El apoyo del Gobierno al oleoducto Trans Mountain pone a Canadá frente a sus propias contradicciones

El apoyo del Gobierno al oleoducto Trans Mountain pone a Canadá frente a sus propias contradicciones

The Syncrude refinery (19 June 2019), north of Fort McMurray, produces crude oil from tar sands, which account for 98 per cent of Canada’s proven oil reserves.

(Stéphanie NEDJAR)

A pocos meses de las elecciones federales de Canadá, previstas para el mes de octubre, existe una creciente tensión en torno al proyecto de ampliación del Trans Mountain (TMX), un polémico oleoducto de más de 1.000 km de largo que triplicará la capacidad de transporte del petróleo extraído de las arenas bituminosas desde Edmonton, en la provincia de Alberta, hasta Vancouver, en la de Columbia Británica, en el oeste de Canadá.

El Gobierno federal de Ottawa dio la luz verde definitiva al proyecto el 18 de junio, para gran satisfacción del gobernador de Alberta, la provincia petrolera, en busca de nuevas oportunidades. Sin embargo, en el otro extremo, el Gobierno provincial de Columbia Británica, la mayoría de las Primeras Naciones y numerosas organizaciones defensoras del medio ambiente continúan rechazando categóricamente el proyecto, denunciando los riesgos ecológicos, el impacto sobre el calentamiento global y el costo económico real de este oleoducto.

“Tras la decisión del primer ministro Justin Trudeau, se formó una amplia coalición en la costa oeste entre ciudadanos, propietarios de tierras, sindicatos como la federación de docentes (BC Teachers’ Federation) y el sindicato de funcionarios, el British Columbia Government and Service Employees’ Union (BCGEU), así como organizaciones medioambientales y más de 150 naciones originarias de Canadá y Estados Unidos. Habrá otros recursos legales, ya que no se ha obtenido el consentimiento libre, previo e informado de las Primeras Naciones como lo exige la ONU. Ciertamente ha habido consultas, pero sin obtener el acuerdo de la mayoría”, comentó a Equal Times el responsable de la campaña Climat-Énergie en Greenpeace Canadá, Patrick Bonin.

“Sobre el terreno, se prevé una escalada en lo relativo a los intereses económicos, el turismo, así como el modo de vida de las Primeras Naciones. La población, jóvenes, viejos, responsables políticos, todos están dispuestos a bloquear las excavadoras y a ser arrestados”, añadió.

Según la Agencia Canadiense de Evaluación Ambiental, se prevé que la ampliación del Trans Mountain, que añadirá 590.000 barriles de petróleo por día a su capacidad actual para sumar 900.000 barriles diarios, aumente las emisiones de gases de efecto invernadero de 13 a 15 millones de toneladas de CO2 por año durante las fases previas al proceso. El proyecto también multiplicará por siete el tráfico de buques de carga en la bahía de Vancouver, lo que constituye una amenaza para los ecosistemas, las especies marinas, las oportunidades turísticas y la salud de los residentes de la Columbia Británica.

El oleoducto, que atraviesa las tierras de las Primeras Naciones, también se considera un ataque contra la forma de vida y los derechos de los pueblos indígenas, para quienes el agua, la tierra y los bosques son sagrados. Las arenas bituminosas se consideran las más sucias y contaminantes del mundo. En Canadá, el 98% de las reservas probadas de petróleo provienen de estas arenas. Según el Ministerio de Medio Ambiente, la provincia petrolera de Alberta representa por sí sola el 37% de las emisiones de gases de efecto invernadero del país.

“El Trans Mountain no es solamente una cuestión indígena. Si el oleoducto llegara a romperse, afectaría a todo el ecosistema de la Columbia Británica, así como a la economía que vive del turismo a razón de casi 8.000 millones de dólares canadienses por año (...) No hay beneficios reales para la provincia de Columbia Británica. Entonces, ¿por qué deberíamos correr tal riesgo, cuando un accidente podría afectar a nuestro medio ambiente durante varias generaciones?”, pregunta el gran jefe Stewart Philipp, presidente de la Unión de Jefes Indios de la Columbia Británica (UBCIC), entrevistado por Equal Times. El hombre, de mirada sagaz, se opone firmemente al proyecto, y está seguro de que su lucha es justa y de que obtendrá la victoria.

“Nos dicen que este petróleo se va a vender a Asia, pero es una idea insensata. Es un petróleo sucio que no todos tienen la capacidad de refinar, es muy corrosivo. ¿Por qué compraría Asia este petróleo, cuando hay tantos otros disponibles que no estropearían sus refinerías?”, añade.

Ante la resistencia y las demandas judiciales, la empresa estadounidense Kinder Morgan, inicialmente a la cabeza de este proyecto, se dio por vencida y el Gobierno de Trudeau tuvo que recomprar in extremis, en agosto de 2018, el Trans Mountain por 4.500 millones de dólares canadienses (aproximadamente 3.000 millones de dólares estadounidenses). Sin embargo, la factura sería actualmente mucho más alta. Y los beneficios económicos del proyecto para Canadá son muy discutibles.

Según el grupo de expertos del Conference Board of Canada, al abrir el acceso a los mercados mundiales, el oleoducto Trans Mountain podría generar 46.700 millones de dólares canadienses en beneficios económicos durante 20 años (35.800 millones de dólares USD) para los Gobiernos federales y provinciales (en tasas e impuestos), mientras que las empresas petroleras aumentarían sus ingresos en 73.500 millones de dólares canadienses durante el mismo período (56.400 millones de dólares USD). Beneficios sumamente controvertidos que no tendrían en cuenta los efectos negativos del proyecto, ni su costo real, que ahora se estima en casi 9.500 millones de dólares canadienses (7.300 millones de USD). Y pasando por alto que el calentamiento climático es dos veces más rápido en Canadá que en el resto del mundo.

“No existen estudios económicos sólidos e independientes sobre este proyecto. Los dos estudios realizados por Scotiabank y el Conference Board of Canada, organización históricamente favorable a la explotación petrolera, exageraron considerablemente los beneficios económicos. Cuando el Gobierno habla de miles de millones de dólares en ganancias, no es creíble, no hay pruebas de ello. En cuanto al número de empleos creados, también es exagerado. Los únicos elementos en los que puede basarse son las cifras enviadas originalmente por Kinder Morgan a la Oficina Nacional de la Energía (ONE) que indican que el proyecto crearía 2.500 empleos anuales durante dos años en la fase de construcción y 40 empleos permanentes en la Columbia Británica y 50 en Alberta”, comentó a este medio el director del centro de investigación Parkland Institute, situado en Edmonton, Alberta.

Los objetivos climáticos cada vez más lejos

Con el Trans Mountain, Canadá tendrá que resolver una ecuación muy difícil y asumir sus contradicciones. ¿Cómo conciliar los compromisos climáticos internacionales para limitar las emisiones de gases de efecto invernadero y al mismo tiempo continuar la construcción del oleoducto?

Canadá es signatario del Acuerdo de París y debe hacer todo lo posible para limitar sus emisiones de CO2 por debajo de los 2°C. El primer ministro Justin Trudeau parece haber encontrado una salida al afirmar que cada dólar generado por este proyecto se invertirá en la transición ecológica de Canadá.

Contaminar aumentando la extracción de petróleo de arenas bituminosas para financiar la transición verde es una idea que no deja de resultar jocosa. “Desde el punto de vista del calentamiento global, la ampliación del oleoducto Trans Mountain es un paso atrás y supone un gran riesgo para Vancouver”, indicó a Equal Times el director de desarrollo sostenible de Vancouver, Doug Smith.

“El aumento de la producción de petróleo en Alberta con el Trans Mountain probablemente incrementará nuestras emisiones en un 42%, lo que significa que el resto del país tendrá que reducir el mismo porcentaje de emisiones para 2030, lo que es imposible. Por lo tanto, participar en el Trans Mountain significa pasar completamente por alto los compromisos contraídos en virtud del Acuerdo de París”, señala por su parte Ricardo Acuña.

Para la provincia de Alberta, mientras más tiempo pase mayor será el costo que implique abandonar la explotación de las arenas bituminosas e iniciar una transición energética real, y el cambio será difícil. Ya en 2008, el sindicato SCEP (ahora Unifor) defendía un plan de transición justa para los trabajadores del sector energético que pedía una importante intervención del Gobierno y una financiación a la altura de las circunstancias. Unifor, el sindicato más importante del sector energético de Canadá, con casi 12.000 miembros, pide hoy la diversificación energética de la provincia de Alberta y que se valoricen los recursos existentes mediante el aumento de la capacidad de refinado.

En Fort McMurray, los trabajadores del petróleo pueden ganar unos cien mil dólares al año, el triple de lo que ganan en otras partes del país. Estos trabajadores se muestran hostiles a un cambio de modelo. ¿Cómo poder asegurarles que podrán seguir pagando sus facturas y manteniendo a sus familias?

“La transición requiere crear nuevos empleos, dar formación a las personas y proporcionar nuevos ingresos para el Gobierno provincial de Alberta. El tiempo perdido nos ha llevado al día de hoy a una situación tal que las inversiones que es preciso realizar son colosales y en un período de tiempo muy corto”, analiza Ricardo Acuña. Todo lo cual requeriría medidas valientes por parte del próximo Gobierno.

This article has been translated from French.