¿Merece la pena poner en peligro el ecosistema más importante de Ghana para conseguir un préstamo multimillonario?

¿Merece la pena poner en peligro el ecosistema más importante de Ghana para conseguir un préstamo multimillonario?

This 2011 photo shows the devastating impact of galamsey informal gold-mining in the Atewa Range Forest Reserve in Ghana.

(Eastern Region Forestry Commission Office)

El rugido de una motosierra rompe el silencio de la selva. Los madereros ilegales han vuelto al trabajo, talando árboles de esta reserva protegida ubicada en Kyebi, un poblado frondoso lleno de cuestas situado a dos horas de distancia de Accra, la capital de Ghana. La Reserva Forestal de la Sierra de Atewa, conocida como la ‘joya de la corona de la biodiversidad en Ghana’, lleva tiempo enfrentándose a las graves amenazas que representan los taladores y cazadores furtivos, quienes despojan a la selva de sus especies de árboles únicas (por ejemplo, el Neolemonniera clitandrifolia, que produce frutos comestibles y aceite vegetal) y cazan animales en peligro de extinción, como los pangolines. Sin embargo, esta selva tropical se enfrenta ahora a un nuevo peligro.

Hace dos años, el Gobierno de Ghana alcanzó un acuerdo con varias empresas mineras chinas, logrando una especie de pacto basado en un trueque. Para obtener un préstamo del Gobierno chino para infraestructuras valorado en 19.000 millones de dólares USD (unos 16.624 millones de euros), invitaron al grupo empresarial estatal chino Sinohydro Group a construir carreteras, puentes y proyectos de electrificación rural cuyo valor asciende a 2.000 millones USD (1.750 millones de euros). A cambio, este grupo sería pagado con los beneficios procedentes de la explotación de las abundantes reservas ghanesas de bauxita de Atewa y Nyinahin –otra reserva forestal en la región de Ashanti–.

China lleva décadas gozando de una privilegiada relación diplomática con Ghana y actualmente es el principal socio comercial de este país africano, con 6.680 millones USD en concepto de comercio bilateral (5.845 millones de euros) entre los dos países en 2017.

Para Ghana, un país de 25 millones de personas (6,8 millones de las cuales viven con menos de 1 USD al día –0,87 euros–), ese préstamo podría suponer un gran balón de oxígeno. Esta nación siempre aparece en las clasificaciones como una de las economías de mayor crecimiento de África; el acuerdo con China podría generar un impulso adicional para su economía y crear más puestos de trabajo.

El gobierno ha fundado una empresa de propiedad estatal para ayudar a crear una industria integrada del aluminio. Gideon Baoko, consejero económico del vicepresidente de Ghana, calcula que entre Nyinahin y Atewa, el país podría ganar alrededor de 460.000 millones USD (403.000 millones de euros) gracias a las exportaciones de bauxita refinada, una cantidad 24 veces superior a la deuda que tiene con China.

Los analistas aseguran que el verdadero potencial de ingresos podría llegar a ascender a varios billones de dólares. Sin embargo, el coste para el medio ambiente sería terrible.

“No lo queremos”, explica el jefe Nana Larbikrum, un agricultor de 79 años que gobierna Larbikrum, una diminuta aldea ubicada junto a la reserva de Atewa. Este anciano lleva décadas viendo cómo los mineros dedicados a la extracción del oro y los madereros ilegales pasan por esta zona provocando estragos en algunas áreas de la selva. Tanto él como el resto de los campesinos de la aldea están especialmente preocupados. Dependen del clima favorable de la selva para cultivar y vender productos agrícolas como el cacao y el plátano macho. “Llegarán y talarán todos los árboles. Ya no tendremos precipitaciones ni cortavientos”, advierte el jefe, cuyos ojos acuosos están rodeados de arrugas.

Desde la vivienda del jefe, Atewa se extiende hacia el cielo: miles de árboles en un horizonte inclinado que se eleva hasta alcanzar las nubes. Los insectos no paran de cantar. En estas 23.000 hectáreas de bosque perenne, el último de este tipo en Ghana, se encuentran algunas de las especies más amenazadas del planeta. Los investigadores se quedaron estupefactos al encontrar aquí al mangabey gris. Este primate es inconfundible debido a sus largas extremidades y su collar blanco; está incluido en la lista roja de mamíferos amenazados de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Algunas especies de mariposas, como la Mylothris atewa, no existen en ningún otro lugar del mundo.

Asimismo, la selva constituye una importante fuente de agua para pueblos como Larbikrum y muchas otras localidades situadas río abajo a orillas del Birim, el Ayensu y el Densu, grandes ríos que dan servicio a comunidades tan lejanas como Accra y que nacen en la selva. Alrededor de 72.000 agricultores del cacao viven a orillas de dichos ríos y beben y usan sus aguas para la irrigación. En total, cinco millones de personas dependen de la sierra de Atewa para su agua.

“Podría ser el mejor destino turístico de Ghana”

Desde la década de 1960, los sucesivos gobiernos de Ghana han aspirado a extraer los 180 millones de toneladas métricas de bauxita (el principal material para la producción de aluminio) que se esconden bajo el suelo de Atewa. Sin embargo, el presidente Nana Akufo-Addo, quien paradójicamente también es oriundo de Kyebi, es el único que ha estado a punto de firmar un acuerdo.

El presidente ha planteado importantes propuestas por las que se deduce que su gobierno desea que la economía y el pueblo de Ghana se beneficien al máximo del acuerdo con China.

“Creo que ya hemos alcanzado la mayoría de edad. No deberíamos otorgar incentivos fiscales ni regalías inusuales. Y las empresas mineras no deberían esperar obtener unos beneficios extraordinarios en nuestro continente”, declaró el presidente Akufo-Addo ante los inversores durante la edición de 2019 de la African Mining Indaba, la mayor conferencia de inversiones en minería del mundo, recoge la agencia Reuters.

Y aunque no existen indicios de que el presidente Akufo-Addo se vaya a beneficiar personalmente del acuerdo sobre la bauxita, como las elecciones presidenciales se celebrarán en diciembre de 2020, muchos lo consideran una medida política con el objetivo de incrementar sus posibilidades de ser reelegido para una segunda legislatura.

Los activistas medioambientales han advertido de que “ya no queda nada por lo que luchar” en Nyinahin debido a los años de devastación provocada por la tala ilegal. Por tanto, están centrando sus esfuerzos en obligar al gobierno a excluir a Atewa del acuerdo. “Esta selva podría ser el mejor destino turístico de toda Ghana”, explica Daniel Ewur, coordinador de A Rocha Ghana, una organización no gubernamental al frente de la lucha para salvar a Atewa. La ONG ecologista ha estado haciendo campaña para que la reserva forestal se eleve a la categoría de parque nacional, con el objetivo de que genere ingresos mediante el ecoturismo y no mediante la minería.

Las mujeres en los pueblos como Larbikrum, que son campesinas y comerciantes a la vez, aseguran que serán las más afectadas: es más probable que ganen dinero vendiendo sus productos a los turistas y trabajando como guías locales que suministrando mano de obra auxiliar en una mina de bauxita.

La campesina Diana Oyelabi explica en twi (uno de los principales idiomas de Ghana): “¿Quién va a contratar a mujeres para que operen maquinaria?”. Además, el ecoturismo puede ayudarlas a resolver otro problema: “Creemos que cuando vengan a visitarnos, comprarán nuestros productos agrícolas que se pudren si se quedan aquí”.

El pasado julio, el ministro de Recursos, John Peter Amewu, justificó el acuerdo sobre la bauxita, alegando que la minería se podía llevar a cabo “de manera responsable”. Sin embargo, los ecologistas disienten, pues aseguran que la minería a esa escala afectaría, entre otros, a la calidad del agua. Las organizaciones ecologistas acusan al gobierno de no haber llevado a cabo una evaluación medioambiental ni entablado comunicación con las partes afectadas antes de firmar el acuerdo con China.

“No tengo palabras para describir lo importante que es el que este lugar [se deje tal y como está]”, afirma Albert Oteng-Yeboah, un profesor jubilado de biología ambiental de la Universidad de Ghana. En vista de los urgentes debates que se están llevando a cabo en todo el mundo sobre el tema del cambio climático, las selvas como la de Atewa constituyen tesoros irremplazables, destacó.

El precio del oro

Hace poco, Ewur se internó en la selva para supervisar las actividades en la zona. En mitad de la densa vegetación destacaban alrededor de cuatro hectáreas de tierra estéril y despojada de vegetación. Allí se podían ver dos lagos artificiales de agua fangosa. Según constató Ewur, se trataba de una mina de oro abandonada, propiedad de Elite Minerals Ghana Limited, una de las numerosas empresas mineras que operan en Ghana. Para extraer el oro se desvió el curso de un río entero para que los mineros pudieran cribarlo. Y cuando acabaron, simplemente abandonaron el lugar. “Los daños que se provocan cuando se desvía el curso de un río de esta manera tardan 400 años en subsanarse”, denuncia Ewur.

El medioambiente en Ghana lleva siglos enfrentándose a amenazas derivadas de la extracción del oro. Este país ubicado en África occidental (conocido como la Costa de Oro en la época del colonialismo europeo debido a sus abundantes yacimientos de minerales) es, después de Sudáfrica, el segundo mayor productor de oro del continente. Tan solo en 2018, Ghana extrajo oro por un valor de 3.800 millones de USD (3.325 millones de euros). Sin embargo, muchas empresas, incluso las que disponen de licencias adecuadas, no operan de manera sostenible. El mercurio y el cianuro, sustancias químicas que se utilizan para extraer el oro, han contaminado lagos y ríos. El río Birim, que alberga los mayores yacimientos de oro de la región y constituye la única fuente de agua potable para multitud de comunidades, contiene unos niveles de mercurio que son, dependiendo de la temporada, entre siete y 300 veces superiores a los permitidos por la Organización Mundial de la Salud.

La minería artesanal a pequeña escala o galamsey, como se la conoce a nivel local, es otro problema. La galamsey está muy extendida en las comunidades rurales. Según un informe de 2016 publicado por el Instituto Internacional de Medio Ambiente y Desarrollo, la minería a pequeña escala emplea directamente a más de un millón de personas en Ghana y sustenta indirectamente a 4,5 millones más.

Según los cálculos del gobierno, alrededor de la mitad de todas las explotaciones mineras a pequeña escala de Ghana operan ilegalmente. Miles de migrantes chinos indocumentados también han acudido en masa a Ghana para obtener beneficios de la galamsey y la escala de sus operaciones solo ha servido para agravar el problema. Los lugareños utilizan herramientas básicas, como picos y palas, pero los chinos han traído excavadoras y suelen operar en las tierras de labranza de los aldeanos, provocando graves tensiones entre los migrantes y los campesinos locales.

El gobierno ha intentado contener la entrada de trabajadores procedentes de China a Ghana mientras luchaba contra la galamsey. Desde 2014, una campaña sin precedentes en el sector deportó a más de 4.500 migrantes indocumentados de regreso a China. Sin embargo, muchas de las empresas mineras implicadas en estas prácticas son propiedad de ghaneses, que gozan de derechos legales para extraer minerales. En la práctica, dichas empresas suelen estar dirigidas por patrones chinos, algunos de los cuales han sido acusados de explotar a los trabajadores y destruir el medioambiente.

“La campaña [para reducir la galamsey] ha sido bastante eficaz”, asegura Edmund Adinkra-Darko, un experto sobre el cambio climático que trabaja para el Ghana Trades Union Congress (GTUC). En 2016, dicha campaña culminó con una prohibición de todas las explotaciones mineras a pequeña escala durante dos años, creada para permitir la recuperación ambiental y limpiar la industria. Dicha prohibición finalmente se levantó en diciembre de 2018 y aunque Adinkra-Darko teme que la reanudación de la minería artesanal pueda frustrar los avances en materia medioambiental, afirma que desde una perspectiva económica es necesaria.

“La gente se está ganando la vida gracias a este tipo de minería. Algunos lo hacían de manera diligente y otros estaban violando las normas. Pero no podemos decir que deberían prohibirse para siempre”. Sin embargo, advierte que debería trazarse una hoja de ruta para proteger al medio ambiente. “Esperamos que el gobierno garantice el cumplimiento de la normativa sobre minería con sanciones más severas contra los infractores”.

La minería lleva años destruyendo las reservas forestales de Ghana. “La explotación aporta dinero rápido”, asegura el profesor Oteng-Yeboah, también oriundo de Kyebi, al hablar de la fijación que tienen los líderes africanos por la industria extractiva.

Según la organización de vigilancia forestal en línea Global Forest Watch, Ghana tiene una de las tasas de deforestación más altas de África occidental y ha perdido el 13% de su superficie forestal entre 2001 y 2017. En 25 años, Ghana podría perder todas sus selvas, advierten los científicos.

Por eso, el jefe Larbikrum y el resto de los campesinos mantienen una postura firme: la minería debe detenerse. El año pasado se unió a algunos miembros de la comunidad en un viaje a Awaso, un pueblo donde ya se ha extraído bauxita. Y allí fueron testigos de una devastación total. La minería no mejoró la situación de los lugareños. Más bien al contrario: les empobreció aún más. En un país en el que la tierra no solo está profundamente vinculada al sustento de las comunidades, sino también a su bienestar y herencia, este es un precio que el jefe Larbikrum no está dispuesto a pagar.

Nota del editor: este artículo ha sido puesto al día para aclarar que a Sinohydro no le fue otorgado "el acceso durante 15 años a las reservas de bauxita de Ghana", sino que Sinohydro "sería pagado con los beneficios procedentes de la explotación de las abundantes reservas ghanesas de bauxita de Atewa y Nyinahin".