Kazajistán, nuevo Eldorado para el minado de criptomonedas, ¿frente a un peligro desconocido para su medio ambiente?

Kazajistán, nuevo Eldorado para el minado de criptomonedas, ¿frente a un peligro desconocido para su medio ambiente?

Lake Kapchagay, an artificial lake in southern Kazakhstan, is a popular destination for local tourists. In addition to a large dam, this small town is now home to an energy-intensive bitcoin mining farm.

(Danara Ismetova)

A tan solo cuatro céntimos de dólar estadounidense por kWh, Kazajistán ofrece una de las tarifas eléctricas más económicas del mundo. Esta promesa de facturas reducidas está atrayendo a un creciente número de empresas que gestionan el minado de criptomonedas, una actividad cuyo elevado consumo eléctrico deja una importante huella de carbono. Tras no haber conseguido mantener su actividad en Ucrania debido a la inestabilidad política y a la subida del precio de la electricidad, muchas empresas francesas, como BigBlock Datacenter, han optado por Kazajistán.

En este gran país de Asia Central se ha creado desde hace varios meses un entorno estable y atractivo para los centros de datos gracias al económico precio de la electricidad, a unas políticas aparentemente favorables a la criptografía, pero también a la ausencia de cortes de suministro, dado que las centrales eléctricas de Kazajistán pueden producir más energía de la que consume su población y las industrias ya establecidas.

“En el caso de la electricidad renovable, como es la energía hidroeléctrica, tenemos una capacidad de producción que no siempre se vende. Una presa depende de la fuerza motriz del agua, y esta puede ser, en proporción, superior a la demanda en un momento determinado”, explica Sébastien Gouspillou, presidente y cofundador de la empresa. La granja de minado de bitcoines –la criptomoneda más conocida de las 1.500 registradas hasta la fecha–, situada en Kapchagay, donde BigBlock Datacenter tiene previsto instalar sus equipos, podrá utilizar hasta 45 megavatios para generar bitcoines para los clientes extranjeros.

Sébastien Gouspillou subraya que su empresa trabaja con energía renovable y puede crear puestos de trabajo en Kazajistán, y que, como cliente, tiene un consumo eléctrico “completamente lineal las 24 horas del día, los siete días de la semana, durante todo el año”. Para los productores kazajos esto significa mayores beneficios, puesto que, según el empresario francés, su actividad le convierte en un “comprador de última instancia para la oferta de electricidad”, convirtiéndose así en “un actor importante de la transición energética” en el mundo, según el sitio web oficial de su empresa.

Y no es el único que ve ventajas en todo esto. “Económicamente, a Kazajistán, como a cualquier otro país, le interesa la utilización de su excedente energético”, afirma Madi Saken, uno de los especialistas de la asociación de la industria de centros de datos y cadenas de bloques de Kazajistán, Data Center Industry and Blockchain Association of Kazakhstan.

Para los profesionales franceses de la tecnología de cadena de bloques (blockchain), Kazajistán parece ofrecer interesantes fuentes de energía sostenible accesible. Sin embargo, en febrero de 2020, el Ministerio de Energía calculó que solo el 2,3% de toda la energía producida en Kazajistán provenía de fuentes renovables. Los habitantes del país siguen calentando sus casas con energía proveniente, en gran medida, de combustibles fósiles. La diversidad en el mercado de la electricidad sigue siendo inexistente para la población urbana ordinaria.

Mientras tanto, los mineros de BigBlock ya contemplan un futuro lejano, anunciando su intención de establecerse en Tayikistán, el país más pobre de Asia Central.

Emisiones de gases de efecto invernadero y otros riesgos

Las granjas de minado consumen una cantidad de energía enorme. Sus centros de datos contienen miles de dispositivos que funcionan día y noche para realizar un número cada vez mayor de cálculos complejos. Cuantos más cálculos se realicen y cuanto más rápidos sean, más dinero ganarán los titulares de las criptomonedas. Por eso la huella de carbono de esta industria se está convirtiendo en un problema preocupante.

En 2018, los investigadores de la Universidad Técnica de Múnich calcularon que las emisiones procedentes del consumo eléctrico de la industria de Bitcoin a escala mundial ascendía a 22 megatoneladas de CO₂ anuales. Determinaron que cerca del 68% de la potencia informática está en Asia y solo el 17% en Europa.

Según Greenpeace Rusia, “el despilfarro de energía por parte de la industria de Bitcoin se está convirtiendo en un problema aún más grave debido a que muchas de sus instalaciones de minado están situadas en regiones donde gran parte de la energía se produce a partir del carbón”.

Les centros de datos generan además calor. “Los servidores se calientan y calientan a su vez el entorno, por lo que es necesario enfriarlos”, apunta Timour Yeleussizov, un activista ecológico local. Para enfriar los equipos se necesita energía adicional.

De momento no hay datos oficiales relativos a las emisiones de gases de efecto invernadero de la industria de la criptomoneda en Kazajistán. “Por supuesto, hay otros factores de mayor envergadura que contribuyen a la crisis climática. Pero la huella de carbono es lo suficientemente grande como para que valga la pena discutir la posibilidad de regular el minado de criptomonedas en las regiones donde la producción energética proviene mayoritariamente del carbón”, explica en el sitio web de su universidad Christian Stoll, responsable del equipo de investigación alemán.

Aunque algunos mineros internacionales han anunciado el compromiso de utilizar “energía 100% verde”, eso no basta para convencer a Timour Yeleussizov de que su actividad es inofensiva. El activista señala que Kazajistán corre el riesgo de sufrir una crisis hídrica, puesto que el nivel de sus ríos y lagos está disminuyendo. Se trata de un problema ecológico considerable que puede verse agravado por el uso de grandes presas hidroeléctricas.

Oluwaseun Fadeyi, investigador asociado de la Universidad de Hradec Kralove de la República Checa, que trabaja en cuestiones relacionadas con el medio ambiente y la crisis climática, denuncia el fomento de actividades que contribuyen al aumento de nuestra huella de carbono colectiva. Aunque los mineros utilicen energía hidráulica, “no es una práctica completamente inocua a menos que exista un control eficaz por parte de organismos gubernamentales especiales. Hasta que el Gobierno no introduzca normativas, no podemos creernos todo lo que dicen los mineros”.

¿Hacia un nuevo Kazajistán de centros de datos?

Si bien el centro de datos BigBlock Datacenter se muestra dispuesto a utilizar únicamente fuentes de energía renovable, no hay ninguna garantía de que otros mineros vayan a hacer lo mismo. Según Alan Dorjiyev, especialista en el sector energético y presidente de Data Center Industry and Blockchain Association of Kazakhstan, la mayoría de los mineros en Kazajistán están ubicados en regiones industriales, como Karaganda y Oskemen, donde la extracción de carbón y metales no ferrosos sigue constituyendo una parte importante de la economía local. Es probable que parte de la electricidad suministrada allí provenga de centrales térmicas de carbón.

La gente que vive en las proximidades de plantas de industria pesada se ve afectada por la contaminación atmosférica y padece problemas de salud. Alexandra Ossipova, una bloguera de Oskemen, señala que los habitantes de su ciudad viven en “un entorno hostil”: “Al caminar, se nota un regusto metálico (en el aire)”, reconoce.

Hoy en día, los habitantes de Oskemen no parecen estar del todo al corriente de la presencia de una granja minera en su región. La joven teme que, aunque lo estuvieran, el peligro que suponen las nuevas tecnologías les parecería mínimo en comparación con el de las grandes fábricas tradicionales. Los medios de comunicación locales y nacionales están muy poco informados sobre el minado de criptomonedas y las posibles consecuencias de esta actividad.

Madi Saken señala que la escasa energía limpia que se utiliza en Kazajistán “no es un problema del mercado del minado [de criptomonedas], sino un problema de la infraestructura energética”. Así pues, se puede criticar a cualquier empresa que, de una manera u otra, consuma energía”.

Los especialistas en criptomonedas también parecen tener su propia visión de un futuro mejor. “En realidad, si reemplazáramos todas las industrias por la industria de los centros de datos, todo estaría más limpio”, piensa Alan Dorjiyev, que considera que las emisiones procedentes del minado de criptomonedas son seguramente menos importantes que las procedentes de las fábricas. Según la información de que dispone, desde que el coronavirus afectó a
las industrias de la región, los mineros de bitcoines de Oskemen han estado salvando puestos de trabajo mediante la adquisición de una parte de la electricidad que solía consumir la fábrica de titanio y de magnesio de Ust-Kamenogorsk.

“Con la creciente digitalización, hace falta más centros de datos que busquen lugares donde la energía sea barata (e, idealmente, limpia). Sin embargo, las industrias tradicionales que consumen mucha energía no se van a marchar de allí por las mismas razones”, deduce el investigador Christian Stoll.

Para Roman Tchestnykh, ingeniero de medio ambiente residente en Oskemen, si las empresas obtienen beneficios en un país donde la infraestructura energética es antigua, “es necesario invertir dinero para transformar el sistema energético, para modernizarlo: para llevar a cabo una transición a fuentes renovables o para financiar el cambio al gas en las diversas regiones”. Se trata de una dirección no tan evidente para un país que es un importante productor y exportador de petróleo y carbón y que obtiene, gracias a ello, importantes recursos económicos.

No obstante, Kazajistán ha ratificado el Acuerdo de París. El país se ha comprometido a reducir, de aquí a 2030, sus emisiones de gases de efecto invernadero en un 15% con respecto a los niveles de 1990. Sin embargo, según el ministro de Ecología, Kazajistán no está cumpliendo sus compromisos. En 2018 las emisiones contaminantes mundiales de las centrales y las industrias del país registraron un aumento de 100.000 toneladas.

This article has been translated from French.

Este artículo se publicó en el marco del programa de asesoramiento para jóvenes profesionales de los medios de comunicación ofrecido por Climate Tracker (climatetracker.org).