“El Gobierno de Australia ha dejado en la estacada a sus estudiantes extranjeros”

“El Gobierno de Australia ha dejado en la estacada a sus estudiantes extranjeros”

There are 652,500 international students in Australia, many of whom have been desperate for support from the federal government during the coronavirus crisis.

(Alamy/Rosa Irene Betancourt)

Cuando el colombiano Andrés Puerto estaba eligiendo dónde cursar su máster, analizó universidades en Canadá y Nueva Zelanda, pero al final Australia fue la que le convenció. “Es un país muy bello y una tierra con cantidad de oportunidades, por lo que pensé que constituía la mejor opción”, nos cuenta. “Es un país muy bueno para los estudiantes extranjeros. La gente es acogedora”.

Sin embargo, casi cuatro años después de empezar su nueva vida en Sídney, donde este colombiano de 27 años culmina un curso de posgrado sobre sistemas empresariales y de información en la Universidad de Torrens, Andrés tiene dificultades para poder terminar sus estudios en plena pandemia de COVID-19. Al igual que otras decenas de miles de estudiantes extranjeros en Australia, no tiene ingresos ni puede acceder a las ayudas del gobierno.

En Australia hay 652.500 estudiantes extranjeros, muchos de los cuales compaginan un trabajo a tiempo parcial con sus estudios. Sin embargo, los que han perdido sus puestos de trabajo debido a la crisis no pueden optar a las ayudas salariales ni a las prestaciones de desempleo del gobierno federal a través de los programas JobKeeper y JobSeeker a los que sí pueden acceder sus compañeros australianos. Aunque los estudiantes extranjeros sí pueden acceder al sistema sanitario australiano, principalmente gracias a la contratación obligatoria de un Seguro de Salud para Estudiantes Extranjeros, como no disponen de apoyo económico ni redes sociales se teme que algunos de ellos estén a punto de quedarse en situación de calle tras perder sus viviendas. En todo el país se ha podido ver en las noticias de los principales medios de comunicación a estudiantes extranjeros haciendo cola en los bancos de alimentos.

Australia es el cuarto país más popular del mundo entre los estudiantes extranjeros. Como la educación constituye la tercera mayor exportación del país, el impacto que ha tenido la crisis del coronavirus en los estudiantes extranjeros de educación superior podría hacer que este año Australia perdiera entre 3.000 y 4.600 millones de dólares australianos (unos 2.000 a 3.100 millones de dólares estadounidenses; 1.800 a 2.770 millones de euros), más de 21.000 puestos de trabajo y mucho más en lo que respecta a su reputación. “Sé que muchos estudiantes tienen miedo de no poder cubrir sus gastos”, explica Andrés a Equal Times. “Cuando escucharon [al primer ministro Scott Morrison], pensaron ‘¿por qué nos están tratando como si no fuéramos miembros relevantes de la sociedad?’”, se pregunta, haciendo referencia a las declaraciones que realizó el dirigente australiano a principios de abril en las que conminó a los estudiantes y a las personas con visados temporales a regresar a sus países de origen si no podían cubrir sus gastos en Australia.

Como confinó rápidamente a su población y el 19 de marzo impuso una prohibición indefinida de viajar al extranjero para los no residentes y no ciudadanos, Australia ha registrado una cifra relativamente baja de casos de coronavirus (7.391) y muertes (102). Sin embargo, a pesar de que el país ha abordado el virus con éxito, los estudiantes extranjeros siguen sufriendo las consecuencias. “Muchísimos de ellos solo están esperando a que abran las fronteras para poder irse”, asegura Andrés.

“Una falta de humanidad”

El año pasado, Australia recibió a 750.000 estudiantes extranjeros. La mayoría son originarios de India o China, pero en los últimos años han aumentado drásticamente las matriculaciones de Brasil, Colombia, Argentina y Chile. “Muchos [estudiantes de América Latina] vienen aquí para aprender inglés, pero también quieren continuar con sus estudios universitarios”, afirma Diana Prada, una colombiana de 30 años que vive en Sídney y trabaja como coordinadora comunitaria de la ONG Somos21, la cual promueve la colaboración entre Australia y América Latina.

Diana, que se mudó a Sídney hace cinco años para cursar dos másteres (de administración de empresas y gestión de proyectos globales) en la Universidad de Torrens antes de conseguir un trabajo en la ONG Sydney Alliance, asegura que el hecho de que los estudiantes extranjeros puedan compaginar un trabajo a tiempo parcial con sus estudios (hasta 20 horas a la semana durante los períodos lectivos y sin límite durante las épocas festivas) también le aporta atractivo a Australia en el extranjero.

Sin embargo, como ahora el trabajo en sectores como el de la hostelería se ha vuelto escaso, muchos estudiantes extranjeros están teniendo graves dificultades para pagar sus alquileres.

Algunos estados australianos como Victoria han anunciado ayudas como el Fondo de Ayudas de Emergencia para los Estudiantes Extranjeros, que otorga un pago único de hasta 1.100 dólares australianos (aproximadamente 750 USD, 660 euros) a estudiantes que hayan perdido su fuente de ingresos debido a la pandemia.

Asimismo, pocas semanas después de que estallara la crisis, el gobierno de Nueva Gales del Sur, el estado más popular entre los estudiantes extranjeros, anunció un paquete de ayudas de 20 millones de dólares australianos (13,6 millones de USD, 12 millones de euros). Aunque el Consejo Australiano de Estudiantes Extranjeros celebró dicha iniciativa, la oposición la tildó de “muy retrasada y claramente insuficiente”. Dicho paquete incluye alojamiento temporal durante la crisis y asesoría jurídica, pero nada de pagos en metálico.

Clayton Barr, el diputado y ministro en la sombra de Innovación, Ciencia y Educación Superior de Nueva Gales del Sur, denunció ante Equal Times que la respuesta del Gobierno del Estado “demuestra una clara falta de humanidad. Les animo a demostrar más compasión y a que comprendan lo difícil que resulta verse atrapado en un país extranjero sin dinero ni apoyo del gobierno y depender de la pura generosidad de una comunidad, lo cual, aunque sea maravilloso, también resulta esporádico e impredecible”.

Mehreen Faruqi, senadora del partido de los Verdes Australianos en Nueva Gales del Sur, afirma que todavía no es tarde para que el Gobierno cambie de idea y amplíe las ayudas económicas a estos estudiantes o al menos para que cree un verdadero fondo especial de ayuda. “El Gobierno de Australia ha dejado en la estacada a sus estudiantes extranjeros”, denuncia.

Sin embargo, un portavoz del Departamento de Educación, Formación y Empleo federal desmiente estas acusaciones: “Los estudiantes extranjeros pueden acceder a iniciativas de ayuda valoradas en más de 1.300 millones de dólares australianos (unos 880 millones de USD, 780 millones de euros) y facilitadas por el gobierno federal, los gobiernos estatales y territoriales y las universidades”.
Asimismo, dicho portavoz destacó que los estudiantes que trabajan a tiempo parcial, llevan más de un año en Australia y tienen problemas económicos pueden acceder a su jubilación australiana (plan de pensiones de la empresa) y añadió que los estudiantes podrán trabajar y hacer horas extra en los sectores esenciales, como las residencias de la tercera edad. Además, los estados y territorios de Australia han aprobado una prohibición de desalojo de arrendatarios tanto residenciales como comerciales durante seis meses de la pandemia y el gobierno federal está trabajando con las organizaciones comunitarias y las instituciones docentes para garantizar que los estudiantes puedan acceder a los programas de salud mental y de bienestar.

Solidaridad y apoyo de los voluntarios

Aunque algunas entidades concretas disponen de fondos especiales de ayuda, los críticos ponen de ejemplo a países como Nueva Zelanda, Canadá, Reino Unido e Irlanda, donde han ofrecido más apoyo, incluidas ayudas salariales y extensiones gratuitas de los visados. Las ONG han redoblado sus esfuerzos para llenar el vacío en Australia. Turbans 4 Australia, una organización benéfica gestionada por voluntarios y fundada por un sij australiano, está sirviendo comidas gratuitas y repartiendo cestas de alimentos a grupos vulnerables de Sídney y Canberra.

MyStay International, que aloja a estudiantes con familias locales de toda Australia a precios reducidos, asegura que han recibido más de 1.000 solicitudes de anfitriones y que “dicha cifra aumenta a diario”. Su fundador, David Bycroft, explica a Equal Times: “Ahora solo estamos viendo el inicio del problema. Se va a poner mucho peor y no va a mejorar hasta que volvamos a tener una economía en pleno funcionamiento. Y eso será dentro de bastantes meses”. Bycroft asegura que ahora Australia tiene “dos retos”: “Uno es limitar la cifra de casos de COVID y el segundo consiste en asegurarse de que el mundo sepa que hemos cuidado de nuestros estudiantes extranjeros mientras estaban aquí”.

Ajay (nombre ficticio) tiene 25 años y se mudó a Australia desde India en julio de 2019 para estudiar un máster de Ciencia de Datos en la Universidad de Monash que le costará 80.000 dólares australianos (aproximadamente 55.000 USD, 48.000 euros). Pero después de que en marzo suspendieran su trabajo en una cafetería, se quedó con 50 dólares australianos (35 USD, 30 euros) en su cuenta bancaria para sobrevivir.

Ajay asegura que las declaraciones del primer ministro sobre volver a su país de origen fue como meter el dedo en la llaga. “Los estudiantes no quieren su dinero. Solo queríamos un gesto solidario. Que la gente dijera: ‘Formáis parte de nuestra comunidad y os vamos a cuidar’”, expone.

El 20 de abril, Ajay solicitó una beca de ayuda para estudiantes y el 10 de mayo su universidad le otorgó 3.000 dólares australianos (2.000 USD, 1800 euros). “Estoy muy agradecido por lo que hicieron, pero para cuando recibí el dinero ya había sufrido mucho”.

Como la prohibición de viajar sigue en vigor, algunos estudiantes extranjeros pueden quedarse atrapados fuera de Australia a pesar de que el segundo semestre empiece en julio. “Estamos pagando cinco veces más que los estudiantes australianos para recibir la misma educación”, denuncia Flora Zhao, a la que solo le queda un año para completar su licenciatura de Derecho en la Universidad de Sídney y que actualmente se encuentra sin poder salir de su hogar en China. “Sin embargo, en el contexto de una pandemia como la que estamos sufriendo, los derechos y prestaciones a los estudiantes extranjeros se han ignorado casi por completo”.

La semana pasada, el gobierno federal constató que los estudiantes extranjeros pueden regresar a Australia mediante un proceso que al parecer organizarán los gobiernos estatales y de los territorios. Asimismo, anunció que la cuarentena la pagarán las universidades. El profesor Andrew Vann, vicerrector de la Universidad Charles Sturt, que dispone de numerosos campus por todo el país, les recibirá de vuelta. Vann nos informa de que la universidad ha perdido 80 millones de dólares australianos (unos 55 millones de USD, 48 millones de euros) en ingresos debido a la COVID-19. La mayor parte de dicha suma está vinculada a su programa de estudiantes extranjeros. “Es fundamental que las universidades puedan recibir a los estudiantes extranjeros de nuevo. Dichos estudiantes que viven en nuestras capitales y regiones aportan numerosos beneficios a nuestras comunidades: diversidad, creatividad y un impulso para los negocios locales y para el turismo”, concluye.