¿Qué nos frena para reducir a cuatro días la semana laboral?

En marzo del año pasado, el Partido Laborista del Reino Unido encargó una investigación sobre la posibilidad de introducir una semana laboral más corta tras las solicitudes realizadas por activistas y sindicatos para reducir de cinco a cuatro el número de días de la semana laboral.

Para el Congreso de Sindicatos (TUC), que anunció en septiembre que apoyaba esta política, la mayor urgencia es compartir equitativamente los beneficios de la automatización.

“Tenemos que asegurarnos no solo de disponer de medios eficientes para producir y distribuir las cosas, sino también de compartir [los beneficios]. Existe un interés renovado en el tiempo de trabajo entre los sindicatos y recientemente se acordó una reducción de las horas de trabajo para 119.500 trabajadores del sector postal”, señaló a Equal Times Paul Sellers, responsable de políticas sobre el tiempo de trabajo en el TUC.

La reducción –de una hora a la semana– se inició, paulatinamente, en septiembre de 2018, con el objetivo de llegar a una semana de 35 horas en 2022.

La campaña 4 Day Week (cuatro días a la semana), que preconiza reducir la semana laboral en el Reino Unido y está respaldada por los grupos de reflexión Autonomy y New Economics Foundation, presenta detalladamente los argumentos a favor de una semana laboral más corta en un informe publicado en febrero: podría mejorar la salud y el bienestar, así como la sostenibilidad ambiental y la igualdad de género.

“Los empleadores pierden una cantidad enorme de dinero a raíz de los días de ausencia por enfermedad, que se deben al exceso de trabajo. Con una semana de cuatro días se podría reducir el número de días de ausencia por enfermedad”, señala Rachel White, activista de la campaña, a este medio.

Según la Dirección de Salud y Seguridad, el organismo gubernamental en el Reino Unido responsable de la reglamentación y el respeto de la salud y la seguridad en el trabajo, la depresión o la ansiedad fueron la causa del 57% del total de días de ausencia por enfermedad el año pasado en el Reino Unido, y el 44% de casos de dichas enfermedades estaban relacionados con el trabajo.

“Una semana de cuatro días supone un desafío para nuestra cultura de trabajo actual, según la cual el trabajador nunca ‘desconecta’”, reflexiona White.

Trabajar menos podría permitir una distribución más equitativa de las tareas del hogar. Actualmente los hombres tienen más probabilidades de trabajar a tiempo completo y la mayoría de las tareas en el hogar es responsabilidad de las mujeres.

Replantearnos nuestra relación con el trabajo permitiría a la sociedad valorar de manera diferente el trabajo de cuidado, tanto remunerado como no remunerado.

“Una semana de cuatro días no resuelve necesariamente el problema, pero abre el debate sobre lo que valoramos como trabajo y por qué, y qué más podríamos empezar a valorar”, dice White, que empezó a ver el trabajo como algo político cuando, durante su época como trabajadora de la juventud, fue alentada a persuadir, a los jóvenes a los que ayudaba, a desempeñar trabajos mal remunerados y en condiciones precarias.

“Las jornadas prolongadas de trabajo también precisan de abundantes recursos: los desplazamientos perjudican al medio ambiente; es más probable que la gente utilice productos precocinados, como comidas congeladas y preparadas”, explica White.

Este era el caso de Patrick Bettington, de 33 años, que trabaja para una empresa de eventos internacionales de Londres. “Ahora dedico tiempo a hacer las cosas yo mismo en lugar de gastar, en comprarlas, el dinero que gano”, resume.

Bettington ha decidido trabajar menos horas, lo que ha llevado a la reducción equivalente de su salario, que no es lo que defienden los activistas ni los sindicatos. Hace cuatro años dejó una profesión que le exigía viajar mucho y trabajar hasta 12 horas diarias; desanimado por la experiencia, pidió trabajar cuatro días en lugar de cinco en su nuevo trabajo.

“Ya no estaba dispuesto a dedicar la mayor parte de mi vida al trabajo. Decidí que prefería tener más tiempo en lugar de más dinero”, sentencia.

Llamamiento mundial

Numerosas empresas están empezando a aprovechar las ventajas que presenta una jornada laboral o un horario laboral más corto. Hace un año, Perpetual Guardian, una empresa fideicomisaria corporativa de Nueva Zelanda, redujo la semana laboral a cuatro días y en 2015 una autoridad local sueca puso a prueba una jornada de seis horas en una residencia de ancianos y se obtuvieron resultados positivos tanto para el personal como para los residentes.

Sleighdogs, una empresa de tecnología con sede en Berlín y Praga, puso a prueba una semana de cuatro días el verano pasado. El 91% de los trabajadores dijo que estaba más contento y el 64% dijo que se podía concentrar mejor.

Sin embargo, Sleighdogs no pasó permanentemente a una semana más corta porque estimó que el tiempo libre no se distribuía equitativamente. Los trabajadores cuyas tareas incluían la comunicación externa no podían permitirse tomarse tiempo libre, lo que generaba mayor presión cuando se acumulaba trabajo.

“Como empresa pequeña, cuando cambias las reglas del juego al que juegas y otras personas no lo hacen, juegas a un juego un poco diferente”, dice el cofundador de Sleighdogs, Karl Karafiat. “No todos los clientes aceptaban que no respondiéramos puntualmente el viernes porque teníamos demasiado trabajo”.

Karafiat estudia reintroducir la política en verano, pero esta vez algunos trabajadores librarán los viernes y otros los lunes.

Timo Aalto, el director general de Tapaus Oy, una empresa de marketing finlandesa, decidió el año pasado desactivar el acceso a los correos electrónicos del trabajo a partir de las 6 de la tarde y durante los fines de semana. “Vi que los trabajadores estaban agotados por el trabajo y concluí que el motivo era que no descansaban lo suficiente”, asegura.

“La mayoría no notó una gran diferencia, pero para algunos fue un cambio radical. Una de las principales personas que se resistía a la idea dijo después de la semana de prueba que nunca había dormido tan bien”, añade.

La política se implantó permanentemente para los directivos, ya que durante la prueba se observó que eran los que más se beneficiaban de ella. Para el propio Aalto, la mayor diferencia ha sido no trabajar los fines de semana. La empresa no ha sufrido pérdidas.

En Sleighdogs también ha aumentado la productividad percibida de los trabajadores. El rendimiento es lo que más importa a Karafiat: “No quiero que la gente se siente en su escritorio exactamente ocho horas si no están consiguiendo nada”.

Por eso la empresa también tiene horarios de trabajo totalmente flexibles y vacaciones ilimitadas.

Bettington dice que el primer efecto de un día libre fue que su vida era más fácil: le permitió estar más relajado y también tener más tiempo para asuntos personales, como las consultas en el médico, que tienen lugar de lunes a viernes. Hace poco ha reducido su semana a tres días y ha empezado un máster a tiempo parcial.

¿Por qué es popular la reducción del tiempo de trabajo?

Ya en 1930 el economista John Maynard Keynes predijo que en el siglo XXI todos trabajaríamos 15 horas a la semana. ¿Por qué cobra ahora impulso el debate sobre el tiempo de trabajo?

“Desde la recesión y la introducción de medidas de austeridad, la calidad de los empleos se ha deteriorado. Hay muchas más personas con contratos de cero horas, con horarios más prolongados y en situación más precaria. La gente busca ideas para cambiar las cosas”, explica White.

La campaña a favor de la semana de cuatro días cree que acortar lo que se considera una semana normal de trabajo incrementaría el poder de negociación de todos los trabajadores, incluidos los que trabajan por horas o por cuenta propia, lo que ejercería una presión al alza sobre los salarios de todo el mundo. En el Reino Unido, por ejemplo, los salarios de miseria son un problema persistente: en 2018, 4 millones de trabajadores vivían en la pobreza y la pobreza de los ocupados crecía más rápidamente que el empleo.

White también piensa que ajustar la red de seguridad social es importante para brindar apoyo a las personas en los momentos en los que no tienen empleo y para asegurarse de que nadie tiene que aceptar trabajo en condiciones inaceptables solo para sobrevivir.

“Tenemos algunos problemas arraigados en el Reino Unido”, dice Sellers. “De un lado, horarios muy reducidos y horarios inestables, ya sean contratos de cero horas o simplemente turnos cortos imprevisibles; y en el otro extremo tenemos un número cada vez mayor de personas que trabajan más de 48 horas a la semana. Tenemos que lograr un tiempo de trabajo justo, o un patrón de trabajo más humano”.

El TUC calcula que hay 1,4 millones de personas en el Reino Unido que trabajan siete días a la semana. El número de personas que trabajan más de 48 horas a la semana ha aumentado de 3 a 3,5 millones en los últimos 10 años.

El TUC defiende medidas de aplicación de la ley más estrictas cuando los trabajadores no reciban el tiempo libre al que tienen derecho y una legislación que regule la notificación de turnos a los trabajadores, de manera que no se les comunique por la mañana que tienen que ir a trabajar ese mismo día o vayan al trabajo y descubran que se ha cancelado su turno.

A pesar de los horarios laborales prolongados, la productividad del Reino Unido está por detrás de la del resto de Europa. Los trabajadores alemanes producen el jueves a la hora de comer lo mismo que los trabajadores británicos cuando acaba el viernes. Se dice que los lugares de trabajo británicos padecen “presentismo”, una situación en la que los trabajadores van a trabajar aunque no se encuentren en condiciones de trabajar a plena capacidad.

Para White, la respuesta es simple: “Si [implementar] una semana de cuatro días no afecta a nuestra productividad, mejora nuestra salud y nos hace más felices, ¿por qué no lo hacemos?”.