Elecciones generales de 2019 en Nigeria, ¿qué se juegan los trabajadores pobres?

Con las elecciones generales de Nigeria cada vez más cerca (programadas para el 16 de febrero de 2019), la campaña electoral se encuentra en pleno apogeo. El partido en el poder, el Congreso de Todos los Progresistas (APC, por sus siglas en inglés) presentará como candidato una vez más al presidente Muhammadu Buhari, mientras que el partido de oposición más importante de Nigeria, el Partido Democrático Popular (PDP), ha elegido al ex vicepresidente Atiku Abubakar para postularse como presidente. En este contexto, ¿cuáles son las demandas de los trabajadores de Nigeria y quién las atiende?

En el período previo a las elecciones de 2015, escribí un artículo similar en el que analizaba las demandas de las familias trabajadoras, y los temas principales de entonces siguen siendo los mismos de ahora: hacer crecer la economía de tal manera que vaya más allá de las meras cifras de crecimiento; una mejora significativa de la infraestructura, en particular el suministro de electricidad; la lucha contra la inseguridad crónica en el país (desde la insurgencia de Boko Haram en el noreste del país, hasta la violencia entre los pastores y los agricultores en la región del cinturón medio del país); frenar la corrupción del sector público y del privado en Nigeria, país que, pese a ser uno de los mayores productores de petróleo del mundo alberga la mayor concentración mundial de pobreza extrema; y la expansión de la protección social.

En lo relativo a la anticorrupción, uno de los temas más apremiantes en Nigeria, el APC no ha sabido aprovechar hasta ahora la solidaridad de los trabajadores nigerianos.

Los trabajadores sindicalizados han coordinado varias manifestaciones nacionales contra la corrupción y la evasión fiscal, al tiempo que han exigido al Gobierno federal enjuiciar imparcialmente a los corruptos.

A pesar de que el presidente Buhari ganó, en parte, las elecciones de 2015 gracias a sus promesas contra la corrupción, este flagelo sigue siendo endémico en la vida pública de Nigeria. Además, la politización de la lucha contra la corrupción paraliza rápidamente a las instituciones y agencias establecidas para este propósito.

Por supuesto, los corruptos no son solamente “los ogas [grandes hombres] situados en lo alto de la pirámide”. Se trata de una crisis sistémica fomentada conscientemente para frustrar la igualdad y la justicia en Nigeria. Desde los controles policiales hasta los cruces fronterizos, como Seme, que linda con Benin, el soborno está a la orden del día. Las principales víctimas son los trabajadores pobres, especialmente las mujeres comerciantes del sector informal, que son frecuentemente acosadas, maltratadas y traumatizadas con la extorsión como fin último. Un estudio realizado en 2016 por el Banco Central de Nigeria para calcular el comercio transfronterizo informal, Measuring Informal Cross-Border Trading in Nigeria, reveló algunas de las formas en que la corrupción distorsiona y dificulta el comercio.

En lo que respecta a la corrupción en el sector privado, cuya envergadura es en realidad mucho más grande que la corrupción del sector público (léase el informe del panel de la Unión Africana sobre flujos financieros ilícitos en el continente, African Union -AU- Mbeki Panel report on Illicit Financial Flows -IFFs- from Africa), la situación sigue inalterable. Prueba de ello es la incapacidad del Estado para investigar y enjuiciar a las personas que figuran en los papeles de Panamá, aun cuando el pueblo nigeriano exigió medidas estatales. El panel de la Unión Africana estableció que aproximadamente la mitad de los flujos financieros ilícitos de África provienen del sector del petróleo, el gas y los minerales de Nigeria.

Aumentar el salario mínimo

Con, aproximadamente un 75% del total de la población activa nigeriana trabajando en la economía informal, en la campaña previa a las elecciones de febrero de 2019 la necesidad de mejorar la vida de los trabajadores es más urgente que nunca. En lo relativo a la economía, los hogares nigerianos siguen luchando para recuperarse después de la recesión, mientras que un gran número de trabajadores nigerianos son víctimas del robo de salarios, en particular los que trabajan para alguno de los 36 estados federales de Nigeria. Por ejemplo, a los trabajadores del sector público del estado de Kogi, en el centro-norte del país, se les debe actualmente una paga de más de siete meses.

Los trabajadores nigerianos quieren que se ponga fin a los salarios de pobreza, y la lucha por un salario mínimo nacional debería contribuir de alguna manera a mejorar los niveles de vida de los ciudadanos de a pie. Aun cuando la "cesta básica" para una familia de cuatro miembros se ha calculado en un mínimo de 60.000 nairas (aproximadamente 196 USD, unos 172 euros) por mes, el Gobierno recientemente acordó como nuevo salario mínimo nacional 30.000 nairas. Si bien representa un aumento significativo con respecto al salario mínimo actual de 18.000 nairas, todavía no es un salario mínimo vital que pueda frenar efectivamente la pobreza y la desigualdad.

En 2019, los trabajadores no tolerarán la amenaza de “si no se trabaja, no hay salario”, como el actual ministro de Trabajo y Empleo, Chris Ngige, y algunos gobernadores estatales proponen.

Estas personas nunca han experimentado el retraso ni el impago de sus enormes sueldos y subsidios. Es un intento equivocado de intimidar al movimiento sindical, pero los trabajadores no perdonarán ninguna disposición que demore o niegue el pago legítimo y el aumento de sus salarios.

Los trabajadores organizados también han estado a la vanguardia exigiendo justicia tributaria como parte de la búsqueda para reforzar las capacidades de movilización de recursos del estado. Para los trabajadores organizados, el aumento de la base de ingresos del gobierno se destinaría en parte a estimular la creación de empleo y el pago de salarios decentes, que son algunos de los medios más seguros para vencer la pobreza y ampliar la base de los impuestos y los ingresos.

Apoyo a la juventud

Nigeria tiene una de las poblaciones jóvenes más grandes del mundo, con al menos la mitad de su población estimada en 180 millones de personas menores de 30 años. Este hecho podría ser un activo considerable para el país, pero las condiciones socioeconómicas actuales (subempleo y desempleo generalizados, según la Oficina Nacional de Estadísticas, afecta al 40% de la población activa, y la ausencia de una red de seguridad social está empujando a muchos jóvenes a tomar decisiones equivocadas, como la criminalidad y el terrorismo, el uso de drogas duras, así como la elección de emprender viajes migratorios peligrosos y desesperados a través del desierto del Sahara y el mar Mediterráneo hasta Europa.

La creación de empleo debe ir más allá de meras promesas de cajón. Los trabajadores quieren ver iniciativas reales desprovistas de etiqueta política. En Nigeria, es necesario crear un mínimo de siete millones de nuevos empleos al año para mantenerse al día con la tasa actual de crecimiento de la población, pero aun cuando el Gobierno actual prometió crear tres millones de empleos cada año, apenas ha logrado dos millones en tres años y medio. Cabe decir simplemente que no son suficientes.

La administración entrante debe dar muestras de imaginación para aumentar los gastos públicos en educación destinados a desarrollar y mejorar la empleabilidad de los que buscan empleo, y crear una demanda de trabajadores. Además, debe tenerse en cuenta la asociación y colaboración genuinas con otras economías (como los países de la OCDE y los estados del hemisferio sur) para movilizar el apoyo a planes que hagan participar productivamente a los jóvenes. Algo similar al programa de desarrollo de competencias Erasmus+ (una iniciativa que ayuda a los jóvenes en Europa a estudiar, trabajar o formarse en el extranjero, prestándoles apoyo a su regreso) podría resultar sumamente beneficioso para los jóvenes de Nigeria.

En 2015, la promesa de lograr paz y estabilidad fue fundamental para la victoria de Buhari y, en 2019, la seguridad también será un elemento decisivo. Una encuesta del Afrobarómetro de 2016 mostró que el 39% de los nigerianos consideran las dificultades relacionadas con la seguridad como uno de los tres principales problemas que aquejan al país. Esta cifra, dos años más tarde, como muestra una encuesta no publicada de la CSI-África, se ha duplicado y solo es superada por el desaliento económico. Cientos de trabajadores, agricultores y miembros de sus familias han perdido la vida en conflictos civiles, y el uso de la violencia letal en situaciones de conflicto no civil (como robos a mano armada y asesinatos extrajudiciales) es rampante en Nigeria.

Los trabajadores nigerianos quieren un liderazgo político que sea decisivo, colaborativo y justo para enfrentar la inseguridad crónica de Nigeria, al tiempo que la sensibilidad a las identidades de clase, étnicas, culturales y religiosas es fundamental.

Hasta dónde llegarán los trabajadores nigerianos, especialmente los trabajadores pobres, en su búsqueda para satisfacer sus demandas después de las elecciones de febrero dependerá, en cierta medida, de la forma sonora y consistente en que hagan oír estas demandas en tanto que grupo organizado. Hasta ahora, son los jóvenes de Nigeria los que han tenido el mayor impacto en sus llamamientos al cambio. Otros, en particular los partidos establecidos y los candidatos "conocidos", insisten en apoyarse en el discurso de siempre y en repetir la palabrería habitual carente de sentido.

Conjuntamente con los aliados progresistas de la sociedad civil, los trabajadores organizados deben recalibrar urgentemente sus esfuerzos a través de manifestaciones masivas y reuniones públicas para educar y sensibilizar a sus miembros y a la comunidad en general sobre estas demandas y cómo utilizar su voto para asegurarlas. Los trabajadores deben seguir manteniendo viva la esperanza y continuar la lucha para garantizar una mejor Nigeria, hoy por hoy y en el futuro.