Tras sobrevivir al infierno, los repatriados ayudan a abordar el problema de la migración gambiana

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A pesar de su duro viaje por conocidos centros de la trata de seres humanos, el sueño de Mustapha Sallah de rehacer su vida en Alemania terminó en Libia.

“El día en que nos arrestó la policía, lo quemaron todo después de sacarnos de nuestras casas. Algunos [migrantes] aún estaban escondidos y murieron quemados”, recuerda. “A otros les dispararon porque salieron corriendo intentando huir”.

Este gambiano de 27 años se había gastado más de 2.000 euros (aproximadamente 2.300 dólares USD) viajando a pie y en autobuses públicos por los estados del norte de Nigeria, famosos por sus movimientos islamistas insurgentes. Cruzó la ciudad de Agadez en el centro de Níger y el desierto de dicho país antes de ser detenido en Trípoli y pasar allí cuatro meses encarcelado.

“En la prisión nos torturaban y golpeaban”, denuncia Sallah, que fue repatriado voluntariamente a Gambia en abril de 2017 con la ayuda de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

De regreso a la capital gambiana, Banjul, él y sus compañeros que habían sido detenidos en Libia decidieron fundar la organización Youth Against Irregular Migration (YAIM, juventud contra la migración irregular) para advertir al público de los peligros de un viaje conocido a nivel local como ‘el back way’ o ’ruta trasera’. “Compartimos nuestras experiencias y hablamos con los ancianos para que no apoyen a los jóvenes que deciden emprender esta ruta trasera. Muchos de ellos nunca lo logran”, explica Sallah.

En agosto de 2018, este grupo inició una campaña de una semana de duración para llevar su mensaje a los mercados, escuelas y asambleas de los pueblos ubicados en las regiones de la cuenca alta y central del río Gambia. “En algunos de estos pueblos a los que fuimos hay muy pocos jóvenes. Todos se han embarcado en el viaje”, relata a Equal Times. Las experiencias como las de Sallah son cada vez más frecuentes.

Evitar “horrores inimaginables”

Gambia es el país más pequeño de África continental, con una población de poco más de dos millones de habitantes. Sin embargo, aproximadamente uno de cada 20 migrantes que llegan a Italia procede de este país africano, por lo que los gambianos constituyen la segunda mayor diáspora per cápita de Europa. Debido a los recientes esfuerzos que ha realizado la Unión Europea para interceptar las embarcaciones de migrantes en el Mediterráneo, se ha disparado la cifra de estas personas que acaban atrapadas en los centros de detención libios. Recientemente, la ONU condenó los “horrores inimaginables” en dichos centros y destacó los casos de “tortura, violación y trabajos forzosos”.

Desde junio de 2017, la OIM ha repatriado a alrededor de 3.800 gambianos desde Libia. “En realidad, la asistencia para la repatriación voluntaria es una de las únicas opciones vitales que se les ofrece”, explica la portavoz de la OIM para África occidental, Florence Kim. “Nuestro objetivo inicial para tres años era de 1.500 gambianos repatriados. En un solo año hemos duplicado dicho objetivo”.

“Dentro de la prisión, la gente se estaba volviendo loca”, recuerda Sallah, de la organización YAIM. Por tanto, su organización ya no es la única que intenta que los gambianos no corran riesgos saliendo de su país.

Ascend Together es otra de dichas organizaciones. Esta ONG utiliza las clases de baloncesto para mejorar el rendimiento escolar y las vías legales. Cada partido de baloncesto comienza con un orador invitado, explica el funcionario de administración Ebrima Sanneh. “Vienen para hablar con los estudiantes y les dicen: ‘Mirad. Estas son las consecuencias si vais por la ruta trasera. Abusarán de vosotros, tanto si sois chicos como si sois chicas’”.

Como emplea a menores de 27 años como entrenadores de baloncesto, Ascend Together espera que su mensaje cale. Al parecer, ha resultado ser bastante popular. Más de 120 estudiantes asistieron a su último partido de puertas abiertas. “Normalmente les explicamos que pueden usar el baloncesto como una ruta”, asegura Sanneh, quien nos explicó que dos de sus estudiantes y un entrenador habían obtenido una beca de formación en el extranjero, en España.

Sin embargo, estos triunfos son graduales y llevan tiempo. La mayoría de los jóvenes abandonan Gambia por los bajos salarios, nos cuenta Sallah. Cuando son repatriados, vuelven a los mismos salarios.

“La mayoría de la gente aquí gana 50 euros (aproximadamente 58 USD) al mes o menos. Los alquileres cuestan casi esa cantidad. Aquí uno no puede mantenerse”, admite.

“Por eso hay funcionarios que también han migrado. Algunos son maestros, enfermeras o soldados que dejaron sus trabajos y empredieron el viaje”.

“Si os vais, sufriréis”

“Yo no elegí regresar”, nos cuenta Karamo Keita, de 35 años. Pero después de ser golpeado y encerrado en un centro de detención libio durante varios meses, Keita decidió que se había quedado sin alternativas.

“He visto morir a mucha gente”.

Tardó más de seis meses en completar su viaje de Gambia a Libia, trabajando aquí y allá por el camino. Ahora habla en las estaciones de radio locales y en las redes sociales y espera convencer a otros para que no corran el mismo peligro.

“Si os vais, sufriréis… La solución consiste en crear puestos de trabajo [en Gambia]”, asegura. “Se está hablando mucho sobre oportunidades, pero lo que necesitamos son trabajos de verdad del gobierno y la comunidad internacional, no oportunidades”.

El Gambia Youth Empowerment Project (Proyecto de Empoderamiento de los Jóvenes en Gambia) ofrece subvenciones financieras de hasta 47.000 dalasis (aproximadamente 978 USD) para formación y start-ups. Dicho proyecto está financiado por el Fondo Fiduciario de la UE para África, que asciende a 3.300 millones de euros (3.830 millones de USD) y tiene como objetivo reducir la migración.

“Nuestro proyecto aquí no va a cambiar nada de la noche a la mañana”, afirma el director del proyecto, Raimund Moser. “Para cambiar la narrativa es necesaria una transformación económica y la economía de Gambia no se transforma con un gran cambio político... Todavía hay mucho por hacer”.

Gambia depende en gran medida del dinero que los migrantes envían a casa desde el extranjero. Las remesas representan más del 20% del producto interior bruto (PIB) del país. Se trata de una cifra comparable a la del turismo, una de las mayores fuentes de ingresos de esta nación africana.

El papel que desempeña el comercio

Sin embargo, mientras las iniciativas de la UE tienen como objetivo abordar las causas de la migración, otros cuestionan las políticas que limitan la capacidad de creación de puestos de trabajo sostenibles. “La estrategia de la UE de repatriar a tantos gambianos como sea posible solo puede provocar violencia, al no esforzarse por entender el papel que están desempeñando los países europeos en estas condiciones”, asegura Lorenzo Kamel, experto en políticas postcoloniales de la Universidad de Bolonia (Italia). “Los AAE [Acuerdos de Asociación Económica] de la UE prohíben el uso de aranceles para el desarrollo industrial, lo cual constituye un problema porque varios países de la UE utilizan dichos aranceles para defender sus propias economías”.

La UE pretende eliminar los aranceles comerciales de los productos entre los 16 países de la CEDEAO (Comunidad Económica de Estados de África Occidental) y la Unión Europea mediante un AAE. Sin embargo, según los expertos, los países de África occidental exportan muy pocos productos acabados en comparación con la UE.

“No existen muchos acuerdos que nos vinculen, aparte de los relacionados con las materias primas, que no suelen beneficiar a la población local”, afirma Kamel. “Es bastante hipócrita pedir a los países africanos que abran sus fronteras y no intenten defender las pequeñas economías que han sido capaces de desarrollar”.

En un principio, los ministros de Gambia se negaron a firmar un acuerdo de asociación económica. “Las economías desarrolladas saben que estamos en desventaja y que no podemos producir nada para competir con ellas. Por eso quieren un acuerdo que nos obligue a seguir siendo sus mercados de manera permanente”, denunció el diputado gambiano Sidia Jatta al diario local The Point cuando se anunció la propuesta de acuerdo por vez primera en 2017.

Con una economía en bancarrota herencia del anterior régimen autocrático de Yahya Jammeh y con un rescate de la UE con ayudas que ascienden a 225 millones de euros (261 millones de USD), la postura de Gambia cambió cuando el presidente Adama Barrow juró su cargo el año pasado. Actualmente, África occidental representa el 40% del comercio de Europa con los países africanos, caribeños y de la región del Pacífico. Los investigadores calculan que si firma el acuerdo, África occidental en su conjunto perderá 1.800 millones de USD de los ingresos que se derivan de los impuestos de importación. Nigeria es el único país que todavía no ha firmado dicho acuerdo.

Los migrantes repatriados como Sallah saben de primera mano cómo este tipo de batallas políticas repercuten en la vida cotidiana. En marzo de 2016, Gambia restableció sus vínculos diplomáticos con China, por lo que cortó sus relaciones con su antigua aliada Taiwán. Sallah había volado a Nigeria para tramitar su visado para una beca en Taiwán.

“Entonces los taiwaneses también nos informaron de que no nos otorgarían ningún visado. Nos acabaron denegando el visado a mí y a otros 20 estudiantes”, nos cuenta.

Como se había gastado la mayor parte del dinero que le había prestado su hermana en un viaje sin resultados, sus amigos le aconsejaron que emprendiera la ruta trasera a Europa. “Pero este nunca fue mi propósito cuando llegué a Nigeria”, afirma.

Sallah cree que el gobierno de Gambia debe implicar a los jóvenes en las decisiones relacionadas con el desarrollo. “Intentamos por todos los medios implicar al gobierno, pero es muy lento”, se queja. “Todo es muy lento cuando nos enfrentamos a la burocracia”.