Aprovechemos la oportunidad para asegurar un sólido tratado internacional vinculante sobre empresas y derechos humanos

Cuatro años después de que el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas adoptase una Resolución estableciendo el inicio de negociaciones para la adopción de un tratado internacional vinculante sobre las empresas y los derechos humanos, ahora empezamos las discusiones del Borrador Cero de dicho Tratado Vinculante, que fuera publicado este verano junto con un Protocolo Opcional –ambos preparados por la presidencia del Grupo de Trabajo Intergubernamental (GTIG), encargado de elaborar dicho instrumento–.

No será tarea fácil.

La Resolución original fue adoptada con apenas 20 votos a favor, frente a 14 en contra y 13 abstenciones. La votación, que dejó claramente reflejadas las divisiones existentes, basadas en las distintas ideologías y el grado de poder económico, presagiaba ya lo que vendría a continuación. En los últimos tres años, Estados Unidos, entre otros, rechazó de plano el proceso, mientras que la Unión Europea se limitó a no perderlo de vista. El lobby empresarial, encabezado por la Cámara de Comercio Internacional y la Organización Internacional de Empleadores, también hizo todo lo posible por frustrar cualquier progreso. Considerando el trágico destino de los dos intentos previos en la ONU para regular la cuestión de empresas y derechos humanos a nivel internacional (la propuesta de un Código de Conducta para las Corporaciones Transnacionales y las Normas sobre las responsabilidades de las empresas transnacionales), muchos consideran como un hecho consumado que el Tratado Vinculante nunca verá la luz.

Pese a esos enormes obstáculos, la presidencia del GTIG consiguió mantener vivo el proceso y preparó el Borrador Cero, gracias también a la continua labor de promoción por parte del movimiento sindical internacional y diversas organizaciones de la sociedad civil.

La serie de consultas organizadas por la Misión Permanente del Ecuador, en representación de la presidencia del GTIG, durante el período entre sesiones, ha ofrecido a las distintas partes interesadas amplias oportunidades para contribuir de forma significativa al proceso.

Así pues, ¿qué piensan los sindicatos del Borrador Cero? Pese a no verlo como un tratado vinculante –en el sentido de que realmente pueda realinear la asimetría normativa entre las regulaciones legalmente aplicables que protegen los intereses corporativos y los enfoques de ley blanda en relación con las empresas y los derechos humanos–, el Borrador Cero representa, sin duda, un paso en la dirección adecuada. De hecho, los sindicatos acogieron, aunque con reservas, las siguientes disposiciones del Borrador Cero:

  1. Cobertura del derecho internacional de derechos humanos, incluyendo las normas internacionales del trabajo
  2. Asistencia legal mutua y cooperación internacional
  3. Obligación del Estado de adoptar medidas normativas que:
  • obliguen a las empresas a adoptar y aplicar políticas y procedimientos de diligencia debida en materia de derechos humanos;
  • garanticen que las víctimas de violaciones de los derechos humanos tengan acceso a un recurso judicial efectivo; y
  • Jurisdicción extraterritorial de la compañía matriz

No obstante, para superar una brecha importante existente en el derecho internacional de los derechos humanos (con vistas a poner fin a la impunidad corporativa), resulta imperativo que el próximo borrador del Tratado Vinculante incluya los siguientes puntos:

  1. Reafirmar el deber de las empresas de respetar los derechos humanos en todas sus operaciones
  2. El reconocimiento explícito de la primacía de los derechos humanos sobre los acuerdos comerciales y de inversión
  3. La necesidad de superar las barreras jurisdiccionales, limitando el uso de la doctrina de forum non conveniens
  4. Alineación de las disposiciones sobre diligencia debida con el Pilar II de los Principios Rectores de la ONU sobre las empresas y los derechos humanos, para reducir ambigüedades operacionales y en las definiciones
  5. Se necesita un mecanismo internacional firme para garantizar el cumplimiento, que vaya más lejos de los marcos establecidos en el Borrador Cero y el Protocolo Opcional

Aunque el Borrador Cero representa sin duda un intento de alcanzar un compromiso, la sesión del GTIG de esta semana representa una oportunidad de oro para mejorar el nivel existente. De hecho, ya es hora de que gobiernos, empresas, sindicatos y organizaciones de la sociedad civil emprendan colectivamente un diálogo significativo y constructivo para abordar las lagunas en materia de responsabilidad con respecto a las obligaciones de las empresas en cuanto a los derechos humanos.

Existen algunas muestras de que la tendencia podría estar cambiando.

Hace dos semanas, el Parlamento Europeo manifestó su apoyo al Tratado Vinculante y exhortó a la Unión Europea a implicarse en el proceso. En 2017, el ministro de Asuntos Exteriores de Francia declaró que el Gobierno francés promovería la continuación de negociaciones y discusiones con otros Estados miembros de la UE en relación con el Tratado Vinculante. En el mundo empresarial, empresas finlandesas lanzaron recientemente la campaña #ykkösketjuun, pidiendo a su gobierno que adopte una legislación de obligado cumplimiento respecto a los derechos humanos.

No se trata de ninguna primicia, puesto que otras multinacionales como Nestlé y ASOS habían apoyado anteriormente una legislación en relación con la diligencia debida en relación con la esclavitud moderna y el trabajo infantil en los Países Bajos y en Australia, por citar algunos ejemplos.

Debemos unir nuestras fuerzas en aras de los derechos humanos y trabajar de manera constructiva para conseguir un Tratado Vinculante firme. Es una oportunidad única.

No la dejemos escapar.