El trabajo decente: la clave del sindicalismo de las Américas para responder a la pandemia

Al inicio de la pandemia en la región, la Confederación Sindical de trabajadores y trabajadoras de las Américas (CSA) difundió un posicionamiento y una serie de orientaciones surgidas de decenas de reuniones mantenidas con las afiliadas para conocer cuál era la situación en cada país. En este documento se enumeraban una serie de medidas a ser tenidas en cuenta para poder responder a la pandemia y hacer frente sus consecuencias.

Estas medidas se inscriben en la propuesta programática de la Plataforma de Desarrollo de las Américas (o PLADA, una ambiciosa plataforma regional lanzada por la CSA en 2014 para consolidar orientaciones y principios). Es decir, son fruto de una mirada regional integral que pone el acento en la necesidad de comenzar a realizar cambios estructurales.

La pandemia trae consigo una oportunidad. Hace visible tanto la necesidad de cambios estructurales como la existencia de propuestas concretas que van en ese sentido. La PLADA es una respuesta a la crisis y una apuesta por la recuperación con desarrollo sustentable y justicia social, con trabajo decente y la defensa de la democracia. La PLADA, recordémoslo, “colocó al trabajo (en todas sus dimensiones) en el centro de un modelo de desarrollo alternativo al neoliberalismo”.

La centralidad del trabajo

En la región de las Américas, las estimaciones del impacto de la covid-19 son enormes habida cuenta de las vulnerabilidades previas al inicio de la pandemia. La CEPAL estima que el año 2020 cerrará con una tasa de desocupación regional de alrededor del 13,5%, lo que representa 44,1 millones de personas desempleadas.

Como plantea la CSA en sus últimos análisis (el Informe especial de septiembre y el Boletín de octubre) sobre los impactos de la pandemia en los derechos laborales y las grandes tendencias que están ocurriendo en la región en el mundo del trabajo, difundidos en el marco del Observatorio Laboral de las Américas, “las medidas adoptadas por los gobiernos no han puesto en el centro la dignificación de la vida de las y los trabajadores”. En estos análisis, la CSA pone el foco en la reforma laboral regresiva que se está llevando adelante por la vía de los hechos y que está amparada en medidas dirigidas supuestamente a atender la emergencia sanitaria.

Así, la emergencia sanitaria ha permitido que empresas transnacionales despidan de manera masiva a sus trabajadores. También ha permitido la reducción de salarios y jornadas laborales, el uso de vacaciones obligatorias y sin pago, la cancelación y o renegociación de contratos.

En algunos países como Brasil y Chile se han aprobado legislaciones específicas utilizadas para desmontar la obligatoriedad de la negociación colectiva y flexibilizar contratos. Frente a este escenario, la negociación colectiva, la libertad sindical y el diálogo social deben ser considerados mínimos democráticos para sociedades que deben llamarse a ser cada vez más democráticas.

La PLADA establece no solo la defensa de los derechos laborales fundamentales sino además la necesidad de promover la construcción de planes nacionales a partir de espacios de deliberación pública. Es decir, participativos y con verdadero diálogo social. Antes de la pandemia, los sindicatos apuntaron a la necesidad de atender las grandes transformaciones tecnológicas y el impacto que estas tenían en el trabajo como una prioridad. Estas transformaciones deben procesarse con diálogo, con la presencia de los trabajadores y trabajadoras organizados y en democracia. Un mundo de trabajo en transformación exige la transformación de sindicatos.

La PLADA plantea el desafío que tienen los sindicatos para lograr organizar a la clase trabajadora en toda su diversidad y en el marco de la mayor unidad posible. Este proceso que hemos dado en llamar de Autorreforma es una apuesta mayúscula que hacen los sindicatos. Recientemente y a pesar de la coyuntura adversa, la CSA ha impulsado un proceso de trabajo para llegar a una gran “Conferencia Continental sobre Transformación de los sindicatos”.

La idea de que los sindicatos somos actores del desarrollo y construiremos nuestro propio futuro está en la base de apuesta a la transformación sindical. Necesitamos estructuras fuertes pero diversas que puedan captar a la masa trabajadora poniendo en valor la esencia del trabajo y su importancia en un contexto actual.

En síntesis, a través de los principios y pilares propuestos en la PLADA, la CSA apuesta por la construcción de un nuevo contrato social donde el trabajo y la clase trabajadora estén en el centro. Un verdadero compromiso con el objetivo de desarrollo sostenible (ODS) 8 —que refiere al trabajo decente— y la concreción efectiva de la Agenda 2030 exige de cambios innovadores y estructurales. No podemos esperar cambios de magnitud si seguimos permitiendo que los derechos de los trabajadores y trabajadoras no sean respetados, si permitimos que la democracia siga siendo golpeada y nuestros líderes y lideresas sigan siendo asesinados, si no abordamos los impactos del cambio climático con justicia y atendiendo las condiciones de clase, si no se instala un verdadero diálogo social donde los trabajadores y trabajadoras y sus organizaciones puedan dar su opinión y plantear sus demandas. La Agenda 2030 tiene una mirada integral de los ODS, y la PLADA propuestas integrales concretas en línea con esta agenda.

Políticas para una recuperación con justicia y para la clase trabajadora

La PLADA presenta hoy una novedad inusitada puesto que las orientaciones de políticas que propone en sus cuatro dimensiones recogen una serie de planteos que dan respuesta a los desafíos y problemáticas actuales.

Nuestra propuesta programática refiere a la necesidad de reformas políticas profundas que jerarquicen el poder de los pueblos y atienden la injerencia de los poderes económicos. El reconocimiento de los sindicatos como instrumentos de democracia y de ejercicio de los derechos humanos está en la base de la dimensión política que plantea la PLADA.

La reactivación económica debe ir de la mano de la atención efectiva de la clase trabajadora. Las históricas demandas por distribución justa del ingreso, la renta, la riqueza y el excedente producido por las grandes empresas no solo está vigente sino que hoy es verdaderamente urgente.

No todos sufrimos los impactos de la pandemia. Es evidente cómo algunas empresas transnacionales salieron favorecidas incluso cargando los costos sobre sus trabajadores y trabajadoras. Los Estados deben controlar a las empresas transnacionales y rediscutir la idea del desarrollo basado fuertemente en la inversión extranjera.

En la región de las Américas se están evidenciando algunos debates de gran profundidad que cuestionan la estructura del poder. Los debates acerca de la producción, de la distribución de la tierra, del acceso a alimentos y tierra para producir son esenciales y determinan el alcance de un verdadero desarrollo sustentable con justicia social. Esto requiere de una presencia mayor y mejor del Estado y las políticas públicas. La pandemia nos ha enseñado que las políticas públicas son necesarias y para eso se requiere de estructuras estatales fuertes, democratizadas y que velen por el interés público.

Por último, una recuperación con justicia no puede otra vez dejar de lado la relación con la naturaleza y la igualdad de género. Las políticas que emerjan de la crisis no pueden hacernos retroceder en las políticas de atención al cambio climático, en la necesidad de implementar planes de transición justa popular con participación real de la clase trabajadora. La PLADA plantea que la relación entre la sociedad y la naturaleza está mediada por el trabajo y por esta razón es que los sindicatos tienen mucho para decir sobre cómo atendemos la crisis ambiental. La importancia de alcanzar políticas de transición justa va de la mano del debate sobre el modelo de producción y consumo porque, como se plantea en la PLADA “no habrá transición justa si las decisiones económicas continúan dominadas por las finanzas globales”.

Las verdaderas transformaciones ocurren en el reconocimiento de la igualdad entre las personas. Trabajar por la recuperación con justicia social es también una cuestión de justicia de género. La sustentabilidad de la vida en un marco de crisis como el actual es clave. La PLADA plantea la promoción de modelos de desarrollo antipatriarcales, que atiendan la desigualdad de género e implementan políticas activas para erradicar la violencia basada en el género, el reconocimiento del trabajo reproductivo, la igualdad salarial y la atención de los cuidados como responsabilidad de toda la sociedad.

This article has been translated from Spanish.