A pesar de las reformas legales, las mujeres africanas se enfrentan a sistemas patriarcales que limitan su tenencia de tierras

A pesar de las reformas legales, las mujeres africanas se enfrentan a sistemas patriarcales que limitan su tenencia de tierras

“Gender inequality in access, control and decision-making over land and natural resources remains a major bottleneck to advancing sustainable development in Africa.”

(UNMIL /Christopher Herwig)

Según se desprende de una reciente reunión de expertos, a pesar de los progresos recientes en el ámbito de las reformas agrarias en toda África, las mujeres y las niñas siguen encontrándose en una situación muy desfavorecida. El Africa Land Forum (ALC) de 2020 (Foro africano sobre la tierra), que se celebró en línea del 15 al 17 de septiembre, con el título “Alcanzar los objetivos de la Agenda 2063 de la Unión Africana mediante la promoción de una gobernanza de la tierra centrada en las personas en África”, reunió a 500 participantes para debatir la cuestión.

Los debates revelaron que, en lo que a derechos sobre la tierra se refiere, la inclusión y la igualdad de género siguen representando un gran desafío en el continente y que, si bien las mujeres realizan la mayor parte del trabajo agrícola en África, no disfrutan de un sistema de tenencia de tierras equitativo y seguro.

En 2015, la Comisión de la Unión Africana (UA), la Comisión Económica para África de las Naciones Unidas y el Banco Africano de Desarrollo pusieron en marcha una campaña que tiene por objeto lograr que el 30% de las tierras de África esté en manos de mujeres de aquí a 2025. Mejorar el acceso de las mujeres a la tierra, así como la tenencia y el control de la misma, es clave para que los países africanos alcancen algunos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030, desde el objetivo 1 relativo a la eliminación de la pobreza hasta el objetivo 5 sobre la igualdad de género, pasando por el objetivo 8 sobre el trabajo decente.

Existen pocos datos sobre la tenencia de tierras en el conjunto de países del continente, pero, según un documento de trabajo de 2018 del Banco Mundial basado en datos que representan a más de tres cuartas partes de la población africana, menos del 13% de las mujeres africanas de entre 20 y 49 años tiene la propiedad exclusiva de tierras, en comparación con el 36% de hombres africanos. Respecto de la tenencia en común, solo el 38% de las mujeres africanas indica tener tierras en propiedad (exclusiva o en común), en comparación con el 51% de hombres africanos.

“La falta de acceso a la tierra deja a las mujeres y las niñas a merced de un sistema sumamente patriarcal, lo que profundiza la desigualdad de género y limita seriamente su progreso social, económico y político”, indica Esther Mwaura Muiru, directora mundial del área de derechos sobre la tierra de las mujeres de la Coalición Internacional para el Acceso a la Tierra (ILC, por sus siglas en inglés), una organización con sede en Roma que organizó la conferencia de septiembre junto con la Comisión de la UA y la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo.

“La desigualdad de género en el acceso, el control y la toma de decisiones respecto de la tierra y los recursos naturales sigue siendo un obstáculo importante para lograr el desarrollo sostenible en África”.

Muiri dijo a los asistentes que la falta de acceso a la tierra limita la capacidad de las mujeres de acceder a recursos para apoyar sus actividades agrícolas o adquirir insumos agrícolas. Esto, a su vez, también implica que las mujeres no pueden tomar decisiones sobre cómo utilizar los ingresos obtenidos de la tierra a pesar de ser las que principalmente la trabajan.

Muiru señaló que la hoja de ruta para el desarrollo del continente, la Agenda 2063, reconoce que las mujeres que viven en zonas rurales desempeñan una papel fundamental, ya que contribuyen a que sus hogares y comunidades logren la seguridad alimentaria y nutricional, generen ingresos y mejoren los medios de vida rurales (según datos facilitados por el Banco Mundial, el 59% de los africanos que viven al sur del Sahara vive en comunidades rurales).

Sin embargo, uno de los mayores obstáculos para el ejercicio de estos derechos es la “enorme y grave disparidad entre las disposiciones relativas a la igualdad de género en la teoría y la realidad de las mujeres y las niñas en la práctica”, dijo Muiru a los participantes. Por ejemplo, la Carta de reivindicaciones del Kilimanjaro de 2016 es un marco estratégico que, aunque todavía no ha sido adoptado oficialmente por los gobiernos nacionales o los organismos regionales, se puso en marcha como una iniciativa de mujeres rurales compuesta por 15 puntos para ayudar a promover el derecho de las mujeres y las niñas a acceder, utilizar, controlar, tener, heredar y disponer de sus tierras y recursos naturales. Otras iniciativas son la Estrategia en pro de la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer para 2018-2028, la cual fomenta un enfoque del desarrollo basado en los derechos, y el Protocolo de la Carta Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos relativo a los Derechos de la Mujer en África (Protocolo de Maputo), que garantiza el derecho a la tierra y los recursos productivos de la mujer en los artículos 7, 15, 19 y 21.

Barreras y retos persistentes

La mejora del acceso a los derechos sobre la tierra no es suficiente por sí sola para empoderar a las mujeres y las niñas. Según Agnes Andersson Djurfeld, profesora de geografía humana de la Universidad de Lund y coautora de un libro sobre género y agricultura en las zonas rurales de África, “los responsables políticos y los organismos de desarrollo deberían adoptar un enfoque multifacético que incluya aspectos que vayan más allá de la agricultura, como cuestiones relacionadas con los derechos sexuales y reproductivos, o liberar a las mujeres de las tareas ingratas, pesadas y laboriosas en el hogar en entornos pobres y rurales”.

Muiru comparte esta opinión y pide a los dirigentes del continente que dediquen “recursos significativos, atención y voluntad política” a superar los obstáculos y los desafíos persistentes que no permiten a las mujeres y las niñas disfrutar de derechos seguros sobre la tierra. Por ejemplo, aunque la mayoría de los países cuenta con leyes que reconocen la igualdad de derechos sobre la tierra de las mujeres, las prácticas tradicionales y las costumbres a menudo les impiden convertirse en propietarias. Algunas mujeres también experimentan que, en lugar de heredar las tierras de sus padres, la propiedad de estas se transfiere a un pariente varón o que, si su esposo fallece, pierden los derechos sobre la tierra o están muy expuestas al desahucio, a menudo a manos de la familia de su esposo. “Si resolviéramos el problema de los derechos sobre la tierra de las mujeres y niñas podríamos terminar con la mitad de los problemas relacionados con la desigualdad entre hombres y mujeres, en particular la falta de poder económico y la marginación en general”, declaró Muiru.

Además de verse desfavorecidas por un sistema de tenencia de la tierra regido por la cultura, las iniciativas de desarrollo “modernas” en toda África también han tenido efectos negativos en las mujeres y las niñas. Entre ellas se incluyen las inversiones a gran escala en el desarrollo de infraestructuras que desplazan o afectan negativamente al control de la tierra y diversos recursos naturales por las comunidades locales.

“Las cuestiones relativas a la tierra son complejas y deben asociarse a muchos otros sectores, como la educación, las políticas de transferencias sociales, la cultura o el sistema de crédito”, dice Romy Sato, coordinadora de la red de participación y conocimientos locales de Land Portal Foundation, una organización con sede en los Países Bajos que no participó en el evento de septiembre.

“Se trata de ámbitos donde se pueden desarrollar incentivos o estructuras para crear un sistema en el que las mujeres participan en las decisiones relativas a sus tierras”, subraya Sato.

Además de los desafíos mencionados anteriormente, la pandemia de covid-19 también ha obstaculizado la búsqueda de la igualdad de derechos sobre la tierra por parte de las mujeres en África. Un estudio publicado en julio por la ILC y Oxfam reveló que el coronavirus había afectado mucho la capacidad de las mujeres de luchar por su derecho a la propiedad de la tierra debido a las restricciones sociales impuestas para controlar la propagación de la enfermedad (como las restricciones sobre el transporte) y la consiguiente crisis económica. El estudio concluyó que “hasta el 40% de las personas encuestadas corría el peligro de perder los derechos sobre sus tierras, mientras que el 56% de los activistas que defienden el derecho a la tierra no podía interactuar directamente con sus comunidades y el 40% no se encontraba en la posición de promover la adopción de leyes agrarias ni supervisar su aplicación”.

Según Clement Adjorlolo, responsable de programas principal del organismo para el desarrollo de la UA, la AUDA-NEPAD, la racionalización de las cuestiones de gobernanza de la tierra en muchas partes de África se ha visto dificultada por la disponibilidad limitada de información precisa y actualizada sobre los usos, las tenencias y los derechos de la tierra, y los procesos deficientes y complejos que rigen la ordenación de tierras no han hecho más que agravar el problema. “Conforme a los objetivos de la Agenda 2063 de la UA y la Declaración sobre los Problemas y Desafíos de la Tierra en África de la UA, se debe aprovechar de forma eficaz el ecosistema de datos territoriales”, dijo en el evento.

Las preguntas críticas acerca de qué datos existen, dónde se almacenan, si son completos y están actualizados y si la fuente de los datos está acreditada siguen multiplicándose en todo el continente. Como respuesta, la AUDA-NEPAD creó en 2014 la iniciativa del Programa de Gobernanza de la Tierra (LGP, por sus siglas en inglés), que actualmente está en marcha en diez países: Malí, Burkina Faso, Benín, Guinea, Camerún, Ghana, Etiopía, Uganda, Botsuana y Madagascar. “El LGP tiene por objeto publicar información y generar datos empíricos para mejorar la comprensión, a nivel de país y de continente, de la función que desempeña la gobernanza de la tierra en la transformación estructural, el desarrollo sostenible, la adaptación al cambio climático y las oportunidades de inversión en el sector agrario en África”, cuenta Adjorlolo a Equal Times. La iniciativa consiste en el establecimiento de servicios de asistencia relativos a la gobernanza de la tierra para ayudar a recopilar datos y compartir información y se pondrá en marcha progresivamente en todo el continente.

Sin embargo, según Laura Meggiolaro, de la Land Portal Foundation, para garantizar los derechos sobre las tierras de las mujeres, las niñas y otros grupos marginados, es fundamental contar con datos de mayor calidad para mejorar las políticas y los resultados. “Desde la perspectiva de los datos, disponer de datos más pormenorizados y desglosados nos ayudaría a formarnos una imagen más completa de cómo las mujeres acceden a la información en diferentes regímenes de propiedad, así como a respaldar la elaboración de mejores políticas para aumentar un régimen de propiedad más seguro”, concluye.