“El poder no se pide, ¡se toma!”. El combate ejemplar de las camareras de piso migrantes africanas contra un gigante de la hostelería

“El poder no se pide, ¡se toma!”. El combate ejemplar de las camareras de piso migrantes africanas contra un gigante de la hostelería

Rachel Keke, a housekeeper at the Ibis Clichy-Batignolles Hotel and spokesperson for the housekeeping staff strike movement, speaks at a gathering on 1 September 2020 to announce the resumption of the strike after the reopening of the hotel which closed down as part of coronavirus containment measures in France. A strike fund has been set up at the entrance, appealing for donations to help these striking mothers.

(Clément Dechamps)

Su vida ya no es la misma desde hace más de un año. Llegaron a Francia, sin ningún diploma, en busca empleo y ahora echan un pulso a una de las mayores empresas del país: el grupo hotelero Accor. Desde hace más de un año se reúnen, se animan y se apoyan. Desde hace más de un año gritan, cantan, aparecen en los medios de comunicación y se hacen oír en las calles. Son señoras de la limpieza y, desde hace más de un año, luchan para conseguir mejores condiciones de trabajo.

Todo comienza en julio de 2019 en el hotel Ibis Clichy-Batignolles, en el decimosegundo distrito de París. En este establecimiento de categoría “económica” que cuenta con 700 habitaciones, ninguna de las señoras de la limpieza está contratada directamente por el hotel. Todas ellas dependen de un contratista externo: la empresa de limpieza SAS-STN. El grupo, que opera en todas las regiones de Francia y cuenta con más de 4.000 empleados, es un agente importante en el sector de la limpieza, en particular en la región parisina. Si bien para el grupo Accor, propietario del hotel, la subcontratación permite una mayor flexibilidad del trabajo, así como el acceso a una mano de obra más barata, para las señoras de la limpieza es sinónimo de “sufrimiento en el trabajo” o incluso “explotación”.

Horas suplementarias no remuneradas, un ritmo infernal, cotizaciones sociales reducidas al mínimo, una falta de consideración por el trabajo efectuado, el miedo de ser sustituidas de la noche a la mañana… esta es la vida diaria de las señoras de la limpieza, gobernantas y camareras de piso.

“En el contrato se indican los horarios, pero en realidad se nos paga por habitación. A veces se nos pide que hagamos 45 habitaciones en siete horas de trabajo, lo que es físicamente imposible. Tenemos que hacer horas suplementarias, pero no aparecen en la nómina. ¿Y si nos negamos a terminar las habitaciones o nos quejamos? Nos dicen que hay cientos de mujeres dispuestas a ocupar nuestro puesto…”, suspira Sylvie Kinissa, que trabaja como señora de la limpieza en el hotel Ibis Clichy-Batignolles desde 2015.

Huelga indefinida contra la subcontratación

El 17 de julio de 2019, cansadas de trabajar en condiciones que consideran indignas, 23 de las 40 señoras de la limpieza, gobernantas y camareras de piso que trabajan cada día en el hotel (y un hombre) decidieron hacer un paro e iniciar una huelga indefinida.

“Nuestra primera reivindicación es la contratación interna”, declara Rachel Keke, gobernanta del hotel Ibis y portavoz del movimiento. “Reclamamos las mismas condiciones sociales que el resto de trabajadores del hotel. Trabajamos para Ibis, por lo que lo normal sería que Ibis nos contrate, ¿verdad? Simplemente queremos un salario decente, una disminución del ritmo de trabajo y un ticket restaurante, como los asalariados normales”.

Según las huelguistas, el sistema de subcontratación permite a las diferentes entidades eludir sus responsabilidades y pasarse la pelota entre ellas. Por un lado, el grupo Accor estima que no le corresponde garantizar las condiciones de trabajo de sus subcontratistas, mientras que la empresa STN se justifica argumentando que depende de las reglas dictadas por Accor.

“El alojamiento es el pilar de la profesión de un hotelero”, recalca Claude Levy, secretario general del sindicato CGT-HPE (hoteles de lujo y económicos), que acompaña a las huelguistas del Ibis desde el comienzo de su andadura. En su opinión, no es necesario recurrir a la subcontratación para tareas como la limpieza o la preparación de las habitaciones.

“Desgraciadamente se trata de una práctica muy común en el sector y no es la primera vez que las señoras de la limpieza deciden oponerse”, añade.

A lo largo de las dos últimas décadas han tenido lugar numerosas huelgas en Francia por motivos similares: el parque EuroDisney en 1998, la empresa Arcade en 2002, el hotel Astor en 2005, el hotel Concorde Lafayette en 2006, el hotel Concorde Montparnasse en 2012… Son combates que sirven hoy de ejemplo a las señoras de la limpieza del hotel Ibis Clichy-Batignolles, las cuales no estaban preparadas para una lucha así.

“El poder no se pide, ¡se toma! Antes de ir a la huelga lo veía imposible”, cuenta Sylvie Kinissa. “En mi país es diferente. Para las personas de mi entorno era realmente inconcebible. El único objetivo de una inmigrante africana que llega a Francia es trabajar para criar a sus hijos. En lo último que piensas es en el derecho laboral. Algunas de las huelguistas no saben leer ni escribir, ¿cómo quieres que luchen por sus derechos? Si las horas suplementarias no se contabilizan y se les paga 600 euros en lugar de 900, para ellas ya es suficiente…”.

“Si no nos movemos, estamos muertas”

Gracias a la información y el contacto con los sindicatos, las trabajadoras del hotel Ibis se dieron cuenta de que otras mujeres han luchado antes que ellas y que existen movimientos similares en el extranjero. Las que nunca habían participado en una manifestación comenzaron a organizarse, establecer contactos con otros grupos y desarrollar una verdadera cultura de lucha, su cultura de lucha. Han creado sus propios cantos, como el “Himno de los explotados y explotadas de la limpieza” (el vídeo se encuentra en fase de preparación), así como las coreografías que los acompañan; imprimen folletos, se forman en comunicación con los medios, etc.

Son conscientes de que existe un desequilibrio de fuerzas con el grupo Accor. Accor, que es el número seis mundial de su sector y cuenta con una cuarentena de marcas, como los hoteles Ibis, Novotel, Mercure o Sofitel, está presente en 110 países y emplea a más de 280.000 personas en todo el mundo. Constituye uno de los buques insignia de la economía francesa.

Las huelguistas saben muy bien que no bastará con parar de trabajar para doblegar a un gigante como este. Tendrán que hacer ruido, gritar y hacerse oír. Por este motivo, en lugar de quedarse en casa, se reúnen cada día delante del hotel, desde las 9 hasta las 15:30. “Nos mentalizamos que es como si fuéramos a trabajar. Que estemos en huelga no quiere decir que no tengamos que levantarnos por la mañana, ¡al contrario! De todas formas, si no nos movemos estamos muertas…”, explica Sylvie Kinissa con un tono firme. Esta presencia diaria les permite no solo mantener su visibilidad ante la dirección, los clientes del hotel y los periodistas, sino sobre todo apoyarse las unas a las otras y mantener la moral.

La fuerza colectiva es una de sus bazas principales: cuando una se desanima las otras la apoyan.

“Hemos pasado tantas cosas juntas a largo de este año de lucha que nos hemos convertido en una familia… ¡casi más que una familia!”, se emociona Rachel Keke, evocando a sus compañeras de lucha. “Antes llegabas al trabajo, preguntabas por el marido y los niños y ahí terminaba todo. Ahora nos conocemos mejor, sabemos quién es quién y es mucho más que una relación habitual entre colegas”.

Una de las señoras de la limpieza incluso ha dado a luz durante el periodo de huelga y se lleva a su hijo con ella a cada reunión. Durante las manifestaciones pasa de brazo en brazo y parece que no tiene solo una madre, sino 23. De cierto modo, representa en sí mismo ese vínculo imperceptible que se ha creado entre las huelguistas. Al pequeño Aboubakar, al que llevan como una mascota, le han apodado desde hace un tiempo “bebé-huelga”.

Las señoras de la limpieza también cuentan con ayudas externas. En primer lugar, el sindicato, además de ofrecer la red humana y la experiencia militante, aporta una ayuda económica, ya que contribuye a la financiación de alrededor de un tercio del fondo de huelga. Los dos tercios restantes son financiados por donaciones conseguidas en línea o en actividades de apoyo. Este fondo se creó para permitir a las huelguistas compensar la pérdida de ingresos durante el paro.

Una lucha simbólica

“Sin esta iniciativa de solidaridad sería imposible mantener la lucha”, señala Sylvie Kinissa, que ha logrado recibir el equivalente a su salario íntegro durante casi toda la huelga. Además de este apoyo económico indispensable, las señoras de la limpieza reciben el apoyo moral de varios colectivos, en particular de los ámbitos feministas y antirracistas. Teniendo en cuenta los desafíos y los debates sociales actuales sobre estas cuestiones, es posible que la condición de mujeres de origen africano haya ayudado un poco a obtener estas ayudas y llamar la atención de los medios o los políticos.

“Es cierto que nuestro movimiento de huelga es en cierto modo inédito y simbólico. Tal vez todo esto puede influir en la opinión pública, pero no olvidemos que nuestra realidad diaria en la hostelería es la miseria. Si el grupo Accor se permite tratarnos así también es porque somos mujeres africanas. Si fuéramos blancas la situación cambiaría…”, observa Keke.

Con la llegada de la epidemia de covid-19, el movimiento se ha interrumpido temporalmente. “El movimiento había cobrado impulso, pero cuando comenzó el confinamiento nos desanimamos un poco…”, constata Levy. Como en todo el sector, el hotel Ibis se cerró en marzo de 2020 y las huelguistas lograron que la empresa STN les concediera el paro parcial, lo que les ha permitido recibir el 84% de su salario. Cuando se reabrió el hotel, el 1 de septiembre, las señoras de la limpieza llevaron a cabo una acción simbólica y reanudaron la huelga “con más fuerza que nunca”. En vista de que el sector de la hostelería se ha visto particularmente afectado por la crisis sanitaria, este año todavía será más difícil mantener el pulso con el grupo Accor, pero las huelguistas no darán un paso atrás.

“Hace casi 15 meses que estamos en huelga y que luchamos, no podemos parar. Si retomamos el trabajo ahora, van a transferirnos, despedirnos, humillarnos… No es posible. La covid nos ha frenado, pero tenemos determinación y aguantaremos un año más si es necesario”, advierte Keke.

This article has been translated from French.