¿Conseguirá India ganar la lucha que está librando contra la contaminación del aire?

El Dr. Arvind Kumar, director del departamento de cirugía torácica del hospital Sir Ganga Ram en la capital india de Nueva Delhi, trata a diario nuevos casos de neumoconiosis (enfermedad del pulmón negro). No porque sus pacientes fumen, sino porque están expuestos a unos niveles perjudiciales de contaminación del aire. A una de sus pacientes más recientes, una mujer de 32 años procedente del estado del Punjab, le han diagnosticado un cáncer de pulmón provocado por la contaminación del aire. Por desgracia, no es un caso excepcional.

“La contaminación del aire no solo tiene un impacto negativo en la salud respiratoria, sino también en la salud general de los pacientes. Afecta a todos los sectores de la sociedad, pero especialmente a los recién nacidos, los niños y los ancianos, así como a las embarazadas”, explica el Dr. Kumar a Equal Times. “La magnitud del problema requiere medidas mucho más serias de las que estamos aplicando actualmente”.

La contaminación del aire constituye una de las principales causas de muerte y enfermedad en todo el mundo. Un reciente informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) destacó que más del 80% de los habitantes de las zonas urbanas están expuestos a unos niveles de calidad del aire que superan los límites establecidos por la OMS y que las poblaciones más afectadas se encuentran en ciudades con bajos niveles de ingresos.

La situación en India es especialmente grave. Según el informe, en el que se analizaron 4.300 ciudades de todo el planeta, las 10 peores del mundo en términos de calidad del aire ambiente se encuentran en India, con Nueva Delhi en el sexto lugar.

Otra investigación del Health Effects Institute reveló que en 2015 la contaminación del aire contribuyó a aproximadamente 1,1 millones de muertes en India, “la mayor parte de las cuales se produjeron de forma desproporcionada (el 75%) en las zonas rurales”.

Una de las principales causas de la contaminación del aire en India son las fábricas que queman coque de petróleo barato, un ‘combustible sucio’, además de la contaminación del aire de interiores provocada por el uso generalizado de combustibles como la leña, el carbón y la biomasa para cocinar, calentar e iluminar. Según la OMS, 3,8 millones de personas mueren prematuramente al año de enfermedades provocadas por el uso ineficaz de dichos combustibles sólidos y del queroseno.

“El mensaje fundamental es que tenemos que cambiar los combustibles que se consumen en el ámbito doméstico, para que la gente disponga de unas fuentes fiables de energía”, asegura la Dra. María Neira, directora del Departamento de Salud Pública, Medio Ambiente y Determinantes Sociales de la Salud de la OMS. “India cuenta con la tecnología, la experiencia, los expertos y con un buen plan. Nos encantaría ver una amplia expansión de las mejoras pronto”.

Casi inhabitable

India empezó a reconocer que se enfrentaba a una crisis por la contaminación del aire en la década de 1990, cuando la niebla tóxica en Nueva Delhi se hizo tan espesa que el jefe de gobierno de la ciudad tildó a la urbe de “cámara de gas”. El año pasado, India vivió un momento revelador y bochornoso cuando tuvo que suspender un partido de críquet que estaban siguiendo millones de telespectadores. Un miembro del equipo de Sri Lanka empezó a vomitar y apenas podía respirar debido al aire contaminado que estaba inhalando.

El problema se ha agravado tanto que una investigación de Unicef ha revelado que la contaminación del aire está generando daños irreversibles en el cerebro de los bebés. Movimientos como Mi derecho a respirar intentan generar conciencia sobre el hecho de que la contaminación del aire ha convertido a la capital india en una ciudad casi inhabitable. Entonces, ¿por qué el gobierno no ha solucionado el problema?

El Ministerio de Medio Ambiente de India se ha comprometido a reducir la contaminación del aire en 100 ciudades en un 50% en los próximos cinco años mediante el llamado Programa Nacional de Aire Limpio. Por ejemplo, el año pasado el país aplicó una polémica medida para combatir la contaminación: prohibir la venta de fuegos artificiales durante el Diwali, el popular festival hindú de la luz.

Asimismo, India ha intentado luchar contra la contaminación del aire entregando a 37 millones de mujeres que viven por debajo del umbral de la pobreza tomas gratuitas de gas para cocinar (gas licuado del petróleo), lo cual les permitió pasarse a una fuente de energía limpia para uso doméstico gracias al programa Pradhan Mantri Ujjwala Yohana.

Sin embargo, el problema parece estar agravándose y ahora incluso se encuentra al nivel de la situación en China, país que sufre cientos de miles de muertes al año relacionadas con la contaminación. Como Nueva Delhi está envuelta por una nube de contaminación y los niveles de la calidad del aire suelen alcanzar el grado de ‘grave’, las mascarillas se han convertido en una necesidad.

Aunque algunos expertos han instado al país a que acelere el desarrollo del Programa Nacional de Aire Limpio, otros aseguran que las políticas del gobierno, como la relajación de las normas de protección medioambiental en las obras, han agravado aún más el problema.

“Existen leyes de protección medioambiental, pero su cumplimiento adolece de graves deficiencias”, explica Sarath Guttikunda, director de Urban Emissions, una organización independiente que investiga la contaminación del aire en India. “Por ejemplo, todas las centrales eléctricas por combustión de carbón debían ajustarse a las nuevas normas de emisiones para diciembre de 2017, pero ahora se ha ampliado el plazo hasta dentro de entre tres y cinco años como mínimo”.

Guttikunda también asegura que la opinión pública no dispone de los suficientes datos como para hacer que se cumplan dichas leyes ni realizar un seguimiento de su aplicación. “Por ahora, basándonos en la información disponible, las tendencias demuestran que la contaminación del aire en India no está mejorando”.

La situación en otros lugares

En la vecina China, la situación es ambigua. Por un lado, a pesar de la magnitud del problema, se le empieza a considerar un adalid de la lucha contra la contaminación del aire. A principios de este año, Greenpeace aseguró en un informe que las concentraciones de las partículas finas conocidas como PM 2,5, que constituyen un importante riesgo para la salud, disminuyeron en un 33% si se comparan con las del año anterior en Beijing, Tianjin y otras 26 ciudades. Esto se debió a la decisión del gobierno chino de obligar a las viviendas y empresas a pasar del carbón al gas natural (una medida que se ha revocado temporalmente debido a la escasez de combustible).

Sin embargo, los activistas siguen instando a China a que abandone el carbón y evolucione hacia la energía renovable, como se esbozó en el histórico acuerdo de 2014 contra el cambio climático. Según el Instituto de Economía Energética y Análisis Financiero (IEEFA), en los próximos años China dominará las inversiones en tecnologías de energía renovable.

Según un análisis de la organización ecologista estadounidense Sierra Club, gran parte del resto de los países del mundo (con la notable excepción de EE.UU.) también están evolucionando de manera gradual hacia la eliminación del uso de los combustibles fósiles. Asimismo, dicho análisis reveló que la cifra de nuevas centrales eléctricas por combustión de carbón que se construyeron en todo el mundo en 2016 había disminuido en un 62%.

Aun así, la contaminación del aire sigue afectando de manera desproporcionada a los habitantes del hemisferio sur. Según la OMS, más del 90% de los siete millones de muertes relacionadas con la contaminación del aire en el mundo se dan en países de ingresos bajos y medios de Asia y África, seguidos por los de la zona del Mediterráneo oriental, Europa y América.

Aunque la mayoría de los países desarrollados disponen de la tecnología necesaria para recopilar datos sobre la calidad del aire, el acceso a dicha tecnología sigue siendo limitado en África. Además, como muchas zonas rurales están aisladas, la infraestructura para la distribución de la electricidad es más cara, lo cual constituye un enorme reto para los gobiernos y empresas del sector privado que quieren aumentar el suministro eléctrico en dichas áreas. Por otra parte, el uso cada vez mayor de centrales solares y eólicas ofrecerá soluciones energéticas más limpias en los próximos años, lo cual evitará los riesgos para la salud y las enfermedades asociadas a la exposición prolongada a los ‘combustibles sucios’ como el carbón y la leña.

Los niveles de contaminación del aire son más bajos en los países de altos ingresos de Europa, América y el Pacífico occidental. Sin embargo, aunque la Unión Europea está dando pasos para reducir la contaminación del aire en todo el continente, todavía tiene un problema en su propia casa. Bélgica, sede de muchas de las instituciones europeas responsables de la protección del medio ambiente, es el segundo país de la UE que tiene más automóviles diésel, mientras que las partículas tóxicas en el aire provocan 632 muertes prematuras al año en la capital belga de Bruselas.

Esto preocupa enormemente a Annika Cayrol, que se reunió con un grupo de padres en 2015 para fundar Clean Air BXL, un movimiento ciudadano que lucha para lograr un aire limpio en la capital europea.

“Es un tema muy serio porque mucha gente tiene vehículos de empresa que utilizan diésel y no hay ningún tipo de incentivo que anime a esta gente a no usarlos”, señala Cayrol. “La ministra de medio ambiente ha anunciado que prohibirá los automóviles diésel, pero no antes de 2030. No tiene ningún sentido”.