”.

Y concluimos esta serie con un fotorreportaje de Joan Alvado sobre una escuela de pastores en el noreste español, que no es testimonial, sino que se integra en una tendencia en la que las nuevas generaciones buscan no sólo una salida profesional cuando tienen otras puertas cerradas sino hacer las cosas de otro modo: sostenible, a pequeña escala y cuidando el entorno.

Adiós a los gases de efecto invernadero: la transición energética sin sobresaltos de Suecia

Por Morgane Pellennec

Sweden, which turned away from oil following the crises of 1973 and 1979, currently has the highest renewable energy share in Europe, having taken it to 53 per cent of its total energy consumption in 2014.

Photo: AP/Noah Berger

Objetivo: Cero carbono. Durante la 70ª Asamblea General de Naciones Unidas celebrada en 2015, el primer ministro Stefan Löfven anunció que Suecia se convertiría en una de las primeras naciones del mundo en abandonar las energías fósiles y que, a partir de 2050, el país ya no emitiría gases de efecto invernadero. Un plazo que finalmente se adelantaría en cinco años tras la adopción de una ley sobre el clima el 15 de junio de 2017.

Suecia, que dejó de lado el petróleo tras las crisis petroleras de 1973 y 1979, se ha convertido ya en el país europeo que más recurre a las energías renovables. En 2014 éstas representaban el 53% del consumo energético total del país.

Además de una fuerte fiscalidad medioambiental que fomenta la transición, Suecia ha sabido sacar partido de sus importantes recursos naturales. Más de la mitad de su territorio está cubierto de bosques, cuya materia orgánica, transformada en bioenergía, se utiliza principalmente para la calefacción urbana y la producción de electricidad.

Sus numerosos lagos y ríos alimentan más de 2.000 centrales hidroeléctricas, que aseguran más de la mitad de la producción nacional de electricidad. El lugar que ocupan la energía eólica y la solar todavía es reducido, pero Suecia está a punto de iniciar la construcción de la mayor granja eólica terrestre de Europa en el norte de su territorio.

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Agricultura sostenible adaptada al clima: ¿la vía de los agricultores de Kenia para acabar con la inseguridad alimentaria?

Por Dominic Kirui

Seventy per cent of the African population depends on agriculture to make a living. The sector also generates between 25 and 35 per cent of all direct jobs on the continent.

Photo: Annie Bungeroth/CAFOD

Es mediodía en el pueblo de Kiliku, situado en el condado de Machakos, a unos 90 kilómetros al este de la capital keniana de Nairobi. Nicholas Mutiso está sentado en una roca con un bolígrafo y una libreta, escuchando atentamente las palabras del responsable local de extensión agraria, Robert Kioko.

Mutiso tiene 30 años y es agricultor, además de ser una de las más de 300 personas que asisten a una serie de cursos de formación organizados por el gobierno local del condado de Machakos en colaboración con Greenpeace Africa y el Institute for Culture and Ecology (ICE), una ONG keniana que se dedica al medio ambiente y a la gestión de recursos.

Los participantes aprenden sobre la agricultura sostenible adaptada al clima (ASAC), una combinación de técnicas agrarias que les permitirán sacar el máximo partido de sus tierras, contribuyendo al mismo tiempo a garantizar la seguridad alimentaria y el empoderamiento económico a través de la venta de excedentes de las cosechas de sorgo, mijo, garbanzo verde (fríjol mungo), yuca y caupí.

“Además de las buenas prácticas agrarias que nos enseñan, también se nos aconseja plantar árboles para recuperar la configuración de nuestro territorio. Estamos situados al pie de la montaña Ol Donyo Sabuk (Kilimambogo), que en su día fue una selva repleta de especies salvajes y que luego fue objeto de una tala exhaustiva para la producción de carbón vegetal. Y así resulta la escasez de lluvias que sufrimos ahora”, explica Mutiso.

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El delta del Mekong intenta no asfixiarse por el cambio climático y el desarrollo descontrolado

Por Laura Villadiego

A technician casts a net to test the quality of the shrimps growing at Green Farm, in Soc Trang, in the Mekong Delta.

Photo: Laura Villadiego

La Green Farm parece a primera vista una piscifactoría de gambas cualquiera. Las 35 hectáreas del recinto están separadas en 46 depósitos de agua de entre 1 y 1,5 metros de profundidad, aireados por un sistema de turbinas que gira las 24 horas del día. Dentro de las piscinas, las gambas se separan por especie y tamaño, mientras que algunos depósitos permanecen vacíos mientras se limpian.

Sin embargo, las gambas de la Green Farm no crecen de la misma manera que las de la mayor parte de las piscifactorías vecinas que salpican el delta del Mekong, al sur de Vietnam. En la Green Farm no se pueden usar antibióticos, no se pueden liberar aguas residuales sin tratar y la empresa tiene que trazar el origen de las materias primas del alimento suministrado a las gambas, entre muchas otras condiciones exigidas por la certificación de sostenibilidad del Aquaculture Stewardship Council que la empresa obtuvo en septiembre de 2016.

Los duros requisitos, y sus costes más elevados, suponían, sin embargo, una necesidad para la supervivencia de Stapimex, la empresa propietaria de Green Farm, en un sector que está sufriendo con dureza el efecto del cambio de los patrones climáticos en la región y de la contaminación acumulada durante décadas por los excesos de diversas industrias. “Queríamos algo que fuera sostenible a largo plazo”, explica Nguyen Dang Khoa, gestor de calidad de la empresa. “Si inviertes más dinero, también puedes ganar más”, asegura.

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Reforzar los derechos forestales de las comunidades: un frente fundamental en la lucha contra el cambio climático

Por Fabíola Ortiz

A pilot project in the Madre de Dios River region of the Peruvian Amazon was one of the first pilot projects financed by the brand-new International Land and Forest Tenure Facility.

Photo: The International Land and Forest Tenure Facility

Los pueblos indígenas y otras comunidades locales desempeñan un papel fundamental para mitigar el impacto del cambio climático. Sin embargo, a pesar de que ocupan el 50% de la superficie de la tierra, estas comunidades son propietarias legales de tan solo el 10% de la misma. Por tanto, numerosas organizaciones de la sociedad civil están instando a los gobiernos de todo el mundo a ampliar la protección de los derechos consuetudinarios de tenencia de la tierra.

Las tierras gestionadas por las comunidades constituyen importantes sumideros de dióxido de carbono, pues permiten que las selvas existentes funcionen como reservas que absorben el CO2 y evitan que sus dañinas emisiones se liberen a la atmósfera. De hecho, colectivamente las selvas del mundo albergan más dióxido de carbono del que está presente en la atmósfera. Si a las comunidades indígenas no les otorgan reconocimiento jurídico ni protección gubernamental y la actual tasa de deforestación sigue sin disminuir, es probable que estas selvas se conviertan en una peligrosa fuente de emisiones de CO2.

Julio Ricardo Cusurichi Palacios, un líder indígena shipibo peruano que ganó el Premio Goldman 2007 para el activismo medioambiental de base, explicó a Equal Times que la solución reside en el compromiso genuino de las comunidades. “Queremos aplicar un enfoque desde abajo y no uno impuesto, para poder ofrecer soluciones colectivamente”, declaró.

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Semillas de pastor

Por Joan Alvado

Eloy González, from Mataro (Barcelona), studied at the Shepherding School in 2010.

Photo: Joan Alvado

La Escuela de Pastores de Cataluña, un proyecto audaz en la recuperación y revitalización del sector ganadero, cumple este año una década y lo hace ajena a las visiones pesimistas que consideran al pastoreo tocado de muerte.

Uno de los principales objetivos de la iniciativa es ofrecer un relevo generacional más que necesario en el sector de la ganadería. No en vano, la mayoría de comarcas rurales de España presentan un alto grado de despoblación, con la migración de los más jóvenes a las ciudades y el consecuente envejecimiento de la población como problemas casi crónicos.

Los alumnos, alrededor de unos veinte por promoción, pasan por dos meses de formación teórica y cuatro meses de prácticas en explotaciones ganaderas repartidas por toda Cataluña y el Pirineo francés. Como en otras ediciones, la escuela acoge a alumnos venidos de todas las provincias catalanas, además de Aragón y el País Vasco, entre otras, y de nacionalidades cada vez más variadas.

La mayoría son jóvenes, rondan la treintena, y acuden a la escuela principalmente por vocación. Además de formarles, la escuela ofrece a los jóvenes varios proyectos asociados, entre ellos un banco de tierras, una bolsa de trabajo, la asesoría de nuevos proyectos agrarios y la comercialización de productos artesanos.

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This article has been translated from Spanish.