Burkina Faso, donde ser transgénero significa vivir aparte

Burkina Faso, donde ser transgénero significa vivir aparte

Naomi, on the right, has not yet come out and is keeping the fact that she identifies as a woman a secret. She only shares it with the other members of the association that she has set up to provide young trans people with a space where they can talk and support each other.

(Olympia de Maismont)

Con una sucesión de carcajadas, evocadas por el recuerdo de una fiesta de pijamas, Naomi va pasando las fotos en su teléfono móvil, en las que aparece divirtiéndose con una amiga, posando ambas con tacones y vestidos de lentejuelas. Naomi es una mujer transgénero de 26 años y en su país, Burkina Faso, apenas hay lugares donde pueda asumir su identidad.

“Nunca me visto así de puertas afuera”. Para ella, la ropa de mujer es como “un disfraz” que saca “sólo de vez en cuando”, en su habitación, o con amigas que están al tanto. Nos reunimos con ella una mañana de febrero en Bobo-Dioulasso, la segunda ciudad del país, en la sede de REVS PLUS, una asociación de lucha contra el sida, que ofrece espacios para el diálogo a todas aquellas personas que la sociedad burkinabe se niega a tener en cuenta. Prostitutas, comunidad homosexual, consumidores de drogas, personas transgénero: aquí pueden interactuar con sus pares ‘excluidos’, compartir experiencias o pedir asesoramiento, en un entorno seguro y tolerante.

Sentada sobre el murete de un recinto con varios locales discretos, situado a pocas cuadras del centro de la ciudad y al que Naomi llega fácilmente en motocicleta, nos cuenta: “Mis padres son musulmanes. Para ellos soy la auténtica vergüenza de la familia […]; excepto para mi hermana, que me apoya, los demás detestan mi homosexualidad y no aceptan en absoluto que sea una mujer transgénero”. Eligió su nuevo nombre en honor a la modelo británica de ascendencia jamaicana, Naomi Campbell. “¡Es tan bella! Es mi ídolo”, susurra mientras sacude los pies sobre la tierra roja.

Pensando en el humorista francés Océan, que hizo pública su condición de transgénero en 2018, le preguntamos si tales modelos existen en Burkina Faso. “¡Ojalá!”, se apresura a responder. “En Costa de Marfil, por ejemplo, tienen suerte, tienen a Barbara [NDLR, presidenta de la Asociación de Travestis de Costa de Marfil, que lucha en Abidjan por el reconocimiento de los derechos de la comunidad transgénero]. Pero, en nuestro país, las personas transgénero viven a escondidas. Siguen siendo discriminadas, incluso por el resto de la comunidad LGBT”, lamenta la joven.

Charlas donde compartir experiencias

Afortunadamente, internet ha dado a Naomi acceso a webs y foros que han abierto sus horizontes. Así descubrió a Las aventuras de Priscilla, reina del desierto, la película australiana de Stephan Elliott estrenada en 1994, que cuenta la historia de una compañía de drag queens. Este film marcó un punto de inflexión en la vida de Naomi, porque la hizo darse cuenta de hasta qué punto había reprimido su feminidad.

Pero los recursos online ya no son suficientes. “No quiero que gente como yo siga escondiéndose detrás de una computadora para encontrar consuelo. Por eso creé hace un año la primera asociación de transexuales de Burkina Faso”, dice, enfundada en una camiseta y unos pantalones apretados pero no demasiado femeninos, para no despertar sospechas.

“Ahí fuera no hay lugar para nosotras. Es demasiado peligroso. Nos arriesgamos a que nos den una paliza por ser diferentes, por reunirnos entre personas marginadas...”, dice con mirada triste. La asociación nace para ofrecer lugares de diálogo, “donde charlar con aquellas y aquellos que se preguntan quiénes son”, y de atención, “para apoyar a quienes necesitan ayuda cuando les expulsan de su hogar”.

Transgender Burkina Faso tiene unos 50 miembros y vio la luz tras superar una auténtica carrera de obstáculos. “Para crear una asociación, hay que pedir permiso al gobernador. Pero cuando dijimos que queríamos defender los derechos de las personas transgénero, rechazó el expediente. Tuvimos que cambiar algunas palabras en los Estatutos para fingir que éramos una asociación de solidaridad gay, pero mantuvimos el nombre, y nos lo autorizaron tal como está...”, explica Naomi, satisfecha. Los fondos de la asociación ascienden a 1,2 millones de francos CFA, unos 1.800 euros. Solo le faltan los locales donde iniciar las actividades y las charlas, que es como se denominan los grupos de diálogo organizados por asociaciones como REVS PLUS.

“Todo empezó a través de las charlas”, recuerda la joven. “Al principio, participaba en las charlas para HSH (u hombres que mantienen relaciones sexuales con hombres) que organizaba REVS PLUS. Pero me di cuenta de que no teníamos los mismos problemas”, explica Naomi, que ha reflexionado mucho sobre su identidad, gracias a estas charlas. “Así es como supe que no sólo era gay. También siento que soy una mujer”, dice. Ella se ve a sí misma “tomando el liderazgo de un movimiento a través de una asociación que cambie de verdad las cosas”, gracias a REVS PLUS, que la está ayudando a crear su propia estructura.

Citas a través de las redes sociales, que acaban en chantajes

Al mediodía almorzamos en un restaurante del centro, cuyas paredes están decoradas con retratos de dirigentes africanos. Al fondo de una agradable habitación ventilada, ante un plato de attiéké y bananas, hablamos de los lugares donde puede salir y permanecer segura. “No es como en Bamako, donde la gente va de fiesta y encuentra lugares tranquilos. Aquí tienes que esconder del todo tu identidad, si no quieres ser atacada”, dice Naomi, que evita parecer demasiado femenina. “A las mujeres trans se las señala con el dedo, ¡la gente cree que quieren comerciar con sus cuerpos! Están muy mal vistas, incluso por gays y lesbianas”.

Por supuesto, hay algunos “maquis” tranquilos. Así se conoce en Burkina Faso a los lugares donde pueden beber y comer sin ser vistos desde la calle, porque carecen de fachada exterior. Se trata de bares escondidos, casi clandestinos. Rara vez tienen licencia y se suelen conocer por el boca a boca, pero se han convertido en auténticos puntos de encuentro de ciertas comunidades: “Suelo salir y encontrarme allí con mis amigos pero, incluso dentro del bar, mantenemos la discreción”. ¿Serían más exuberantes las noches para Naomi si viviera en Uagadugú, la capital? “A mí no me apetece especialmente. Aunque parezca extraño, ¡hay más sitios en Bobo-Dioulasso! Es más animado”, opina.

¿Y dónde queda el amor en todo esto? “Resulta difícil conocer gente aquí”, sonríe Naomi, que está saliendo “con un occidental” que conoció en una velada con extranjeros y turistas europeos. “No lo veo a menudo, pero cuando viene a verme a Bobo-Dioulasso, hablamos y me hace reflexionar mucho”, dice, algo melancólica. Y afirma, con mirada decidida: “Algún día iré a verle a su casa”.

De hecho, ¿cómo va a encontrar al ser amado en su país, si tiene que vivir permanentemente escondida? Ante la presión social, muchos miembros de la comunidad LGBT utilizan Facebook para conocerse a través de Internet, antes de concertar una cita.

El problema es que hay hombres sin escrúpulos que se hacen pasar por miembros del colectivo LGBT, con el único propósito de chantajear a sus víctimas, que creyendo estar en una cita amorosa, son filmadas sin su consentimiento y luego amenazadas con publicar en las redes sociales el video que prueba su homosexualidad. A veces incluso les acaban dando una paliza.

“Las personas trans son, con mucho, las más discriminadas y estigmatizadas”, comentaba ya en 2015 Pierre Meyer, asesor jurídico de la Red de Jóvenes Gays Africanos. Poco han cambiado las cosas desde entonces. Aunque continúa siendo imposible para Naomi vislumbrar una transición o vestirse como le gustaría, al menos espera que las actitudes vayan evolucionando poco a poco. Mientras tanto, asociaciones de todo el país están hablando de establecer un observatorio para documentar las agresiones contra las personas LGBT. “La seguridad es la primera etapa”, explica Naomi. “Luego, cuando ya no tengamos miedo, podremos ser plenamente nosotras mismas”.

This article has been translated from French.