En Mitrovica, Kosovo, las divisiones entre albaneses y serbios se combaten a ritmo rock

En Mitrovica, Kosovo, las divisiones entre albaneses y serbios se combaten a ritmo rock

ElectraHeart during a rehearsal in August 2019.

(Rock school Mitrovica/Stefan Rajhl)

“Pop alternativo, funk, algo así... No puedo ponerle una etiqueta a nuestra música”. Poco le importan a Jelena las clasificaciones y las casillas. La joven, fan del metal, afina el bajo en el estudio de la Escuela de Rock de Mitrovica. Es la hora del ensayo con su banda de pop-rock Electra Heart y aún tienen que hacer algunos ajustes antes del concierto que darán al día siguiente en el sur del país. “Tenemos ya seis o siete canciones”, explica Baton, el baterista. “También tocamos versiones y cosas así”.

En apariencia, nada diferencia a Electra Heart de cualquier otra banda de pop-rock, pero hay algo peculiar en Mitrovica, la mayor ciudad del norte de Kosovo, partida en dos entre serbios y albaneses. Para tocar el bajo con su banda, Jelena cruza varias veces a la semana al otro lado del río Ibar, que separa a ambas comunidades.

La Escuela de Rock de Mitrovica fue fundada por las ONG Músicos sin Fronteras y Community Building Mitrovica en 2008, año en el que Kosovo declaró unilateralmente su independencia de Serbia. Diez años después del conflicto que ensangrentó esta antigua provincia de Yugoslavia (800.000 desplazados y 13.000 víctimas mortales, según la ONG serbia Humanitarian Law Center) y dividió profundamente a la población, la escuela quiere reunir a jóvenes de ambas zonas de la ciudad. “Desde la guerra, siempre ha habido organizaciones que intentan reunirnos a albaneses y serbios, en vacaciones o de otro modo”, recuerda Jelena. “Al menos yo, no me siento extraña cuando estoy rodeada de albaneses, siempre ha sido así”.

Aunque Serbia aún no reconoce la autoridad de Pristina, la Escuela de la Rock es una de las pocas estructuras de la ciudad presentes a ambos lados del puente.

Al caer la tarde, los ecos del Nothing Else Matters, de Metallica, resuenan a toda potencia en el sótano de la escuela. Emir Hasani es uno de los profesores de música. Con el pelo largo recogido y una perilla impecable, este treintañero de ojos claros vive en el norte de Mitrovica y viene casi todos los días a la zona albanesa de la ciudad, pero no siempre fue así. “Antes de la escuela, no, jamás había pisado la zona sur”, admite, casi avergonzado. “Aún era joven cuando oí hablar de la escuela. Yo tenía una ‘banda mixta’ entonces. Nos lo pasábamos muy bien, tocábamos muy buena música (risas). Éramos tres albaneses, dos serbios y yo, que soy de minoría goraní”.

Emir Hasani estudió en la escuela y ahora es uno de sus profesores. Se ocupa sobre todo de uno de los cursos insignia: el programa de Mixed Bands. A través de la escuela, jóvenes de diferentes comunidades de todo el país aprenden a componer y desarrollan su música juntos. “Mi familia me apoyó mucho, sin duda”, recuerda. “Mi padre era músico... Entonces no las llamábamos ‘Mixed Bands’ porque solo eran bandas ‘normales’ (risas). Creo que esa es la meta de nuestra escuela, o uno de los principales objetivos: dejar de pensar en las divisiones y dedicarnos solo a hacer música y a ser creativos”. Emir Hasani prefiere no hablar de las divisiones en su ciudad, la escuela de rock es, por encima de todo, una escuela de música como cualquier otra.

Acercar a la gente a través de la música y las artes

Águilas rojinegras albanesas en el sur, banderas serbias y rusas en el norte, eslóganes provocativos en las paredes... Aunque la situación está bastante tranquila en Mitrovica en los últimos años, serbios y albaneses aún están lejos de convivir realmente. Marja Perović trabaja para la Casa de Europa; creció y sigue trabajando en la zona norte: “Las escuelas están separadas. Las escuelas de la zona norte están financiadas y regidas por el Gobierno serbio. No encontrarás a ningún albanés estudiando allí. Y no hay ningún serbio estudiando en la zona sur, donde se encuentra este fenómeno increíble que es la Escuela de Rock. Su principal fin es eliminar los conflictos y unir a la gente a través de la música y las artes, probablemente una de las mejores formas de hacerlo, y creo que lo han logrado...”.

La Casa de Europa donde trabaja Marija está situada cerca del puente que une las dos zonas de la ciudad. El ambiente allí es bastante relajado, pero la presencia de una patrulla de la OTAN recuerda que el conflicto entre Serbia y Kosovo sigue sin resolverse. “Estamos en el punto de separación y, cuando yo era niña, este lugar fue escenario de tantos conflictos, de tanta violencia”, recuerda Marija. “Pero ahora se ve un lugar pacífico. Ves a toda la gente yendo y viniendo. La mayoría son serbios que van a Bosnjacka Mahala, donde los albaneses tienen todas sus tiendas”. En este país de menos de dos millones de habitantes, los proyectos que reúnen a serbios y albaneses son todavía escasos.

Once años después de la declaración de independencia de Kosovo, las negociaciones con Serbia están en punto muerto. Sin embargo, según Marija Perović, los 80.000 habitantes de Mitrovica están ya hartos de estas posturas políticas que contaminan el día a día de los ciudadanos de Kosovo.

“Creo que la mayoría de la gente quiere que esto acabe y que las cosas se resuelvan”, asegura. “Los políticos, en cambio, no ayudan en nada. Ellos son los únicos que están sacando algo de este conflicto y de volvernos los unos contra los otros. Pero ningún serbio ni ningún albanés está interesado en seguir luchando. Por supuesto, no faltan fanáticos. Lamentablemente, no puedo influir a los nacionalistas y a los fanáticos, están en todas partes”.

En las últimas elecciones kosovares de octubre de 2019, la lista serbia liderada por el autoritario presidente serbio Aleksandar Vučić obtuvo el 96% de los votos. A principios de 2018, uno de los pocos líderes políticos serbios de Kosovo favorables al diálogo con Pristina fue asesinado en las calles de Mitrovica. Aunque para Jelena tocar música rock con los vecinos del sur de la ciudad sea algo completamente normal, su opción no está exenta de críticas. “Cuando publiqué en Facebook las canciones que tocaba con mis bandas mixtas”, dice, “hay personas que me enviaron mensajes diciendo que era una traidora y cosas así. Pero no me afectan, no son amigos íntimos y no les presto demasiada atención”.

A Jelena no le extraña que la escuela y sus ‘grupos mixtos’ no aparezcan en las portadas de los medios de comunicación. “En general, la gente sólo presta atención a las noticias negativas. Si sucede algo negativo entre albaneses y serbios, le prestan atención. Pero aquí, en la escuela, no hay escándalos... Puede que la mayoría de la gente jamás haya oído hablar de ello, porque la mayoría sólo presta atención a la política...”.

En once años, más de 1.100 jóvenes han pasado por la Escuela de Rock de Mitrovica y hoy cursan sus estudios unos 80 estudiantes al año. Siete grupos mixtos actúan regularmente en los escenarios de los Balcanes y van de gira por la región. Para esta nueva generación de músicos, ser serbio o albanés no es lo que cuenta. Lo más importante es hacer buena música.

This article has been translated from French.