“No puedes enfrentarte al poder con miramientos y palabras amables”: Stella Nyanzi y el derecho a la descortesía en Uganda

News

Con motivo de su 45º cumpleaños, el 16 de junio de 2019, la académica y activista ugandesa Stella Nyanzi, publicó 45 poemas desde la prisión de máxima seguridad de Luzira, en la que permanece encarcelada desde noviembre del año pasado.

Escribiendo, Nyanzi se mantiene ocupada durante su reclusión. De hecho, dice que la cárcel le ha dado tiempo para profundizar y reflexionar sobre temas que le preocupan, como la libertad de expresión, los derechos de la mujer, la libertad sexual, el buen gobierno y la justicia social.

“He leído y escrito mucho. He escrito más de 45 poemas, aunque algunos me los confiscaron las autoridades penitenciarias”, explica a Equal Times esta madre de gemelos y de una niña, desde su celda en el Tribunal de Primera Instancia de Kampala, al que asistía para una vista de su caso, el 17 de junio.

Sus poemas, de un estilo y lenguaje elaborados, están salpicados de metáforas, humor, insultos y ordinarieces. Nyanzi es una defensora de la “rudeza radical”, una táctica para poner entre las cuerdas al poder establecido, empleada por los defensores de la libertad ugandeses durante el dominio colonial británico. A pesar de que esta “rudeza radical” le costó la cárcel a Nyanzi, ello no ha logrado silenciarla, ni que cambie sus maneras de criticar al Gobierno de Yoweri Museveni, que lleva en el poder desde 1986.

En uno de sus poemas de cumpleaños, ampliamente difundidos en las redes sociales a través de la etiqueta #45PoemsForFreedom, Nyanzi escribe:

Enseñar poesía a la nación.
Las esposas carecen de la potencia de los poemas.
Las órdenes de arresto no pueden borrar los versos memorizados.
La poesía jamás podrá ser retenida entre barrotes.

Para Bwesigye Bwa Mwesigire, escritora y abogada ugandesa que hace campaña para conseguir la libertad de Nyanzi, los poemas son la prueba de su empeño en defender la libertad de expresión en Uganda: “Sus poemas nos dicen que nos pueden acusar, encarcelarnos, pero no nos pueden impedir que pensemos lo que queramos. También demuestran la valentía de Stella, que continúa expresando lo que quiere decir, sin arrepentirse”.

Protesta, aunque te cueste la cárcel

El 2 de noviembre de 2018, Nyanzi fue acusada del delito de acoso cibernético y comunicación ofensiva, en virtud de la Ley de uso indebido de ordenadores de 2011. Fue juzgada el 9 de noviembre y, desde entonces, permanece en prisión preventiva. En las últimas semanas, varios testigos de la Fiscalía han testificado en su contra y, esta semana, la defensa de Nyanzi ha iniciado su alegato. Si la consideran culpable, podrían condenarla a un año de prisión.

Los cargos se derivan del poema que publicó en su cuenta de Facebook el 16 de septiembre de 2018, un día después de que el presidente Museveni cumpliera 74 años. Utilizando coloridas metáforas, el poema expresa lo que podría describirse como un amargo pesar por el nacimiento del presidente y afirma que Uganda habría sido un lugar mejor si él se hubiera ahogado al nacer en el flujo vaginal de su madre. La Fiscalía la acusa de utilizar un lenguaje vulgar, indecente y lascivo, que viola el derecho a la privacidad del presidente.

En 2017, Nyanzi se enfrentó a una demanda, también a tenor de la mencionada ley, por describir al presidente Museveni como un “par de nalgas”, por incumplir la promesa que hizo durante la campaña, de proporcionar compresas higiénicas gratuitas a las alumnas de las escuelas. Nyanzi pasó 33 días en una prisión de máxima seguridad antes de ser puesta en libertad tras pagar una fianza de 10 millones de chelines ugandeses (aproximadamente 3.000 dólares estadounidenses). El juicio de este caso se mantiene en suspenso después de que Nyanzi impugnara la petición del Fiscal de hacerle unas pruebas psiquiátricas. Está a la espera de la decisión final del Tribunal sobre si debe hacerse las pruebas. Si la declaran culpable, pueden condenarla a un año más de prisión.

Muchos consideran que el enjuiciamiento de Nyanzi es una forma más de silenciar las opiniones disidentes en Uganda. “Es una advertencia a quienes siguen su forma de activismo: les caerá todo el peso de la ley”, dice Mwesigire. El abogado que representa a Nyanzi, Isaac Ssemakadde, está de acuerdo: “No creo que el Estado crea realmente que ella haya cometido ningún delito”.

Museveni, uno de los líderes más veteranos de África, ha sido acusado de nepotismo, corrupción y de erosionar la independencia judicial, así como de utilizar las fuerzas de seguridad para silenciar a políticos, periodistas y activistas de la oposición, recurriendo a la violencia, prohibiendo asambleas pacíficas, ordenando detenciones y mediante juicios amañados.

Dos de las víctimas más famosas de esta represión son la estrella pop convertida en diputado independiente, Bobi Wine (nombre real: Robert Kyagulanyi), que ha sufrido múltiples arrestos y una paliza a manos de agentes de seguridad tan violenta, que tuvo que recibir tratamiento médico en los Estados Unidos. Además, le acusan de reunión y manifestación ilegal por protestar en contra de la propuesta de imponer un “impuesto a las redes sociales”, el año pasado. Por su parte, el líder de la oposición, Kizza Besigye, antiguo médico personal del presidente (que desde 2001 se ha enfrentado sin éxito a Museveni en cuatro elecciones presidenciales), ha sido arrestado tantas veces a lo largo de los años, que los ugandeses han perdido la cuenta.

Mientras tanto, Museveni continúa, desde hace 33 años, afianzando su férreo control del poder. Entre otras cosas, ha nombrado a varios miembros de su familia para ocupar altos cargos en el Gobierno, incluida su esposa, como ministra de Educación. En 2018 se aprobó una enmienda constitucional que elimina el límite de edad para ocupar la Presidencia del país. Ello le permitirá presentarse a la reelección en 2021. También el año pasado entró en vigor el impuesto que penaliza a las redes sociales, aparentemente para recaudar fondos para los servicios públicos, si bien el presidente admite que espera que el impuesto frene la propagación de “chismes” a través de las redes.

Pero los nuevos movimientos siguen utilizando las plataformas digitales para atraer y movilizar a los ugandeses. Además de galvanizar el apoyo a Nyanzi a través de etiquetas como #FreeStellaNyanzi y #PushForStellaNyanzi, las redes sociales han conseguido apoyo internacional contra la legislación homófoba, y movilizar a la opinión pública contra el alto coste de la vida —a través de protestas como ‘Ve a trabajar caminando’—, e incluso para intentar evitar que Museveni eliminara el límite de edad para presentarse a la Presidencia. Aunque estas protestas fueron sofocadas con violencia por la policía y el Ejército, han ayudado a concienciar a la población sobre los problemas que afectan a los ugandeses.

El derecho a la rudeza

Muchos en la conservadora Uganda recibieron con desprecio y rabia a Nyanzi –que es doctora en Antropología por la Facultad de Higiene y Medicina Tropical de Londres–, una mujer que recurre a un lenguaje tajante y a acciones directas para hacer campaña contra todo, desde la homofobia hasta la violencia contra las mujeres. Sin embargo, a quienes luchan por la libertad, su franqueza y audacia les sirven de inspiración. “La gente está acostumbrada a un activismo de modales tranquilos y controlados. Nyanzi está cambiando ese proceder”, dice Bwesigire.

Nyanzi copó por primera vez todos los focos en 2016, cuando apareció semidesnuda (sólo con las bragas) como protesta porque el director del Instituto de Investigación Social de Makerere le bloqueó la entrada a su oficina. Trabajaba allí como investigadora de la Universidad, pero se había negado a impartir clases (porque no formaba parte de sus obligaciones contractuales). Aunque impugnó con éxito su suspensión ante un tribunal, Makerere se ha negado a devolverle el empleo a Nyanzi y ella, a su vez, ha emprendido acciones legales contra sus antiguos empleadores.

En su lucha contra todas las formas de injusticia, Eunice Musiime, directora ejecutiva de Akina Mama wa Africa, una organización feminista panafricana con sede en Kampala, dice que el tipo de activismo de Nyanzi es necesario, por muy radical que parezca.

“No puedes a enfrentarte al poder con miramientos y palabras amables. Si observamos detenidamente el contexto de Uganda, veremos que eso nunca ha funcionado”, afirma. “No podemos usar todos las mismas herramientas como forma de resistencia y activismo”, añade.

Sylvia Tamale, profesora de Derecho en la Universidad de Makerere y activista feminista, ha profundizado en la táctica de la “rudeza radical” en un artículo titulado Nudity, Protests and Law in Uganda (Desnudez, protestas y ley en Uganda). Señala que, a lo largo de la historia, las mujeres africanas han utilizado sus cuerpos —desnudos o vestidos— para protestar contra la desigualdad y el abuso. “Por lo general lo utilizan como último resorte, cuando la presión las coloca al borde del precipicio”, señala Tamale.

Mientras Nyanzi sigue cumpliendo condena en prisión, las feministas de toda Uganda se reunirán en Kampala, con ocasión del Foro de Feministas de Uganda, entre el 31 de julio y el 2 de agosto. Bajo el lema Silencian nuestros temores y temen nuestro silencio, las asistentes hablarán sobre la disminución del espacio para organizarse, los procesos de influencia y las formas en que las feministas presentan la resistencia. Específicamente, el foro tratará de responder a la pregunta: si Nyanzi hablara educadamente, ¿alguien escucharía?

Para la académica encarcelada, la respuesta parece ser, “no”. Está dispuesta a usar la escritura como arma para transmitir el dolor y la injusticia a las que, para ella, está sometida a la población ugandesa. ¿Está Nyanzi preocupada por el resultado del juicio? “No”, dice ella sin pestañear. “De hecho, me alegraré si me condenan. Demostrará lo que siempre he dicho y sigo diciendo: la libertad de expresión no existe en Uganda”.