Papeles y tijeras: en el barrio africano de Bruselas, una cooperativa de peluqueros y modistas acompaña a salir del trabajo informal

Papeles y tijeras: en el barrio africano de Bruselas, una cooperativa de peluqueros y modistas acompaña a salir del trabajo informal
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En la esquina en la que confluyen las calles de la Paix y de Longue-Vie, en el corazón de Matongé, un barrio de Bruselas crisol de influencias y de una rica mezcla de culturas africanas, pero cada vez más amenazado por la gentrificación, se ha instalado una peluquería, como tantas otras que abundan en las calles adyacentes. Sin embargo, esta tiene una vocación mucho más vasta que la de ofrecer un mero degradado o un trenzado tradicional. Es un espacio de trabajo colaborativo, abierto a empresarios autónomos de la peluquería y la estética. Esta misma dirección alberga las oficinas de la cooperativa RCOOP, que desde hace dos años lleva a cabo un proyecto social, principalmente en Matongé, aunque no se limita a este barrio.

En 2017, la inspección del trabajo de la ciudad de Bruselas puso de relieve el problema recurrente del trabajo informal en el sector de servicios y cuidados en el barrio. Con la intención de prestar ayuda, agentes sociales activos en la economía solidaria y colaborativa pusieron en marcha el proyecto de una cooperativa, después de haber identificado que muchos peluqueros, peluqueras y modistas trabajaban principalmente por su cuenta y que debían hacer frente a problemas que a menudo les impedían encontrar soluciones por sus propios medios para ejercer su actividad legalmente.

Hoy día, la cooperativa existe para desempeñar un papel de acompañamiento administrativo, facilitando los trámites necesarios para sus miembros, pero no solo eso. También brinda asesoría jurídica, formación en gestión empresarial e intercambio de experiencias. En la RCOOP, cada cooperador, que recibe un salario en forma de honorarios de acuerdo con su volumen de negocio, tiene una participación equitativa en la empresa y puede participar en las decisiones que la afectan, añadiendo así una dimensión de compromiso y responsabilización colectivos para trabajadores que generalmente ejercen su actividad aislados.

 

Most of the workers involved in the project are people with a migration background, and often with qualifications or experience that are not recognised in Belgium. Some of them also face barriers such as difficulties with the language or a lack of familiarity with the local tax and legal system.

Photo: Julie de Bellaing

La cooperativa ofrece ocuparse de la contabilidad de sus miembros. “Para los trabajadores por cuenta propia, un ‘accidente’ puede sobrevenir muy rápidamente. La primera causa de quiebra es la falta de pago del IVA, ya que tienes que pensar en aprovisionar esta cuenta. También hay que pensar en las cotizaciones para la seguridad social”, explica Marie-Charlotte Pottier, coordinadora del proyecto, al tiempo que agrega que también se carece de personas o instancias a las que puedan acudir en busca de ayuda. “Su contable no va a darle consejos sobre la gestión de la empresa”.

 

The RCOOP cooperative was originally created to help hairdressers in the Matongé district to legalise their status as workers. It now has 14 members, not only hairdressers and barbers but also beauticians, tailors and care workers. Marie-Charlotte Pottier, here in the ‘shared salon’ on Rue de la Paix, attends to each of them individually.

Photo: Julie de Bellaing

El primer año del proyecto se dedicó a encontrar miembros cooperadores de varias profesiones. “Al principio, me tenían miedo”, se ríe Marie-Charlotte. Pero poco a poco, se estableció la confianza. Ahora contamos con hombres y mujeres, personas que emprenden una actividad por primera vez, o que provienen del trabajo informal, trabajadores a tiempo completo y otros a tiempo parcial. Los perfiles son variados y la cooperativa sigue siendo muy abierta, y acoge incluso a personas ajenas al barrio. El modelo económico a largo plazo se sustentará en la financiación extraída del margen bruto de los miembros. Por lo tanto, el compromiso de cada miembro debe asumirse a largo plazo. Sin embargo, por el momento, la cooperativa está completando su fase de prueba, para permitirse prescindir de los subsidios públicos que aún recibe.

 

An expert in braiding and wigs, Olayinka, here in her shop, tells us how scared she was of administrative procedures. “I know nothing about accounting and I find it very stressful.” The co-op made her realise that having legal status has its advantages.

Photo: Julie de Bellaing

De origen nigeriano, la joven acaba de regresar de su licencia de maternidad. Olayinka tiene cinco niños y trabaja a tiempo parcial en una empresa de limpieza. Para ella, que todavía habla muy poco francés, contar sobre todo con una ayuda administrativa fue lo que cambió su vida. Una primera experiencia empresarial no muy positiva, la hizo caer en el trabajo no declarado. Sin embargo, la RCOOP pudo convencerla de que, con un poco de apoyo, podría recuperar su estatuto legal como “autónoma complementaria”. Desde entonces, Olayinka no duda nunca en cruzar la calle para formular sus preguntas, o simplemente para mantener el contacto y hablar de las noticias del barrio.

 

Fanta is currently “trying out” working as a self-employed person. She makes appointments on demand, with a customer base made up of acquaintances, and rents a salon together with another beautician, right next to Place Saint-Boniface. It was thanks to Olayinka, a true ambassador of the cooperative in the community, that she decided to take the plunge and start her own business.

Photo: Julie de Bellaing

Madre de cinco hijos, Fanta obtuvo su formación en una escuela de peluquería en Guinea-Conakry, pero sus diplomas no son reconocidos en Europa. Le pidieron que volviera a cursar sus estudios en una escuela para obtener la equivalencia y un estatuto en la profesión. Cuando llegó a Bélgica, comenzó trabajando como empleada del hogar y en la restauración. Durante los últimos meses, ha estado “probando” su actividad como peluquera, gracias a un estatuto específico en la región de Bruselas que le permite trabajar, al tiempo que cobra el subsidio de desempleo, ya que sus beneficios se guardan en reserva por el momento. Si al cabo de 18 meses la experiencia resulta concluyente, puede ser miembro de pleno derecho de la RCOOP.

 

“I want to be above board. It’s important for me to feel secure, to have things in order,” says Rahim, adding that he doesn’t want to have to depend on welfare benefits. A trained tailor, he rents a small workshop with Diallo, another member of the cooperative, where he works tirelessly at his sewing machine by day and then as a hotel security guard at night.

Photo: Julie de Bellaing

Guineano como Fanta, Rahim pasó dos años en un centro de recepción antes de obtener sus papeles. Un día, le ofrecieron una formación en limpieza, sector en el que trabajó durante siete años. Actualmente, trabaja de noche en un hotel y paralelamente ha creado su negocio de costura, una actividad que ya practicaba en su país. Comenta que, desde un principio, quiso que su actividad fuera legal.

Para él, fue muy sencillo incorporarse a la cooperativa hace un año. Simplemente tuvo que comprar una parte del “capital social”, a 50 euros, para convertirse en miembro, y es RCOOP la que se encarga de su contabilidad y le presta su número de IVA. No tuvo que hacer ningún trámite, solamente tiene que ingresar ahora el dinero que gana. La cooperativa también ha establecido un sistema de préstamo propio para la compra de su máquina de coser. En la pared, se exponen las "Condiciones generales de venta", algunas reglas que recuerdan que los dos modistos son empresarios, para evitar componendas, o los intentos de regateo por parte de los clientes.

 

Alphonse is registered as ‘full-time self-employed’, but without fixed hours. He doesn’t depend on a boss and, since the former chemist from DR Congo joined the cooperative almost a year ago, he finds it has helped satisfy his need for a lasting business venture. He has even created a loyalty card system.

Photo: Julie de Bellaing

Alphonse y Grace son barberos y peluqueros y “alquilan un sillón” en el Salón Frank. Comentan que el antiguo propietario no declaraba a sus peluqueros. Después de varios controles y la compra del salón por otro comerciante callejero que quería respetar las reglas, los dos hombres aceptaron la oferta de formar parte de la cooperativa. “También queríamos trabajar más serenamente”, subrayan.

 

Grace comes to the salon every day and is starting to build a base of customers who know him. He rents a chair and most of his business is walk-in trade, customers dropping in for a haircut or beard trim without an appointment. In DR Congo, he studied pedagogy, but in Belgium he became a barber after training on the job with other professionals.

Photo: Julie de Bellaing

Una vez al mes, los cooperadores se reúnen para hacer un balance con Marie-Charlotte. “Pero también me gusta pasarme por los locales para ver qué está pasando”, comenta la joven. A menudo se cruza con otros trabajadores en el barrio y, si la ocasión se presenta, aprovecha para presentarles las misiones y actividades de la cooperativa. Por ejemplo, cuando se celebra un evento en el salón compartido, una mesa redonda o un taller de información alrededor de un café. Y así, poco a poco, la red va creándose y la cooperativa no para de crecer.

This article has been translated from French.